Mallo - El Diluvio

La Balada de Delirio y Equilibrio (2025)

  • Veintiuno
  • ⭐️ 8’5/10
  • Warner Music

 

Un álbum clamado para el recuerdo y la verdad

 

Veintiuno, la banda toledana que ha sabido hacerse un hueco en el panorama musical español con su característico pop alternativo, regresa con ‘La Balada de Delirio y Equilibrio’, su quinto álbum de estudio. Este nuevo trabajo, lanzado el 4 de abril de 2025 bajo el sello Warner Music, no es solo una colección de canciones, sino un proyecto ambicioso que combina narrativa, emoción y una evolución sonora palpable. Inspirado en la canción homónima de su segundo disco ‘Gourmet’ (2018), este álbum se presenta como una obra conceptual que explora las conexiones humanas, el destino y las complejidades emocionales que nos marcan a lo largo del tiempo.

El disco está compuesto por trece temas y un prólogo que tejen una historia cinematográfica sobre dos personajes unidos por una «gravedad invisible». Desde el conflicto hasta la aceptación, el álbum transita por emociones tan crudas como reales, reflejando la intención de la banda de ofrecer un relato más honesto y visceral. A diferencia de su anterior trabajo, ‘El Arte de Perder’, marcado por una producción más sintética y cerebral, ‘La Balada de Delirio y Equilibrio’ apuesta por la imperfección como recurso artístico. Las canciones están llenas de detalles espontáneos —errores, voces no editadas y sonidos accidentales— que aportan autenticidad y calidez.

El álbum también destaca por sus colaboraciones cuidadosamente seleccionadas. Artistas como Iván Ferreiro, Malena Villa, Enol, Siloé y Sebastián Llosa aportan sus voces para enriquecer esta narrativa emocional. Además, Diego Arroyo, vocalista de Veintiuno, ha diseñado personalmente el arte del disco, creando la portada, contraportada y un libreto lleno de ilustraciones y anotaciones manuscritas que amplían el universo conceptual del álbum.

Musicalmente, el disco fusiona pop-rock alternativos con elementos de funk, R&B e incluso sonidos electrónicos. Temas como ‘Perder los modales’, ‘Complicidad’ o ‘Mitología’ muestran la versatilidad del grupo al combinar estilos para narrar esta historia única. Con letras cargadas de simbolismo y referencias culturales —incluyendo influencias literarias como ‘Nuestra parte de noche’, que comparte título con la novela de Mariana Enriquez—, Veintiuno no solo entrega un disco musicalmente sólido, sino también una experiencia inmersiva que invita a la reflexión.

‘Destello’ es el track que abre el disco. Un tema que tiene como fondo la canción ‘Delirio y Equilibrio’ (2018) de la que hablábamos anteriormente, pero reproducida al revés, creando ese efecto de retroceso en el tiempo mientras suena una voz alejada con eco comenzando a cantar la letra original. Sin embargo, rápidamente un audio se superpone a ese recuerdo y dice: “La escuché anoche, no sé, me encanta cómo lo cuentas, pero me gustaría que alguna vez contaras realmente cómo fue”. Poco después de terminar el audio, comienza a sonar el bombo de la batería arrolladora que caracteriza a Veintiuno y se genera una melodía que nos hace entrar en la historia.

Si algo hace excelentemente esta banda, es vestir letras con mensajes afilados de un pop que te invitar a bailar sin parar. ‘Perder los modales’ es un claro ejemplo de esto, donde además podemos empezar a ver claros los papeles de los protagonistas —Delirio y Equilibrio— con la letra melódica pero visceral. Este tema se caracteriza por su letra, que examina críticamente los sistemas meritocráticos y las disparidades dentro del entorno artístico. La interpretación vocal de Diego logra comunicar simultáneamente sarcasmo y fragilidad emocional, mientras que el conjunto instrumental se desenvuelve con naturalidad en medio de una aparente desorganización que, paradójicamente, estructura coherentemente toda la producción discográfica.

Pero después de este sonido pop desenfadado, la banda se protege con una ‘Armadura’. Su letra explora la necesidad de protegerse emocionalmente. Esto nos lo transmiten con una instrumentación más densa, la cual logran gracias a guitarras y sintetizadores. La producción apoya esa sensación de pesadez y defensa mientras que en ocasiones también nos deja ver algo de fragilidad.

Con el siguiente track nos vuelven a transportar a esa azotea que mencionaban al abrir el álbum. ‘Nuestra parte de noche’ nos invita a conocer el ambiente en el que sucedía la historia: “Aún recuerdo las partes delicadas, los gestos, las palabras, el ruido y el calor. La azotea llena para la fiesta, tu risa incontenible echándome el tarot. No hay un sitio que prefiera que esa habitación”. Esa dualidad que vemos en distintos versos de la canción la apoyan con la música, alternando momentos íntimos con explosiones sonoras.

Y si nos parecía poco, con ‘Complicidad’ ya terminan de introducirnos en la historia. Una canción que trata acerca de esos momentos mágicos con una pareja dónde sois los protagonistas de vuestra propia película. Además, cuentan con la maravillosa colaboración de Malena Villa. La argentina da luz propia “desde Delicias a Velázquez”. Además, esta canción tiene un ritmo distinto a lo que venimos conociendo de Veintiuno. Su base rítmica, el uso de armonías vocales y una producción que prioriza la calidez y la cercanía, refuerzan el sonido R&B contemporáneo. Este tema tiene una curiosidad y es que junto a los dos siguientes —‘Suspiria’ y ‘Medalla de plata’—, están hechos para ser escuchados de corrido.

‘Suspiria’, aunque es breve, tiene gran intensidad. Las texturas electrónicas y el ritmo envolvente encajan perfectamente con la ansiedad por una relación a distancia y el deseo que transmite la letra.

Y, efectivamente, la distancia puede romper la complicidad y debes aceptar la derrota al amor que no pudo ser. ‘Medalla de plata’ tiene un estilo pop muy pegadizo pero que a la vez se complementa con algo de toque latino, y no sólo por que Sebastián Llosa colabore en esta canción.

 

Pero, aunque las cosas se tuerzan, siempre es importante lanzarse al vacío y afrontar el vértigo de las decisiones importantes. Esto afirma la banda toledana junto a Enol en ‘Acantilado’, quien aporta fuerza y desgarro a esta canción cargada de mucha potencia gracias a su instrumentación, guitarras cañeras y una percusión muy marcada que nos transmite esa sensación de riesgo.

‘Irremediable’, en colaboración con Siloé, es un diálogo entre la vulnerabilidad y la resistencia. La fusión de estilos —el pop introspectivo de Veintiuno y el folk urbano de Siloé— crea una textura sonora que oscila entre lo íntimo y lo épico.

El tema más crudo del disco, ‘Puñalada’, utiliza distorsiones abrasivas y un ritmo implacable para musicalizar la historia. La letra, directa como un puñal, se apoya en una producción que desnuda emociones sin filtros. La batería que marca compases irregulares y los sintetizadores estridentes reflejan la desorganización controlada que caracteriza al álbum, como si la herida sonara en tiempo real.

Contrastando con la anterior, ‘Estarás’ cuenta con un estribillo luminoso que aborda la aceptación. La melodía de teclados etéreos y guitarras acústicas evoca una nostalgia esperanzadora, mientras la letra habla de presencias que persisten. Diego nos demuestra su versatilidad vocal, equilibrando fuerza y delicadeza.

‘Mitología’ es la canción que más nos pude recordar a su anterior trabajo de estudio, pero, aun así, marcan una notable diferencia. Sigue siendo su pop épico que les caracteriza, pero con ese toque de catarsis que apoya muy bien el puente instrumental con el aumento de guitarras y la percusión.

El cierre perfecto, ‘La la land’, une a Veintiuno con el icónico Iván Ferreiro, cuya voz rasgada aporta melancolía adulta. La canción —una balada dream-pop con ecos de sintetizadores— funciona como epílogo. Los arreglos se desvanecen progresivamente, simbolizando el regreso a la realidad desde esa «azotea» que abría el álbum. Ferreiro no sólo colabora: encarna al narrador que cierra el círculo, reconcilia a Delirio y Equilibrio, y deja abierta la puerta a nuevas historias.

Veintiuno cristaliza en ‘La Balada de Delirio y Equilibrio’ un pop alternativo que trasciende lo musical para convertirse en literatura sonora. Les consolida como una banda en constante evolución. Entre guiños y letras afiladas contra las ficciones sociales, el álbum abraza las imperfecciones —voces sin pulir, instrumentales aparentemente caóticas— como metáfora de relaciones humanas auténticas. Con colaboraciones inesperadas y un viaje sonoro, la banda no sólo cuenta una historia: construye un manifiesto generacional sobre bailar en la cuerda floja de las contradicciones. Este álbum es un trabajo que no sólo celebra su madurez artística, sino que también desafía las expectativas del público al ofrecer algo más que música: una historia para ser escuchada con los ojos cerrados y el corazón abierto.

 

Lucía Poveda

Lucía Poveda

Redacción

El Perfil de la Tostada