The Raveonettes Sing...

The Raveonettes Sing… (2024)

  • The Raveonettes Sing…
  • ⭐️ 9/10
  • Cleopatra Records

The Raveonettes viajan en el tiempo para homenajear a aquellos que le inspiran

Los daneses Sun Rose Wagner (voces y guitarra) y Sharin Foo (bajo, percusiones y voces), más conocidos como The Raveonettes, son unos artistas singulares, cuyo modus operandi les entronca con otros grandes de la experimentación musical, como Peter Gabriel, al considerar que las restricciones estimulan la creatividad. Por ejemplo, grabar un disco con escalas basadas en un solo acorde.

De esta forma, debutaron con un E.P. llamado Whip It On, grabado íntegramente en Si Menor (B-flat minor), en contraste con el subsiguiente debut en larga duración, Chain gang of love, grabado en Si Mayor (B-flat major).

En general, sus canciones se caracterizan por las armonías vocales que fusionan sus dos voces en casi una sola; grabaciones low fi, de pocos acordes, percusiones sencillas y un ruido eléctrico que han ido ensuciando con los años. Son grabaciones muy influidas por el rock y pop de los orígenes: los años 50, 60 y primeros 70.

No solo su iconografía inicial, inequívocamente retro y cinematográfica, sino su sonido, garaje con una pátina de showgaze y noise pop, nos evoca a esas décadas en las que la música moderna tomaba forma. En ellos, el presente y el pasado se funden en melodías de gran belleza y ensoñaciones en forma de riffs.

Llevan sin publicar un disco de canciones originales desde 2017 (2016 Atomized) y el año pasado publicaron The Raveonettes Presents: Rip it Off, una revisión de aquel mini álbum seminal en el que versionan cada una de aquellas canciones en colaboración con otros artistas como MØ, Dave Gahan, Glasvegas o Trentemøller.

En otra vuelta de tuerca, nos traen ahora un maravilloso tributo a todos esos artistas y canciones que les han inspirado a lo largo de estos años: títulos de The Velvet Underground, The Everly Brothers o Buddy Holly desfilan a lo largo de unos intensos pero breves 27 minutos. Como ese verano de los despertares juveniles, que lo vives al minuto y se pasa en un abrir y cerrar de ojos.

Se trata de un trabajo sorprendente por la forma en que se apropian de esas canciones, que parecen escritas por y para ellos. Consiguen llevar los temas a su terreno con cambios tan notables como sutiles, que solo salen a la luz en contraste con las grabaciones originales.

Una vez más, tienen ese toque mágico y esa facilidad para crear atmósferas con una producción minimalista. Su distintivo sonido funciona como una cooperativa en la que todos los elementos, voces incluidas, trabajan por el colectivo que nos acoge y nos arropa. Y una vez dentro, sin darnos cuenta, los fraseos de las guitarras se transforman en alas que nos hacen volar.

The Raveonettes Sing...

The Raveonettes (© The Raveonettes – Instagram)

Estos son los diez clásicos revisitados:

1. ‘I love how you love me’ (The Paris Sisters, 1961): Una balada deliciosa, para escuchar con beisbolera en un dinner, pero que suena, sobre todo, a baile agarrado de fin de curso con smoking. Una preciosa canción de amor optimista a la que el tiempo y la interpretación del dúo danés le añade unas notas de nostalgia y unos colores oscuros, más íntimos que tenebrosos.

2. ‘Goo goo muck’ (Ronnie Cook & The Gaylads, 1962): Más de uno se habrá sorprendido al descubrir que la original no es la versión que hicieron The Cramps en 1981, si bien es justo reconocer que la de este disco es más parecida a esta última. La de Ronnie era una versión transgresora y protopsicodélica, que todavía podría sonar en una pista de baile hoy en día. La de los “Calambres” suena a Elvis aventurándose en el punk. The Raveonettes apuesta por una tercera vía, con mayor ritmo, cambios de dirección y una mezcla pensada para una fiesta clandestina.

3. ‘The girl on the death rock’ (Duane Eddy, 1960): Mientras la versión original apostaba por la voz profunda, de largo recorrido, de Duane Eddy, adornada con orquestaciones, aquí la voz es mucho más discreta y se cede el peso a las guitarras y la percusión. La letra es el guion de un thriller a la que esta versión hace justicia con una apuesta más atrevida ideal para una banda sonora de Tarantino.

4. ‘All I have to do is dream’ (The Everly Brothers, 1958): Es quizá la menos arriesgada del disco. Los daneses se limitan a adaptarla para llevarla a su terreno.

5. ‘Will you love me tomorrow’ (The Shirelles, 1960): Es este casi el caso opuesto al anterior. Una versión que difiere notablemente de la original en la que toman riesgos notables con resultados sobresalientes. Es curioso que una banda que da tanta importancia a las armonías opte por grabar con una sola voz una canción dominada por los coros y den en el clavo gracias a la genial idea de basarla casi exclusivamente en una percusión y unos arpegios muy suaves que se desvanecen en la relativamente larga coda. Delicada y envolvente.

6. ‘Venus in furs’ (The Velvet Underground, 1967): Considerablemente recortada en duración respecto a su hermana mayor, es la perfección hecha versión. Toda una lección de cómo actualizar un clásico en una interpretación magnética e hipnótica en la que Sharin se transforma en un trasunto de Nico para cantar un corte en el que la voz original era… de Lou Reed… Un ejemplo perfecto de cómo modernizar una canción y, al mismo, tiempo, integrarse en la versión original. El tratamiento de las percusiones le da un sonido de vanguardia, pero, a la vez, uno tiene la sensación de que está escuchando la versión original. Una fantasía.

7. ‘Wishing’ (Buddy Holly, 1958): Una canción que crece, gana intensidad y te conquista casi sin darte cuenta. Su apuesta ganadora pasa por unas guitarras de corte casi noventero y un mayor protagonismo del ritmo que, curiosamente, pasaba a un segundo plano en las grabaciones de Buddy Holly.

8. ‘Return of the grievous angel’ (Gram Parsons, 1974): La canción de mayor duración, por encima de los 4 minutos. El equilibrio imposible y un ejercicio de doma en el que la pareja musical se emplea a fondo para hacerse con el corte originalmente más alejado de su estilo. El dominio de las armonías les permite hacer el cambio de registro justo para hacer justicia a la interpretación original y la instrumentación viste el country original con un traje de pospunk.

9. ‘Shaking all over’ (Johnny Kid & the Pirates, 1960): En otro ejercicio de contrastes que nos habla de que la secuenciación del álbum está muy pensada. La querencia por el garaje de Sun y Sharin encaja como un guante con el estilo de la canción. Gran presencia de las guitarras, tratadas junto a la percusión para darle una cierta atmósfera opresiva a la canción que cambia los aires optimistas de la original por unos más canallescos.

10. ‘Leader of the pack’ (The Shangri-Las, 1964): Crean su propio muro de sonido. Un desenfreno eléctrico que lleva el shoegaze a los años sesenta. En otro alarde de genialidad, suenan como si los Chromatics se pasaran al rock clásico cerrando el disco con su particular regreso al futuro.

A falta de canciones nuevas, la originalidad la encontramos aquí en un complicado ejercicio experimental, con un tratamiento diferente de los arreglos, la instrumentación y las voces para situarse en esa área indeterminada entre el clasicismo y la vanguardia.

Es un homenaje y una revisión contemporánea de unos clásicos que vuelven a cobrar fuerza. Es una muestra de virtuosismo y pasión musical, que nos recuerda sutilmente que la suya es una de las propuestas más estimulantes y una forma diferente de ser original.

 

#TheRaveonettes, #InnovaciónMusical, #Reinterpretación, #ArmoníasVocales, #LowFi, #InfluenciasMusicales, #IconografíaRetro, #Cinematográfico, #SonidoGaraje, #NoisePop, #Versiones, #ProducciónMinimalista, #CooperativaMusical, #GuitarrasVoladoras, #ClásicosRevisitados, #TributoMusical, #PasiónPorLaMúsica, #VirtuosismoMusical, 

Y.H.

Y.H.

Redacción

El Perfil de la Tostada