La banda ofreció una actuación destacada dentro del ciclo Sound Isidro
El zaragozano Borja Laudo AKA Bigott es, sin duda, un artista peculiar, genuino, con una visión muy particular del mundo de la música.
Su lista de canciones es larga, pero son explosiones cortas, agrupadas en pequeñas tracas que son esos discos de apenas media hora porque, una vez que tiene las composiciones, no siente la necesidad de desarrollarlas más.
Ese concepto lo lleva también al planteamiento de sus directos, con temas de duración pop que, sin embargo, condensan rock de muchos kilates y diversas acepciones. Así lo demostró el pasado el pasado viernes 5 de marzo, en un bolo de calidad condensada en 75 minutos que resumen toda su carrera.
Enmarcado dentro de ese maravilloso ciclo llamado Sound Isidro, los que estuvimos en la Sala Clamores fuimos testigos de esa capacidad que tiene para saltar de la psicodelia al rock americano de raíces, pasando por momentos más atmosféricos y oscuros en los que, incluso se atrevió a versionar a los The Cure y su ‘10:15 Saturday Night’, que ya ha cumplido 46 primaveras.
Se acompaña de una banda sólida, que suena perfectamente engrasada y que sabe lo que tiene que hacer: Cristian Barros (teclados y guitarra), Juan Gracia (batería) y Clarín (coros y bajo), mezclan con el propio Borja (voz y guitarra) como el hielo y whisky.
Como él mismo nos relataba en la entrevista que publicamos recientemente, son un grupo coordinado en busca de un solo objetivo: “vamos todos en busca de la canción”.
No realizan complejas (ni, obviamente, largas) progresiones de acordes. Aún así, los pasajes instrumentales permiten que los músicos se luzcan y a nosotros paladear las notas y las melodías, que saben cuidar.
Lo que suena encaja con un público sentado con la copa en la mesa y con una audiencia de pie, cerveza en mano. Su música adopta muchas formas y hay muchas maneras de paladearla.
Y se nota porque todo suena auténtico y todos tiene su momento protagónico pero sin alharacas, sin estridencias, sin querer destacar. Incluso el maño, algo excéntrico y algo bufón sobre las tablas, se negó a recibir la felicitación del público en el día de su cumpleaños.
Sonaron canciones de su último trabajo (la homónima ‘Back to nowhere’ y su primer single, ‘Painting Colors’) y de otros anteriores (‘Tripping song’), ante un público respetuoso y, por una vez, en relativo silencio.
Tras los dos bises de rigor se despidió de forma austera y nosotros nos fuimos recordando lo necesarias que son propuestas como la suya, que hacen que te acerques a esa sala de toda la vida, o a ese escenario pequeño del festival, a escuchar cosas de calidad y, simplemente, disfrutas por un rato de muy buena música.

Y.H.
Redacción