Solo Postres (2024)
- Ramper
- ⭐️ 8/10
- Humo Internacional
Los granaínos articulan su propio lenguaje sin ser deudores de nadie
Ramper llegaron a Humo Internacional en marzo de 2024 con la reedición en vinilo de Nuestros Mejores Deseos, ese hallazgo inclasificable que se articuló como primer disco y, seis meses después, el sello lanza Solo Postres.
Lo que empezó siendo un grupo de post rock en 2015, con sus idas y venidas, se fue delimitando en 2017 cuando escribieron en una pizarra que querían sonar a Red House Painters, Slint, Swans, Sumac o Neurosis. Este punto de partida se ha mantenido hasta la actualidad. Joserto, Antonio, Ángel y Álvaro son Ramper, desde Granada.
Su gusto por lo atmosférico y por los desarrollos largos puede que eche a más de uno para atrás. No es un grupo que se antoje fácil de escuchar. La premisa es estar en un mood compatible con su propuesta para entrar en ese mundo hipnótico que presentan cargadísimo de ornamentos orquestales y saltos mortales con triple tirabuzón en cada canción.
El punto de partida desde donde nace cada creación son jams caóticas. Después, deciden el rumbo que tomarán. Se agarran a todo alrededor que sirva de arranque. En Solo Postres queda patente. Así, desde un paso de Semana Santa surge ‘Un miembro fantasma’, o desde la canción infantil ‘Vamos a contar mentiras’, ‘Día Estrellado’.
Ya nos adelantaron parte de este segundo disco en el directo que compartieron con Aeronave Adolescente el pasado mayo, dejándonos un buen sabor de boca y altas expectativas.
Reza en la nota de prensa que en Solo Postres todo es enorme. Hasta el propio grupo se ha hecho mayor y ha matado al padre. Es verdad que hay mayor ambición y proyección, pero el cuidado y mimo que ponen son los mismos que utilizaron para Nuestros Mejores Deseos.
Hay que decir que cuesta un poquito entrar en la primera escucha. No es un comienzo generoso, pues toman sendas demasiado ampulosas y empiezan a coger el tono a partir de ‘En Nuestros Últimos Días’. El más es más, en este caso, no funciona.
Llegan a la perfección dos veces: en la homónima, con una delicada introducción que no alcanzaría la belleza sin la parte instrumental de viento; y en ‘Los Ojos de los Demás’, a la postre, el estallido final y el grito socorrido que pedía el disco en sí.
Hay algo de mística belleza en ‘En Nuestros Últimos Días’ que permanece el resto del álbum. La utilización del órgano es un acierto, así como el compás de la batería en los últimos tres minutos. Que sea la canción más luenga del disco no la contrarresta para nada.
Si hacemos un alto para hablar de las letras, éstas pintan escenarios que nos remiten al mundo fantasmal (más allá se intuye algo, sé delicado por favor, de ‘Solo Postres’), al mundo onírico (Nos esperan en sueños, me hace feliz tenerlos ahí, de ‘Reina de Farolas’), y las metáforas alcanzan una calidad increíble como en la que cierra el disco ‘Poderoso Puño’.
Solo Postres fue planteado como la creación de un mundo propio. Han sido tres años de trabajo de composición en donde han desentrañado todo lo que estaba agazapado y han sacado a la luz las zonas oscuras del alma y de los miedos.
Han crecido como personas y como banda. Han sabido hacer convivir lo infantil, lo onírico y lo terrorífico en una superposición de capas ambientales llenas de horror vacui.
Lorena M.
Redacción