Lento Ternura (2025)

  • Zahara
  • ⭐️ 8,5/10
  • G.O.Z.Z. Records

 

Zahara vuelve en busca de la ternura, transitando la violencia y encontrando luces en el refugio

 

Tras el golpe en la mesa que dio Zahara en Puta, cuatro años después la artista vuelve con una propuesta completamente diferente, sin abandonar su esencia.

Lento Ternura se presenta como el contrapunto a la dureza de su anterior trabajo, como una búsqueda de la paz dentro de la evolución de la artista. Esta propuesta se vertebra sobre las preguntas existenciales y reflexiones que cualquiera que sea mortal se hará con el transcurso de los años. Estas tienen como protagonistas temas tan universales como el amor, la amistad, el refugio o las expectativas sobre la vida.

Zahara vuelve a transformarse y adaptarse sin abandonarse, y eso es lo que le hace ser la compañía no solo de una, sino de las varias generaciones que conforman las filas de su afición. ¿Y cómo consigue esto?, lo hace a través de una incesante búsqueda de nuevos sonidos, encontrando el adecuado para aquello que quiere transmitir cada una de sus canciones, no dejando que se le encasille en la guitarra que un día fue y de la que en este nuevo disco no hay ni rastro.

También lo hace cuidando con infinito mimo cada uno de sus trabajos, algo a lo que ya no se acostumbra en esta industria en la que todo va tan rápido.

Con cada uno de sus trabajos la artista crea un universo en torno a él, dando como fruto un producto con diferentes dimensiones, con las que el oyente elige en qué grado de la experiencia quedarse. Esta apuesta tan característica de Zahara va desde los visuales que acompañan a cada una de sus canciones, hasta su edición física, acompañada de varias postales, un libro de poemas e incluso, una miniatura del poly-clean que aparece en la portada del disco, pasando por los diferentes eventos de presentación donde siempre encuentra la manera de hacer partícipes a sus fans.

Este recorrido en busca de la ternura, comienza ‘Formentera’, tema con el que la artista nos invita a un viaje a la isla a través de sus recuerdos y en parte, nos hace cómplices de su composición, datándola “pienso en mis 38 como algo que poseo”.

Además, en esta canción Zahara hace algo muy característico en ella y es interconectar con otras canciones, como una pantalla más dentro de su “metauniverso”. En este caso no es otra que con ¿Era esto la vida?, y que es en sí misma una de las principales reflexiones e hilos conductores de este disco: “Era sencillo pensar que la vida era esto/ Pedir la botella más cara, olvidarnos del resto”.

 

 

A ‘Formentera’ le sigue ‘Yo solo quería escribir una canción de amor’, pasando del viaje y de las zonas de paso al refugio; una oda a aquel lugar en el que se encaja a la perfección. La artista abandona el bullicio de la gran ciudad para crear un hogar en la naturaleza, creando un lugar en el que no importe vivir el fin del mundo: “Que se hunda Madrid, que arda en el infierno/ Que yo me quedo aquí, contigo/ En este fin del mundo, contigo”. Un canto a la necesidad que todos tenemos de sentirnos a salvo y tener un lugar al que pertenecer, al que siempre poder volver y en el que poder evocar y proyectar una infancia bella: “Se parece a esas casas de mi infancia/ En las que había belleza.”

Después de hablar del refugio físico llegan dos canciones que hablan del amor: ‘Nuestro amor’ y ‘Quién dijo’. Las dos caras de una misma moneda.

En primer lugar, ‘Nuestro amor’ se constata como una enumeración de símiles de lo que debe ser un amor sano, “no eterno sino diario”. Lo hace a través de una melodía que embriaga, como un buen amor y que acaba rompiendo en una rave porque ese tipo de amores deben ser celebrados.

A su vez, ‘Quién dijo’ trata de un amor que fue, y que desde la perspectiva que da el tiempo deja ver sus grietas y todo aquello que se desmarca del amor que defiende en la canción anterior: “Creíamos tú y yo/ Que había que sobrevivir/Y ahora sé más de este amor/ Que cuando morí por él”. Lo hace desde un sonido completamente diferente al de ‘Nuestro amor’, a través de una balada combinando piano y sintetizador.

Con ese tempo lento, llegamos al ecuador del disco con ‘CTRL+Z’, una pista en la que, a través de un ritmo amable y bailable, reflexiona en cómo la rutina y la vida nos lleva y hace que nos olvidemos de priorizarnos: “Me dejo en la esquina /Como a la ropa usada/ Me olvido de lo que he sido porque no soy nada”.

‘¿Era esto la vida?’ Se presenta de forma directa e incluso violenta, suponiendo un contraste total con la pista anterior. Se inicia con la misma pregunta que le da título y gracias a la cual enumera experiencias tanto positivas, como negativas para llegar a una conclusión tan paradójica como real: “Quizá la vida es tan solo/ Querer quererlo todo/ Y temer tenerlo/ Quizá la vida es tan solo еso”.

 

En esta segunda parte del disco encontramos una dualidad dentro de lo que conforma la vida de la artista y también podría dar respuesta a la pregunta que lanza la canción anterior: la violencia y la ternura.
‘La violencia’ introduce esa parte negativa, y en ella encontramos conexiones entre canciones no solo de este álbum, como ‘CTRL+Z’ con la idea de lo que puede llegar a despriorizarse una persona y mostrarse vulnerable; sino también con trabajos anteriores. Gran parte de esta canción nos recuerda a ‘Ramona’, gracias a versos como: “No sé en qué piensan cuando me señalan/ Cuentan mi vida y no sé de quién hablan/ Qué poco espacio ocupo en mi historia”.

‘Demasiadas canciones’ supone una denuncia directa frente a las violencias y a la situación precaria que sufren las mujeres dentro de la industria. Resulta fundamental que aristas como Zahara, consagradas y habituales en los carteles lo hagan, pues ellas saben lo que cuesta ganarse el lugar en el que están y han vivido en sus propias carnes este tipo de discriminaciones. Solo las mujeres que están en esa posición pueden hacer el ruido necesario para que esos lugares puedan ser conquistados por las artistas que las siguen.

El bloque de la ternura, viene introducido por ‘Tus michis’, canción dedicada a su amiga y poeta Patricia Benito. Un canto al amor que conforma la amistad y que es capaz de despertar mecanismos de defensa que no desplegaríamos por nosotras mismas: “Se las clavo a cualquiera/ Que se atreva a decirte que no vales la pena/ Cualquier frase de mierda que pueda ponerte triste/ Que me sale una cosa que no tengo conmigo/ Solo te pertenece, solo fluye en tu río”. Zahara nos vuelve hablar del refugio, esta vez hecho persona, una amistad adulta y sana, con la que disfrutar, pero con la que compartir vulnerabilidades.

‘La Ternura’ llega como antítesis de ‘La violencia’, sin embargo la artista no enumera aquellas cosas que le hacen llegar a ella, sino todas las que le han alejado. En este tema la artista se despoja todo ello para quedarse con lo tierno, a través de un ritmo muy cercano al reggaetón.

Como broche para este disco y culmen de la ternura, Zahara vuelve a sus orígenes con ‘Soy de un pueblo pequeño’, una canción con la que cualquier niña de provincias puede sentirse identificada (aquí, una a la tecla). Un lugar al que volver siempre es casa, no por la tierra, sino por todo aquello que nos hace pertenecer: nuestra familia, sus costumbres…

Soy de un pueblo pequeño
De las coplillas de mi abuela
Soy de todas las teclas
Del piano de Catalina
Que sigue tocando a mi vera

 

 

Sin embargo, no somos capaces de sentirnos del todo de ningún lugar porque lo que habitamos no reside allí y nuestras raíces jamás germinarán donde habitamos: “Soy de un pueblo pequeño/ Él dice que es una ciudad/ Testigo de mis dolores/ Nunca me conocerá”.

Así cierra Lento Ternura, un disco con una narrativa clara y articulada, en el que Zahara no deja de experimentar, pero desde un lugar más amable, tras haber gritado y expuesto sus infiernos en Puta y nos muestra todas las versiones que componen a Zahara: la reivindicativa, artista, madre, pareja… la humana, aunque todos pensemos que es de otro mundo.

 

Elena de la Fuente

Elena de la Fuente

Redacción

El Perfil de la Tostada