2. El imperio del perro – «Naúfragos«

«Nací en 1632, en la ciudad de York, de una buena familia, aunque no de la región, pues mi padre era un extranjero de Bremen que, inicialmente, se asentó en Hull. Allí consiguió hacerse con una considerable fortuna como comerciante y, más tarde, abandonó sus negocios y se fue a vivir a York, donde se casó con mi madre, que pertenecía a la familia Robinson, una de las buenas familias del condado de la cual obtuve mi nombre, Robinson Kreutznaer. Mas, por la habitual alteración de las palabras que se hace en Inglaterra, ahora nos llaman y nosotros también nos llamamos y escribimos nuestro nombre Crusoe; y así me han llamado siempre mis compañeros.

Así comienza la novela que relata las aventuras del náufrago más famoso de todos los tiempos.

Un náufrago también es un superviviente. Este concepto se puede utilizar para referirse a alguien que ha intentado alcanzar una meta y no la ha logrado, pero, que a la vez no pierde el coraje y se vuelve a levantar una y otra vez, por muy dura que sea la caída. 

Esta misma descripción se puede trasladar a un colectivo, y eso fue lo que los mutantes hicimos en “Náufragos”. Vivimos en una sociedad que aunque ha alcanzado sus mayores cotas de desarrollo tecnológico, a la vez sufre una crisis económica y social que desemboca en un menor respeto a los derechos y libertades individuales. La sociedad occidental se hunde y todos sus habitantes nos convertimos en náufragos, y por ende, en supervivientes. La canción es, en definitiva, un grito de rabia pero también de esperanza.

EL IMPERIO DEL PERRO es un grupo de Sevilla que no tenemos el placer de conocer personalmente (aunque sí las ganas, y muchas) al que nos une un estrecho lazo llamado José Luis Osuna, quién hace ya algún tiempo navegó en el velero mutante. Si los mutantes acentuábamos musicalmente el lado esperanzador, EL IMPERIO DEL PERRO ha optado por marcar el lado más rabioso, y en mi opinión lo hacen con extraordinario resultado. Nos ha sorprendido gratamente el aire Morricone que le imprimen a la canción. Tanto es así que durante las primeras estrofas, si cierras los ojos, puedes ver a Lee Van Cleef desenfundar su revólver mientras Clint Eastwood lo mira desafiante y sostiene una espiga en sus labios. 
El rock and roll es una batalla diaria, y no me cabe la menor duda de que estos perros están dispuestos a luchar hasta el final por defender su imperio. Actitud y aptitud no les falta. 

Y qué bien le sienta a nuestra canción esa rabia con que la interpretan!
GRACIAS COMPAÑEROS!!!«