Entrevista con Zahara

 

Un viaje musical por las raíces castellanas que transformó la mítica sala madrileña en territorio de encuentro y celebración

 

El viernes 25 de abril, la mítica Sala El Sol de Madrid acogió uno de esos conciertos que permanecen en la memoria. El Nido, llegados desde Burgos, presentaron su segundo disco, ‘La Constancia’, en una noche que confirmó por qué esta banda se está consolidando como una de las voces más auténticas del nuevo folklore castellano.

Desde que comenzó a sonar la introducción a su concierto se palpaba la conexión especial entre músicos y asistentes. Un público entregado y respetuoso que vibró con cada nota, creando esa atmósfera única que solo surge cuando la música trasciende el escenario y se convierte en experiencia colectiva.

La noche estuvo marcada por colaboraciones estelares que elevaron aún más el nivel. Ari de TéCanela, Uri de Ursaria y Carmen de Mujeres con Raíz se sumaron en diferentes momentos, aportando sus particulares matices al sonido de El Nido y desatando los aplausos de una audiencia que agradeció estos cruces musicales.

El repertorio, centrado en su nuevo trabajo, demostró la madurez compositiva de la banda, pero fueron quizás los guiños al folklore castellano los que provocaron las reacciones más intensas. La versión de ‘Somos Castellanos’ desató una ovación cerrada, con decenas de gargantas uniéndose espontáneamente al coro.

Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando la banda decidió romper la barrera entre escenario y pista para interpretar ‘El Castañero’. Bajaron al nivel del público, formando un corrillo improvisado donde artistas y asistentes se fundieron en un canto común que resonó por todos los rincones de El Sol. Magia pura.

Tras algo más de hora y media de concierto, El Nido demostró que lo suyo no es pose ni producto efímero. Es música con raíces y proyección, capaz de emocionar sin artificios. Al terminar, lejos de retirarse a camerinos, la banda completa se acercó al puesto de merchandising, donde una gran parte del público formó cola para intercambiar palabras de admiración, conseguir material físico, firmas o simplemente agradecer lo vivido.

Como diría cualquier asistente: un auténtico «bolazo». De esos que te reconcilian con la música en directo y te recuerdan por qué vale la pena salir de casa para vivir experiencias irrepetibles. El Nido ya no es promesa, es realidad consolidada.

Lucía Poveda

Lucía Poveda

Redacción y Fotografía

El Perfil de la Tostada