Cora Yako presenta su nuevo disco en la sala El Sol

Gran Vía, es de noche, la sala El Sol comienza a llenarse como por goteo. Bajar sus escaleras es como adentrarse en un espacio separado de toda la ciudad y hoy un rojo intenso desborda la sala. Encima del escenario, un cartel con el nombre de la banda: Cora Yako.

Los chicos lo han pensado, estar allí era como estar en la portada de su nuevo álbum, ese del que nos hablaron en la anterior entrevista, ‘Cora Yako’ (2023). Ver El Sol lleno terminaba de crear la atmósfera. No hay nada que reclamar a cómo organizaron su presentación de disco.

La entrada fue algo sencillo, unos pequeños gestos de saludos y «Días nuevos, Días viejos» comenzó a sonar. Desde el primer momento se sentía familiaridad, los chicos estaban relajados; conforme iban mostrando sus canciones se leían en sus caras las expresiones de reconocimiento y sorpresa. Los conciertos son de esas actividades que, por huraño que seas, se disfrutan en compañía; esto no es solo una realidad para los que los vemos, sino también para los que los hacen. Desde el escenario es reconfortante ver caras conocidas, y su actitud demostró que así se sintieron durante el resto del concierto.

Su música es calmada, con letras tirando a lo romántico y costumbrista; por eso se nota cada vez que rompen en intensidad. «Noche Estelar«, «Fin de Semana«, «Cuestiones Avanzadas«, «Mil Formas de Morir«. Las canciones de este álbum ya llaman la atención a los segundos de la escucha y es curioso ver cómo el público no tarda en corearlas y, los más entusiastas, a provocar el frenesí de los pogos.
Por mi parte, me tomaré la licencia de decir que «Campamento Krusty» fue la mejor; o al menos, fue mi favorita. Combina genial las dinámicas: suave, fuerte; ligero y desgarrador. Es una canción para tocarla en bucle en los directos.

También hubo espacio para las canciones más sonadas del grupo. Si te interesa el indie underground de Madrid, es probable que hayas oído «La peor idea de la historia» (Pero el momento era tan perfecto / que tuve que hacerlo) o «A flor de piel» (He borrado todo el porno / que escondía en el ordenador).

El concierto terminó rápido. No fue raro esperar al bis, todos lo hicimos durante un rato, aunque no llegó. La sala fue vaciándose igual que se llenó: a cuenta gotas. El último grupo que se quedó, que no fue pequeño, tenía ganas de más. Dejé la sala escuchándoles corear «Noche Estelar«: «Quieren saber / de dónde viniste, de qué / planeta saliste».

Por otro lado, la sala no falló. El sonido, como siempre en El Sol, fue impecable y, esta noche, incluso más que otras veces, las luces fueron protagonista. Una luz blanca y amarilla destellaba cuando la canción tenía más brillo y el rojo y el azul ambientaban las letras más nostálgicas y pausadas. Hubo cuidado en la manera en la que el disco se ha presentado, y eso, independientemente del estilo o del grupo, hay que reconocerlo. Ha sido un trabajazo.

Aztor Ramírez

Aztor Ramírez

Redacción