
Las Yhadys (2024)
- Las Yhadys
- ⭐️ 8,5/10
- Discos de Menta
El álbum definitivo de Las Yhadys
Las Yhadys empezaron ayer y van ya por su tercer disco. Ayer significa 2020, cuando Sergio Gómez y Estefanía Muriedas echan horas juntos para componer unas pocas canciones. Después se apunta a este juego de pop rebelde José Gandarillas.
La autoproducción es el camino que escogieron cuando sus canciones les dieron el verdadero chute de optimismo, ese que te hace creer lo suficiente en tu proyecto como para asumir que puede irse a la mierda y, aún así, decides seguir adelante.
Temazos y Homónimo fueron los álbumes que abrieron camino. El primero es un conjunto de 10 temas -la simplicidad a veces es la mejor decisión y llamaron así a cada uno de los cortes- y el segundo es un álbum con más cuerpo y más identidad; ambos ya estaban impregnados de shoegaze, pop efectivo, guitarras ruidosas y letras basadas en la vida real.
Y con Discos de Menta han editado su último lanzamiento en forma de long play sin poner ningún título, siendo propiamente homónimo.
Valiéndome de la premisa del guion cinematográfico de describir la acción como si a un ciego se lo estuvieras contando, si una persona que no haya escuchado el último disco de los cántabros me preguntase “¿A qué suenan Las Yhadys?» Lo que se me ocurre es: como si hubiesen estado un día entero de cañas con J y Floren, como si a los Punsetes les hubieran metido un filtro de Instagram, como pisar margaritas en el campo sin sentir culpa. Fue uno de los discos que destacamos en noviembre.
En estos 11 temas que ahora presentan saltan equilibradamente de la estructura clásica de canción pop al beat frenético de melodía punk con una chispa kinki subjetiva.
Así, en ‘Intro’ diferenciamos entre otros sonidos las guitarras distorsionadas con aire shoegaze que, junto con la voz clara y directa de Estefanía, nos introduce en un estado de anestesia lúcida nada más empezar; pasando directamente a la actitud más macarra que ofrece la banda con ‘No vuelvas por favor’, cargada de picotazos punk simples, crudos y descuidados que repetirán en ‘Dj’, ‘Hipotécate’ o ‘Madrid’.
Las letras son otra cualidad sobresaliente de la banda. Reúne crispación, mala leche, ruina social, desequilibrios existenciales y, cómo no, también hacen hueco a esa pequeña gran emoción que mueve el mundo: el amor.
El secreto no es otro que contar algo que sucede, el costumbrismo claro y llano brilla en unas canciones cargadas de efectividad millenial.
En ‘La Fiesta de Irene’, claro ejemplo de hartazgo existencial en un mundo insustancial, o en ‘Una sensación extraña’ trazando líneas de una incipiente relación vemos esas dosis de realismo llano que supura mal genio.
Este tercer trabajo está condensado en canciones sencillas y extrañas que tienen un ecosistema anclado en los 90’, aunque el amplio bagaje musical y cultural del trío hace difícil que encajen en un único estilo.
Las Yhadys han crecido musicalmente. Cierran el álbum con un tema acústico sin bajar la guardia en su discurso. Una canción de desamor cuanto menos atípica en la forma, de toda su discografía hasta ahora.
Los singles a veces no hacen justicia a un disco y no son representativos. A veces hay que dejarse guiar por todo lo que quiere contar un artista en su conjunto, sin quedarse en la superficie. Si te quedas en ‘Madrid’ o ‘Hipotécate’ te estás perdiendo todo lo bueno que ofrece esta banda pop-lo fi.
Mañana 21 de diciembre estarán dando un showcase en discos cucos de Santander.
La gira sigue:
25 de enero en El Fotomatón (Madrid).
21 de febrero en Bilbo Rock (Bilbao).

Lorena M.
Redacción