Yawners en el VESU. / Julián Rus y Viti Amieva

Imagen: Yawners en el VESU. / Julián Rus y Viti Amieva

Una nueva edición del VESU (y van tres) para confirmar que el festival ha venido para quedarse

Cada vez que un proyecto musical con tanto mimo por el detalle y un equipo humano cuyo tesón le honra tiene éxito, hay que sonreír. Porque pese a que en cualquier sitio haya cosas mejorables, lo que demuestran festivales como el VESU es que el verdadero motor de una ciudad no son sus políticos, sino la gente que se rompe los cuernos por montar eventos donde no había más que silencio. La Fábrica de Armas de Oviedo es uno de esos espacios emblemáticos de la ciudad donde la ebullición cultural ha empezado a forjarse y, después de la celebración del VESU allí, puede decirse que la ciudad ha ganado un nuevo recinto para la puesta en marcha de espectáculos que se suma a un buen puñado de salas donde la música en directo despierta cada fin de semana.

Ya al grano: El día más amable del festival fue el viernes, cuando la lluvia dio una tregua y las pilas estaban cargadas al 100%. Es de agradecer porque la bomba musical requería de toda la energía del público: The Shivas (a quienes entrevistamos recientemente) sirvieron de entrada dulce de la jornada. Su rock and roll y estilo clásico  se contrapuso a la siguiente banda del día, Carolina Durante. Desde luego, quienes nunca hacen prisioneros en sus conciertos son esta banda madrileña. Tanto es así que el vocalista Diego Ibáñez sufrió un percance y se lastimó un tobillo, pero no dudó en pasearse cojeando el resto del concierto sin parar un momento. La auténtica actitud de rock.

¿Un fenómeno generacional? ¿Uno de los grupos de moda en los festivales? Más allá de las cifras de likes y otras señales anónimas del supuesto éxito, lo cierto es que el grupo arrasa con todo en cada bolo.

Pero, con permiso de todos ellos, quien se llevó el gato al agua el viernes fue la rabia de Shame. Cero relax. En esto del punk rock los ingleses no tienen rival. Resulta sorprendentemente sencillo dejarse llevar por su discurso eléctrico, con Charlie Steen a la cabeza, y creerse en un concierto de la new wave, con ecos desde The Dammed a Sex Pistols. El punk londinense sigue sonando con la misma vigencia de siempre. Quizá es porque su discurso sigue siendo igual de necesario.

Llegó el sábado y más nubes con orbayu: quién dijo miedo. Arde Bogotá, quienes recientemente también pudieron ser disfrutados en Gijón en el Vibra Mahou Fest, actuaron a la hora de comer para aquellos con más sed de conciertos. Sabemos que Los Planetas era el plato fuerte del festival, pero creemos que el verdadero empuje es la amalgama de estilos que permitió ver en la Fábrica de Armas de Oviedo una variopinta audiencia con públicos de edades muy diversas, unos con purpurina, otros con más de una cana en sus barbas, y todos igual de ilusionados pese a la lluvia insistente del sábado.

Buen ejemplo de ello es esa travesura musical denominada El Último Vecino con su puesta en escena ochentera con reminiscencias al Almodóvar de la Movida y al vocalista de No me Pises que Llevo Chanclas… y sin embargo con un gran calado entre el público joven del festival.

El útimo vecino / Julián Rus

El útimo vecino / Julián Rus

Mismo recibimiento para Cupido, una de las bandas más comentadas este año con su ‘Sobredosis de amor‘ y que tiene un séquito de fans importante como ya demostró este mismo año en su paso previo por Gijón. Una mezcla de pop urbano, canciones de amor y ritmos de trap para que el personal cante y baile sin compasión. Un estilo que los más puristas rechazarán por sonar demasiado «simple» pero quien lo probó, lo sabe (y lo disfruta sin perjuicio de la edad).

No sabemos cuántos de los fieles de Cupido se quedarían a Los Planetas y viceversa, pero la mezcla de estilos es siempre un riesgo a agradecer con un panorama de festivales que adolece de repetir los mismos nombres de forma machacona.

Y llegó el domingo y con él la jornada más pasada por agua. El tiempo no dio tregua apenas un momento pero, ¿tendríamos un paraíso natural como el nuestro si no fuera por ello (nos lo repetimos como un mantra cada vez que la lluvia se empeña en sabotear un plan)?

Shego. / Julián Rus y Viti Amieva

Shego. / Julián Rus y Viti Amieva

La verdad es que merecía la pena mojarse las pulgas fuera como fuera: la jornada más feminista por goleada, con dos de las bandas de chicas más interesantes del momento como son Cariño y Shego, a la que se suma Elena Nieto, sinónimo de Yawners . Las primeras con sus irresistibles melodías herederas del tontipop; las segundas, con unas letras como cuchillos que destilan frescura a toneladas. En su caso, pese a la ausencia de su batería se metieron al público en el bolsillo. Cuando la lluvia ya ni disimulaba y calaba hasta los huesos, Yawners prendió la mecha con su sonido noventero y fue «culpable» de los últimos pogos cuando ya ni el paraguas tenía sentido. Larga vida al VESU, aunque el verano se escondiera merece la pena por festivales así. Ojalá que el público no sea el único en mojarse y quienes mueven los hilos de la ciudad tomen buena nota.

 

 

 

 

Rocío García

Rocío García

Redacción