Um (2024)
- Martha Skye Murphy
- ⭐️ 9/10
- AD 93
El salto al Long Play de Martha Skye Murphy es conmovedor
Imagínate nacer con unas dotes vocales que con tres años de edad te permiten lucirte frente a tus familiares en las fiestas de cumpleaños; que un amigo de tus padres, director de cine, esté presente una de esas veces y coincida que esté rodando una película cuya banda sonora corre a cargo del mismísimo Nick Cave. Imagínate que el músico de Warracknabeal le diga a este director que quiere la voz de un niño para cantar en los créditos iniciales y automáticamente entres en la película que te abre las puertas para que Cave sea tu mentor y colabores en su disco Push the Sky Away (2013).
Pues bien, a groso modo, este es el periplo por el que pasó Martha Skye Murphy cuando apenas levantaba tres palmos del suelo.
La cantante y actriz londinense, que define su estilo como si fuese films de Wim Wenders, empezó su carrera en solitario después de cobijarse en el ala de Cave y su debut fue el EP Heroides (2018, Slow Dance) seguido del single followed ‘Black Eye’ en mayo de 2019.
Ha ido concatenando EP’s, Concrete, elogiado por la crítica, tenía trazos de Kate Bush y Julee Cruise en canciones completamente originales.
Toda su trayectoria reposa en un folk vanguardista oscuro y melancólico, aflorando una sensibilidad aventurera con la que se atreve a experimentar.
Este año ha dado el paso al long play y nos presenta Um. La artista deambula consciente por sendas embotelladas en una niebla espesa, turbadora y, por momentos, aterradora agudizada por el uso de sintetizadores.
El piano, presente en casi todas las canciones -por no decir en todas-, se nos presenta con un rostro frío y lejano que contrasta con la calidez de las letras; en ellas, Murphy revela anhelos (como en el single ‘IRL’), se desnuda vulnerable, y baja del desván un dolor que la ha fortalecido.
Destacan ‘Need’ (en la que colabora Roy Montgomery) y ‘Pick Yourself Up’ por ser las que más respetan la idea del disco: capas y texturas intrigantes con sonidos en paralelo.
La introducción ya nos dice mucho: ‘First Day’ aparece con ese sonido como de puerta entre abierta, de susurros y quejidos que nos sitúa en una atmósfera asfixiante. La propia Martha Skye Murphy dijo que, para crear Um, trasladó la acción a la época de la Guerra Fría y visionó muchas películas de espionaje para coger ese tono.
El piano de ‘Need’, acompasado, guía la voz quebradiza de Murphy. Poco a poco, la incorporación de instrumentos engrandece una canción que de por sí funcionaba elegantemente sin ornamentos. En una letra claramente poética, la artista grita la necesidad de necesitar y de que la necesiten.
Sigue transmitiendo a través del piano en ‘Pick up Yourself’, retorciéndolo por melodías sombrías en las que abusa de efectos sonoros ligeramente industriales (esto va a ocurrir en más ocasiones a lo largo de este trabajo) y juega con su voz de manera fascinante, como la gran soprano que es, yéndose por momentos hacia Kate Bush -o, incluso, recordando los agudos inconfundibles de Tori Amos, también en ‘Spray Can’-.
‘Theme Park’ nos mete en una realidad ilusoria, susurrante e intranquila, que es el alma del disco, para seguidamente sacarnos de allí y llevarnos más en la oscuridad hasta que llega el estallido en ‘Kind’. Moldeando de nuevo su voz a su antojo, distorsiona lo que tiene a su alcance para expresar dolor que quema.
Recurre a la acústica en ‘The Words’ y cierra el disco acompañada por Claire Rousay en ‘Forgive’, la más nostálgica en cuanto a melodía a piano, quizá.
El orden del disco no parece lógico. Palpita rabiosamente sin que puedas intuir qué viene a continuación, pero hay una introducción, nudo y desenlace perfectamente definidos con final abrupto en el contundente «That’s Enough» que Martha pronuncia.
Lorena M.
Redacción