A falta de una entrevista, buena es una charla de artista a artista (Ferreiro VS Alicia Álvarez)
Esto no es una entrevista a Iván Ferreiro, algo que estuvimos durante meses gestionando con motivo de la publicación de su último trabajo, ‘Trinchera Pop’ (del que os hablamos aquí) y tras varias largas por parte de su agencia finalmente no se nos concedió (este tipo de prácticas de promo daría para un capítulo aparte, no creáis). Así que ni cortos ni perezosos tiramos de imaginación y nos presentamos el 30 de septiembre a la charla que ofreció en Oviedo en Zapatillerías Balbino (sí, en serio). Y lo que fue un evento conducido por la periodista y música Alicia Álvarez nos da pie para imaginar nuestra entrevista, con preguntas del público, incluida la nuestra (los zapatos en las canciones del gallego siempre nos habían picado la curiosidad y aquí, está, saldada. Y no menos sorprendente que nos haya respondido en un taller rodeado de zapatillas y telas).
Aquí va la entrevista imaginaria con EPDLT que nunca tuvo lugar con respuestas reales de Iván Ferreiro a preguntas de entrevistadora y público durante este encuentro en la capital asturiana:
¿Cómo es el proceso de creación de tus canciones?
Hacer canciones de pop tiene que ver con que todos nos parecemos bastante; al final, tenemos los mismos problemas. Yo escribo para mí, si pensara en los demás estaría haciendo mal mi trabajo.
Tus letras están plagadas de dobles sentidos y en varias ocasiones has comentado que es algo premeditado. Son temas que, muchas veces, al escucharlos, te llevan a un precipicio. ¿Por qué?
Necesito que las letras tengan varios sentidos, sino me agobio porque voy a tener que convivir con las canciones muchos años.
Antes sentía que la música era un paréntesis en mi vida. Ahora siento que es una chorrada: cuando hago canciones también estoy disfrutando de mi vida.
Por ejemplo, ‘Dejar Madrid’ va de la pandemia y cuando Amaro quería marcharse de allí. Para mí, la herida de la canción es darme cuenta de que me hago viejo y que he tenido que empezar a cuidarme tras varios achaques de salud. Las canciones tienen que ser trajes a medida del oyente. Es él quien la va a sentir y mantener viva.
Por eso no me gusta explicarlas, las estropearía. Además, la canción siempre puede llegar a contarme algo nuevo. Me gusta pensar que no envejecen, me daría un pinchazo al corazón si la gente me dijera que ya suenan a antiguo.
Esas son las ‘ferreiradas‘, temas que te conducen al precipicio y parece que hay un agujero por el que te vas a caer. y están llenas de trampas. Suso Saiz dice que todas las canciones son la misma y nosotros le decimos que además todas son una ranchera (risas). Lo del precipicio es cosa de los Smiths y también lo tiene Golpes Bajos, canciones que no sabes dónde empiezan y dónde acaban. Yo necesito que tenga algo que creas que ya te la sabes y que pase algo nuevo que te emocione otra vez.
«Me gusta pensar que las canciones no envejecen»
Canciones que compones desde tu refugio en una pequeña comarca pontevedresa…
Aprendí a escribir canciones grabando, no escribo notas ni acordes. Si estoy jugando con un cacharro ya saco un montón de cosas. Grabar en casa es increíble, democratizó la música. Antes se veía como cutre. Mi vida como músico no hubiera podido existir sin grabar en casa.
Respecto a estar en Galicia, los que hacíamos música en la periferia no estamos influenciados por lo mismo que lo están en Madrid. En Galicia llueve a muerte, se hace de noche pronto y no está influido por la moda ni las compañías de discos. Vivir aquí hace que la música tenga un carácter. Además, el aislamiento me ayuda.
¿Te consideras un compositor de canciones tristes?
A mí se me tacha de triste y estoy en total desacuerdo (risas). Yo creo que hago discos alegres pero tengo que acordarme de las cosas tristes, hablar de ellas es una celebración de la vida.
«Hablar de cosas tristes es una celebración de la vida»
¿Qué influencias musicales tuviste de pequeño?
Paco Ibáñez, The Beatles, Fuxan os Ventos, Julio Iglesias… Recuerdo escuchar a María Jiménez gracias a mi madre. Pero fue Golpes Bajos (a quienes revisó en ‘Cena Recalentada’) quien me dio el primer golpe en el estómago. De pequeño quería ser más atormentado de lo que realmente era (risas). Excepto astronauta, de pequeño solo quise ser músico. Palmé bastante de joven por el absurdo de las tribus urbanas, se despreciaba todo aquello que no tuviera que ver con esa cosa oscura. Con 18 ya descubrí a Prince y empecé a abrir mi cabeza.
Con toda la revisión de música tradicional que se ve últimamente, ¿te imaginas haciendo algo así?
Ya en ‘Manual para los fieles’ con Piratas le metimos mucho folk. El folk moderno me ha interesado siempre, os recomiendo escuchar a Berrogüetto.
Guadi Galego es la matriarca de todas estas movidas. Yo ya no me meto porque los que están son tan máquinas (Fillas de Cassandra, Tanxugueiras, Baiuca…) que no podría aportar más. La excepción es ‘Fariña’, que yo mismo no me lo creo, me quedó bordado (risas).
¿Qué nos dices de la política en la música? ¿Sí o no?
Lo primero es que trato de hacer discos diferentes y no aburrirme.
Las canciones tienen que hablar del tema de la canción pero tienen que tener también algo político. Que ya no haya amor romántico, sino que exista el amor (en general). Trato de hacer las letras más completas.
Queremos ser mejores personas y espero hacer mi mejor disco en la siguiente vez. El éxito es estar satisfecho con lo que hago y que no se me caiga la cara de vergüenza.
¿Cómo es ser un músico indie?
(Iván comenta que el concepto de ‘indie’ daría para otra charla). He apostado por la clase media de la música. Carezco de los atributos para ser un superventas. Por ejemplo, la voz; la mayoría de la gente piensa «qué hace ese señor cantando con esa voz». Tratar la música como una competición es una palmada.
Creo más en el instinto y la inteligencia de lo que puedes hacer. El talento está sobrevalorado si no lo usas con inteligencia. Creo más en el oficio, prefiero el artesano al artista. No puedo con las intensidades. Sigue flipándome meterme en el estudio y comprar material. Es de lo que más disfruto y me lo paso como un enano.
«Prefiero el artesano al artista. No puedo con las intensidades»
¿Y el papel de Amaro en tu música?
Amaro es un compositor alucinante. Sabe interpretar los discos como nadie y meterlo en mi vida profesional fue la mejor idea.
La falta de técnica en el siglo XX es lo que ha desarrollado las artes. Amaro tocaba regular la guitarra, ¿y qué? Yo sabía que era un gran fichaje pese a los que lo dudaron por ser mi hermano. En mi banda, todos son ya mis amigos y mis hermanos.
¿Asustado con la exposición de tu hijo con su debut con la banda Querido?
Es un tipo supertranquilo, me asusta la atención de repente aunque me alegra porque es el trabajo más bonito del mundo. Trato de mantenerme alejado y que haga él las cosas. Me imagino dándome consejos él a mí dentro de 15 años.
¿La inspiración viene de noche cuando duermes?
Sí, esto ya lo explicó Punset, el tema de los mecanismos eléctricos. Es precioso que nuestro cuerpo sea un mecanismo.
Los zapatos son una imagen poderosa en numerosas canciones tuyas. ¿Por qué son un motivo recurrente (‘Inerte’, ‘Me toca tirar’, el videoclip de ‘Ciudadano A’…)?
Los zapatos son lo que más viste, más que la ropa. Es una metáfora preciosa. Mira ‘El mago de Oz’ o ‘Matar a un ruiseñor’, están en nuestra memoria cultural. Los zapatos dicen mucho de la gente. Y mi perra sabe cuándo vamos a salir por los zapatos.
Y por los zapatos (como en ‘Ciudadano A‘) también se palpa la gente con dinero.
«Los zapatos dicen mucho de la gente»
¿Crees que la inteligencia artificial quitará el trabajo a los músicos?
No creo que la IA pueda adivinar lo que vaya a hacer un artista. Sí emular. Se parece a lo que pasa con el autotune. O con la distorsión. La tecnología hace avanzar a la música. Mira el sampler, que es el instrumento más interesante que se ha hecho en los últimos 50 o 70 años. Y si una IA puede hacer una buena canción mía, no diré nada (risas).
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