Jack White No Name

No Name (2024)

  • Jack White
  • ⭐️ 9/10
  • Third Man Records

Jack White revitaliza el rock clásico con una obra majestuosa

 

Dentro de una larga lista de artistas etiquetados como salvadores del rock, pocos merecen tanto ese reconocimiento como Jack White, especialmente desde que inició su trayectoria en solitario.

Su larga e intensa trayectoria musical le ha llevado a publicar 14 trabajos con 4 bandas diferentes y 6 bajo su propio nombre desde su homónimo debut con White Stripes en 1999. Pero, más allá de las ventas, destaca su compromiso innegociable con su arte y con la industria que le ha llevado, entre otras cosas, a fundar Third Man Records, un sello discográfico y tienda de discos con sede en Nashville, Tennessee.

Esta ciudad, a la que White se mudó desde su natal Detroit, es, acaso, la más musical del planeta. Literalmente, en cada bar y en cada calle te topas con actuaciones de un gran número de artistas y grupos, amateurs y profesionales, deslumbrantes. Muchos de ellos a escasos centímetros de la fama.

Por ello, quizá no existe una urbe más adecuada para el nacimiento de un proyecto que ya se ha extendido a Detroit y Londres. En estas ciudades se ha convertido en un vibrante referente cultural como espacio que ofrece actuaciones en vivo y eventos especiales, como tienda y como punto turístico de obligada visita para cualquier melómano.

El lugar cuenta, por supuesto, con un estudio de grabación en el que White da rienda suelta a su afán experimental. Un detalle notable es que el recinto alberga una cabina Voice-o-Graph de 1947 accesible para visitantes externos, en la que se permite grabar hasta dos minutos de audio y obtener un disco fonográfico único.

Es un botón de muestra de su apuesta por revivir las técnicas de grabación tradicionales y analógicas que aportan una nueva dimensión a su sonido.

Porque una de sus señas de identidad está en la búsqueda de las raíces, con la intención de abrir una conexión permanente que conecte pasado, presente y futuro, desafiando las leyes de la física y la percepción del tiempo.

Así, los acordes de ayer y de hoy se unen para crear canciones que, en realidad, son un diálogo entre el músico de Michigan y aquellos pioneros de la música moderna que tanto lo inspiran. Las guitarras de unos y otros hablan y cantan entre sí, creando verdadera magia.

Esto es lo que impregna No Name, lanzado en este mes de agosto sin avisos ni campaña publicitaria previa. Es una obra mayúscula que nos ha dejado con la boca abierta. Frente al rock experimental de sus anteriores trabajos, apuesta por un rendido homenaje y un regreso al rock ‘n’ roll tradicional.

Es un trabajo compacto, uniforme, sencillo pero muy potente

Son trece enérgicos lametazos que nos devuelven a la era dorada del rock de la mano de sus colaboradores de confianza: Patrick Keeler (The Raconteurs, The Afghan Whigs) a la batería; Dominic Davies al bajo y Bobby Memett en los teclados.

Desde un punto de vista narrativo, es un ejercicio de reflexión profunda e introspectiva en el que White nos muestra una visión desencantada del mundo, de la soledad de la sociedad moderna, y su lucha interna con las dudas, las inseguridades, fruto de su permanente búsqueda de la autenticidad…

En el aspecto musical, sorprendentemente, es todo lo contrario: un trabajo compacto, uniforme, sencillo pero muy potente. Las protagonistas indudables son las guitarras, en todas sus formas y con todas las posibilidades que ofrecen, sobre una base rítmica que no busca reinventar el compás, a los que añade múltiples elementos y arreglos que se integran suavemente, sin estridencias.

Jack White No Name

Jack White No Name Vinilo – (c) Thjrd Man Records

Todo comienza con ‘Old scratch blues’, una suerte de canción protesta en versión blues que de forma rápida muta en un rock duro clásico, a la manera de Led Zeppelin. Aquí encontramos el riff de punteo tan característico de White y, aunque no tiene el gancho de ‘Seven nations army’, es igualmente reconocible y, lo más importante, utilizado de forma muy inteligente, con muchas variaciones.

Este acercamiento a la banda de Plant y Page, que se aprecia a lo largo de la mayoría de los surcos, se hace aún más evidente en ‘It’s Rough On Rats (If You’re Asking)’. Se trata de un delirio guitarrero en la que Jack se desata y prueba toda suerte de riffs de acordes. Sin embargo, con gran maestría, es capaz de dejar su espacio y relevancia a la sección rítmica.

Es, en general, un álbum que, aunque recuerda al legendario dúo que formó con su exesposa Megan, evoluciona definitivamente ese sonido. Aquí no hay ecos del garaje de Detroit sino más bien el rastro musical que hoya las ciudades de Memphis y Nashville. Un ejemplo claro es ‘That’s how I’m feeling’, con su estribillo accesible y ese riff de graves que parece salido de un bajo, aunque nos la puedan jugar con un pedal y una guitarra, como en aquel que todos recordamos.

Como un maestro artesano, White cuida cada detalle y añade los elementos precisos que hacen crecer los temas: así encontramos el uso del wah en ‘Underground’, que le sirve para cambiar de dirección de forma suave y enlazar country y rock. En cambio, en ‘Morning at midnight’ es el órgano el que actúa como un respiradero en un muro de guitarras.

Por el camino encontramos canciones que, sin desviarse del curso principal, crean un paisaje distinto: así, nos topamos con ‘Archbishop Harold Holmes’, cuyo riff de acordes suena a banda sonora de serie policiaca de los 70 firmada por Jimmy Page. También con ‘Bombing out’, un trallazo de dos minutos y medio en los que White encuentra momentos para la pausa y los efectos en eco de guitarra que uno se imagina al pie de un escenario.

Además, nos cruzamos con ‘What’s The Rumpus?’ y ‘Tonight (was a long time ago)’, quizá el segmento más accesible del disco, en el que encontramos, incluso, alguna parte coreable.

Pese a que también apuesta por golpes cortos, casi latigazos, como ‘Bless yourself’, hay espacio para piezas más elaboradas, como la escogida para el cierre: ‘Terminal Archenemy Ending’, un medio tiempo que solo acelera en el estribillo y en el que los golpes de Keeler resuenan con mas fuerza.

Jack White No Name

Jack White Live – Official Instagram Account

En conjunto, es esta sexta entrega de White un viaje a lo más profundo del alma rockera y un sentido homenaje al rock más tradicional. La cuidada producción hace que cada instrumento suene con pureza y autenticidad. Todo se percibe real.

Cerramos los ojos e imaginamos un viaje por el sur de los Estados Unidos, escuchando estas rolas en cualquier bar de carretera, en locales de renombre en ciudades señeras e, incluso, en algún honky tonk.

Los trece surcos de su vinilo (único formato físico, por el momento) revitalizan el género y refuerzan el papel del músico como uno de los más importantes de nuestra era. Otra orgullosa muestra de su herencia y de su ánimo por trascender. Una generosa contribución a un legado centrado en un arte y no en un nombre.

 

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Yago Hernández

Yago Hernández

Redacción