Una semana después de la salida de su segundo álbum titulado ‘El Diluvio’, nos citamos con Elena y Javi, teclista y voz de Mallo, respectivamente.

Entre cervezas, risas y honestidad charlamos acerca de su nuevo disco y de cómo están recibiendo ellos lo que este trabajazo les ha traído. Mallo es una banda que nace de otros proyectos musicales en la ciudad de Toledo. Además de Javi y Elena, está Bea al bajo, Gonzalo a la guitarra y María a la batería. Lanzaron su primer disco homónimo en marzo de 2020, el cual fue producido por Víctor Cabezuelo.

Tras dos años de mucho trabajo, un máster de Rafa Pachón y una necesidad de expulsar todo lo que tenían dentro hecho canción, sale ‘El Diluvio’, un álbum que nace desde la experiencia de convivir con el trastorno ansioso-depresivo, y que arroja luz y apoyo a las personas que se puedan sentir identificadas con sus letras.

Lo primero de todo, un placer estar con vosotras y daros la enhorabuena por el disco, es increíble.

Elena y Javi: (Risas y aplausos) ¡Muchas gracias!

¿Qué os impulsó a aventuraros a grabar el disco en casa?

J: La precariedad, me atrevería a decir que la precariedad. Lo ideal habría sido obviamente contratar gente que sabe mucho más, y que lo puede hacer mucho mejor que nosotras. Pero el trabajo es caro, vale dinero, y aunque llevábamos dos o tres años defendiendo el disco anterior, no habíamos generado capital.

E: Claro, salió justo en marzo de 2020, algo pasó, y todos los conciertos que teníamos agendados evidentemente tuvimos que cancelarlos y el disco no tuvo el viaje que debería haber tenido.

J: Sí, que se esperaba.

E: Realmente, el disco final ha sido un producto que hemos terminado de hacer ahora. Sí teníamos ideas para un disco previamente, pero no teníamos ni la forma de hacerlo ni una idea clara. Entonces, fue cuando sacamos los tres últimos singles: ‘Richelieu’, ‘Dímelo’ e ‘Inmensa Minoría’.

Hubo dos que los produjo Víctor Cabezuelo y el otro Ismael Rubio. Así que esos sí los hicimos más profesionalmente.

Considero que el disco nuevo también lo hemos hecho de forma profesional, pero llega un momento en el que no teníamos oportunidades de hacerlo de una forma que nos saliese rentable, bueno, no rentable, sino físicamente posible.

J: Al margen de que somos una banda que no tiene ni agencia de booking, ni de comunicación, ni discográfica, ni nada de nada. Los bolos que nos salían eran pocos y mal pagados, y el dinero había que invertirlo en otras cosas todo el rato. Era o hacerlo así o no hacerlo.

E: También contábamos con la suerte de que dentro de la banda hay conocimientos técnicos, si no tuviéramos esa oportunidad, evidentemente no nos hubiéramos lanzado a hacerlo a ciegas. Esa parte nos la hemos ahorrado, pero lo hemos hecho ahora, porque luego también es una cantidad de horas de estudio y de pasta invertida en nuestro estudio…

J: Esto con profesionales habría salido mucho más rápido y posiblemente bastante mejor, pero ha salido porque teníamos los conocimientos, teníamos el equipo y, sobre todo, muchísimo tiempo. En la mitad o un tercio del tiempo con alguien profesional trabajando hubiese salido.

Dijisteis que Víctor os había ayudado a descubriros, pero el proceso de grabación ha sido de dos años y al tratarse en sus letras temas tan personales e introspectivos… ¿Puede que hayáis descubierto algo nuevo o hayáis llegado a alguna otra conclusión musical que quizá no supierais al principio de la banda?

J: Yo diría que lo teníamos claro. Hablo por mí, para lo que me ha servido es para quitarme de encima una serie de vergüenzas como, por ejemplo, reconocer que lo que me flipaba de adolescente era el emo-pop-punk de los 2000, y ha habido un momento durante la grabación que ha sido como “¿por qué esto me tiene que dar vergüenza si realmente me flipa y es lo que quiero hacer?”.

En realidad, creo que las grabaciones con Víctor nos sirvieron para sacar a la luz cuál era una parte de nuestra identidad musical que no conocíamos, y esto ha sido la integración total de ambas.

E: Yo por ejemplo entré una vez ya grabado el disco homónimo de Mallo, pero en los singles que grabamos con Víctor ahí ya sí que estuve, y trabajar con él es muy agradecido porque, aunque él tenga una idea muy clara, su forma de hacerte llegar a esa idea es guiarte por cómo a ti te van saliendo las cosas.

Es más una guía que una imposición.

Es super didáctico, también, a raíz de la experiencia de trabajar con Víctor en varias ocasiones… Bueno, y con Ismael, que es un modus operandi bastante similar a la hora de grabar y de producir las cosas que habíamos grabado, de dejar respirar lo que estábamos haciendo, y de entender qué es lo que funcionaba y lo que no.

También por eso ha tardado tanto el disco, ha dado muchas vueltas…

J: Hay cincuenta versiones de cada demo.

E: Claro, muchos temas desde lo que fue la demo hasta lo que ha terminado saliendo ahora, en abril de 2024.

‘Vida en Venus’ la empezamos a componer en la cuarentena, y desde aquello hasta el viaje que ha tenido ahora lo considero muy positivo. Y también de deshacernos de ideas preconcebidas de “esta es mi burra y de mi burra no me bajo”. Nos hemos quitado mucho eso.

J: Víctor tiene como productor una virtud increíble que no se encuentra en la mayoría de los productores, y es que en vez de imponerte él cómo quiere que suenes, hace mucho esfuerzo para llevarte hasta dónde él cree que tú quieres sonar. En vez de imponerte su sonido, hace esfuerzos conscientes para que encuentres el tuyo. Eso es algo muy difícil de encontrar en la música

«Las grabaciones con Víctor nos sirvieron para sacar a la luz cuál era una parte de nuestra identidad musical que no conocíamos, y esto ha sido la integración total de ambas»

Es muy interesante todo este tema… También afirmábais que en los ensayos del nuevo disco habíais recuperado la ilusión de juntaros a tocar. ¿Afrontáis con ilusión las fechas que tenéis en verano?

J: Sí, lo afrontamos con mucha ilusión, sobre todo porque a partir de cierta edad y cuando el trabajo número uno se convierte en el modo de vida, pasarse los domingos, los sábados, los martes o los jueves en el local para hacer ruido y tocar, deja de ser algo que te hace ilusión y pasa a ser una obligación que dejas de ver como rentable.

Saber que hay conciertos en el horizonte y que te van a obligar a encerrarte, encontrar una dinámica de grupo, aprender a comunicarte sin palabras con tus propios músicos, es algo que tenía muy olvidado y que me ha gustado mucho recuperarlo.

E: El disco lo ha grabado Leire, pero a las baterías tocando en directo y ensayando está María, lo que ha sido una incorporación nueva.

De bajista está Bea, que también fue una incorporación nueva porque hemos tenido otras bajistas desde que salió el primer disco, y yo también llegué más tarde.

Pero Gonzalo y Javi llevaban ensayando las mismas canciones años y era como “esto tiene que salir”.

De repente, ensayar canciones nuevas desde cero como formación completa es muy inspirador y te da muchas ganas de tocar.

Es un disco que al final tiene muchas capas, mucho ambient y todo eso luego hay que poder llevarlo al directo con nuestro nivel. No solamente es hacer las canciones, sino hacerlas para tocarlas. Eso hace mucha ilusión y es muy guay hacer cosas nuevas, ver cómo evoluciona y cómo nace.

J: Cuando metes a un músico nuevo en la banda, puede salirte rana, puedes descubrir que es alguien que no te cae bien, que no toca exactamente como tú quieres o que hay diferencias creativas. Pero justamente en la formación actual de Mallo, que espero que sea la definitiva, hay una sinergia muy bonita en la que cada músico aporta una cosa que hace crecer mucho al total. No es ni todo el mundo haciendo lo que una persona dice, ni cada uno hablando un idioma diferente, sino que es todo el mundo hablando el mismo idioma desde visiones diferentes. A mí eso me encanta.

«No solamente es hacer las canciones, sino hacerlas para tocarlas.
Eso hace mucha ilusión y es muy guay hacer cosas nuevas, ver cómo evoluciona y cómo nace»

Entonces, ¿habéis notado cambio en las canciones comparándolas a la hora de grabarlas con la de llevarlas al directo?

E: Sí, porque somos hijos de nuestro tiempo y conscientes de las facilidades y dificultades que tenemos a la hora de los directos a los que estamos acostumbradas y a los que nos podemos permitir.

Porque tenemos que conseguir que esto suene lo mejor posible con los medios que tenemos.

También tenemos que disfrutar, que es una cosa que cuando normalmente te pones a ensayar, al principio tienes muchísimo estrés y agonía, pero cuando lo dejas y empiezas a disfrutar y a pasártelo bien tocando, es muy distinto.

Cuando estás muy acostumbrado a tocar una cosa, porque se ha tardado mucho en grabarla y ensayarla, había muchos vicios que teníamos aprendidos, por lo que quitarte de ellos para enfocar en una cosa nueva que funcione bien en directo y que quede guay…

J: ¡Y verte desde fuera!

E: Que se disfrute, tanto desde fuera como desde dentro.

J: Creo que hemos conseguido un equilibrio muy guay en este disco entre permitirnos ciertas idas de olla en la versión de estudio y luego conseguir que suenen en directo sin la necesidad de lanzarlo todo.

Es un disco que entre el estudio y el directo suena ligeramente diferente pero muy equilibrado.

No se nota demasiado la diferencia de lo que suena en el disco y lo que va a sonar en vivo. Eso ha sido mirarse mucho desde fuera.

Pero está guay ese cambio del estudio al directo. ¿De dónde nace la inspiración que habéis tenido de adjudicar a cada canción un símbolo o elemento?

E: Una de las inspiraciones es el disco ‘Un Ramito de Violetas’ de Cecilia, cada canción tiene una ilustración que hizo ella. Esa idea me gustaba mucho.

También somos muy frikis de toda la iconografía del tarot, de lo medieval… Que también está muy ligado a Toledo en general.

Todo cobró un sentido y a partir de tenerlo vimos de dónde venía. Pero fue una idea que se nos ocurrió muy temprano, porque ‘El Diluvio’ como canción tenía un símbolo, el cual es el del agua cayendo sobre la tierra. Esas cosas las teníamos muy claras.

Hubo un día que nos juntamos y dijimos “podría estar muy guay hacer un símbolo de cada canción”, porque realmente es un ejercicio chulo y de conocer las canciones.

Muchas veces escribes cosas que sabes desde dentro lo que quieres decir, pero resumirlo en una frase es complicado y en un símbolo, más. Eso nos ha permitido mucho tiempo a darle muchas vueltas.

Somos personas muy sobre pensantes en ese tipo de cosas muy ligadas a la iconografía en general. Nos parecía que tenía mucha lógica y nos gustaba mucho hacer algo especial en el sentido de “esto no es una canción sin más, sino que tiene un signo concreto”.

J: Ahora mismo tengo como veinte páginas de “símbolos alquímicos”, “alchemy library”, “iconografía medieval”, “dibujos ilustrados del siglo XII”… Cosas así. (Risas)

E: Una excusa de juntar todas nuestras pasiones, cosa que también pasó con el tema de las espadas, tanto en los videoclips como en las fotos…

J: Porque Gonzalo y yo hacemos esgrima.

E: Claro, juntar nuestras pasiones con el trabajo número dos, que es la banda. Sentimos que lo podemos hacer todo, y juntar las cosas que nos gustan en una misma.

J:…Tengo que dedicarle seis horas a esto después de las ocho horas que dedico a mi trabajo, al menos que sean seis horas en las que me lo pase bien haciendo lo que quiero, como me gusta e integrando todas las visiones”.

Símbolo de la canción ‘El Diluvio’

Aunque en ‘Alhaja’ se ve el arraigo a Toledo del que hablamos, ¿es algo que buscáis defender con la banda o sale casualmente?

J: No per se el arraigo a Toledo. Creo que sí que hay una parte muy importante de que las únicas personas de allí somos Gonzalo y yo, pero todas las integrantes de la banda vivimos en Toledo, y sí que estamos muy orgullosos de nuestra identidad a pesar de que somos muy críticos para lo que se hace políticamente en nuestra ciudad.

Pero creo que más allá de que sea Toledo o no, hay algo importante que subyace en el hecho de reivindicarnos como banda de esa provincia que es el hecho de ser banda de provincia.

Esto es una opinión personal, pero creo que Madrid, como gran capital, tiene una fuerza gravitacional gigantesca, en lo cultural también, y a veces es terriblemente tóxica. En Toledo, una cosa que pasa mucho, y a mí como artista de allí me ha pasado (que es muy nociva para la creatividad de la provincia) es que una vez cumples 18 años y quieres dedicarte a algo artístico, sabes que tienes Madrid al otro lado de la A-42, a 80 kilómetros, 40 minutos en coche, 20 en ave, y entre hacerlo aquí o allí, se hace allí porque hay más facilidades, más sitios donde hacerlo, más gente que se puede conocer.

Creo que es importante que la gente que viene de los márgenes, sean los que sean, pero particularmente los geográficos, reivindiquen lo local para exigir los mismos derechos de consumir y crear cultura en el centro del país o en cualquier pueblo, ciudad o lo que sea.

Debe tener la misma posibilidad de generar cultura una chiquita de Matalascañas que alguien que haya nacido en Badalona.

Y creo que debería ser una responsabilidad de cada banda. Puede que todos hayamos crecido en un sitio que nos ha dado más o menos oportunidades, pero debemos reivindicar de dónde venimos.

Sin duda es algo muy importante como bien dices. En relación con esas oportunidades, a raíz de la salida del disco sonasteis por primera vez en Radio 3. ¿Cómo lo vivisteis?

J: ¡Gritando! (Risas)

E: Con una emoción… Que, perdón por la expresión, pero nos cagábamos encima. (Risas). De lo que hablábamos antes en cuanto a lo local, sí que hemos recibido un apoyo local muy fuerte de tanto radios locales, barrios, y más de medios de Toledo. Pero de repente ver que en Radio 3, que te puede escuchar cualquier persona que le interese la música y lo que escucha, es super importante porque una cosa que se dice mucho es “levantas una piedra y te salen cuarenta grupos”.

Es muy difícil estar escuchando todo el rato grupos nuevos o descubriendo cosas de cada sitio, así que al final eso es una oportunidad muy importante, es un altavoz que abre muchísimas puertas.

Nos sentimos infinitamente agradecidas, ya no solamente porque una persona ilustre de la música le haya gustado nuestras canciones como para ponerlas, sino la oportunidad de que muchas personas de repente nos escuchen sin conocernos y tengan ese acceso a nosotras. Eso es super importante.

J: Además Julio Ródenas se ha volcado: nos puso varias veces, siempre ha tenido palabras preciosas, vino al concierto y se preocupa mucho de hacernos ver que genuinamente le ha gustado.

Es como un boost, estábamos un poco de bajona con la idea de  que nos había tocado sacar el disco otra vez sin apoyo discográfico, sin management, sin nada de nada de nada de nada, pero lo sacamos encantadas y que sea lo que Dios quiera.

De repente, por primera vez, están pasando cosas muy bonitas como que Julio, un locutor de Radio 3, se fija en lo que hacemos y le gusta.

El otro día estábamos de paseo y de repente nos “cagamos vivas” porque Spotify nos comunicó que nos había metido en una playlist editorial de ellos, que es muy difícil entrar.

Seguimos siendo una banda pequeña y no vamos a llegar a nada, pero al menos con todos los pequeños logros que vemos que consiguen bandas mucho más grandes, tenemos una cierta tranquilidad de que los hemos conseguido siendo nadie, que tiene mucho más mérito.

Ya que habéis mencionado el concierto de Toledo… Fue el bolo de presentación del disco tras un sold out en febrero con Pan, que pudimos disfrutar también. El de Toledo fue muy impresionante porque la gente estaba muy volcada coreando las canciones, haciendo grandes ovaciones… ¿Cómo os sentíais mientras todo eso ocurría?

J: Debo decir que no fui muy consciente. Durante el concierto, para la escucha, llevábamos In-Ears, que son auriculares que te aíslan de todo y no oyes nada de fuera salvo lo que te pasa el técnico.

No fui consciente de que la gente estaba gritando hasta el puente de ‘Alhaja’, de repente fue como: ¿¡QUÉ!?

E: Por ejemplo, Bea, la bajista, y yo tuvimos una experiencia totalmente distinta porque por problemas técnicos no pudimos llevar la escucha interna, por lo que teníamos monitor y escuchábamos todo.

Al principio, estábamos pensando en si iba a sonar bien o no y esa era nuestra mayor preocupación, pero luego fue algo muy guay porque gracias a eso pudimos escuchar todo.

La Sala Pícaro, para quien no la conozca, es un local en el que estás tocando desde abajo y la gente te mira desde arriba, a diferentes alturas, entonces, es muy diferente a si tú estás desde arriba y miras al público porque verdaderamente no tienes tanto acceso a ver sus reacciones.

De repente, estar escuchando en 360º a la gente cantar la canción de pe a pa… Juro que se me cayeron las lágrimas.

Es una sensación muy bonita y me preguntaba si mi madre había pagado a toda esta gente para que cante mi canción y no tener que pagarme más sesiones de psicólogo. (Risas). Pero no, ¡era gente que la estaba cantando porque le gustaba!

J: Llevamos toda la vida tocando para nuestros cuatro amigos y tres parientes que aún quieren venir a vernos a hacer el maricón pintao, con cara de perro. Pero de repente ves que no es gente que está ahí por compromiso, sino que es gente que puede que conozcas o no, que está ahí gritando y es tremendamente emocionante llegar a conectar. Muy bonito y muy chulo.

Desde el público se vivió muy emocionante también.

J: ¡Yo casi lloro! (Entre risas)

No me extraña, estaba emocionada hasta yo… (Más risas). Y, ¿qué esperáis que os depare el disco?  

E: El álbum tiene muy poca vida, una semana, a pesar de que los primeros singles sí tengan algo más de viaje, pero es muy poco tiempo.

Primero con ‘Alhaja’, a la gente, especialmente de Toledo, le resonó mucho, especialmente por su experiencia y su vida, es muy especial. Luego con ‘Mamá, estoy bien’, que es algo muy crudo en ciertos aspectos y también, tristemente, a la gente le resuena y ver…

J: Hay muchas personas que nos están escribiendo mensajes agradeciéndonos.

E: Sí, eso es increíble. Sé que es una frase muy manida la de “espero que todo el mundo escuche mis canciones y se sienta identificade”, pero, verdaderamente, al final es por lo que haces las canciones; por hacer un disco que dentro de un orden es conceptual, y ver que la gente tiene mucho interés en escucharlo entero.

En los mensajes de las canciones, que al final son temas que en la mayoría de veces son cosas que vivimos desde la individualidad, ver que muchas personas se sienten identificada con eso es muy bonito porque, no es por hacernos los importantes, pero que alguien haya escuchado una canción nuestra y haya sacado el tiempo para mandarnos un mensaje y decir “me ha encantado la letra de este tema porque me he sentido muy identificade con esta cosa que decís” o “me ha resonado con otra cosa que yo pienso o experimento” es muy guay.

Al final es como cuando te sientas en una terraza con unas amigas, comentas cosas y ves que a la de la otra punta de la mesa le pasó lo mismo. Eso es un consuelo y una alegría.

Todes vivimos cosas de mierda en común, pero muchas veces las vivimos desde la individualidad.

Cuando estás triste, te gusta ponerte una playlist triste, una canción de Taylor Swift, ‘All too well (10 Minute Version)’, para gritar y pensar que a Taylor también le pasa esto. Ese tipo de cosas parecen un consuelo, un consuelo de mierda, pero es muy bonito y gratificante.

J: En cuanto a expectativas es eso. Lo único que sé es que me he pasado toda mi vida haciendo y sacando música con mogollón de expectativas, nunca ha pasado nada y siempre me he comido mierdas. Y ahora, que ha sido la primera vez que el día de la publicación del primer y segundo single y del disco, he pensado que sea lo que tenga que ser.

Nos alegramos de haber hecho esto desde la expectativa cero. Ahora es cuando están empezando a pasar cosas.

Así que yo prefiero mantenerme en el ahora. Sólo queda que llegue lo que llegue, sea bonito. Yo no tengo expectativas.

E: Que a la gente le guste, pero no desde un punto de popularidad ni nada, sino que tenga un sentido del por qué haces las cosas más allá de disfrutarlo.

También esto es una perspectiva que tenemos del disco, de tocarlo mucho en directo y disfrutarlo nosotros tocándolo. Ya lo estamos viendo realizado.

Que a la gente le guste y que se cree ese tipo de sinergia, es muy importante.

J: Tengo un recuerdo de ver, siendo adolescente, a Rufus T. Firefly tocando el disco de ‘∅ (Conjunto vacío)’, el previo a ‘Nueve’, ante una sala prácticamente vacía y no entender cómo estaba sala está vacía. Este grupo es mi grupo favorito del universo, este disco es el más importante que se ha hecho en este país, me alegro de que, si esta banda tiene 300 fans, yo sea uno de ellos.

Para nada me quiero comparar con los Rufus, que son la banda más grande de este país y ellos sí saben hacer música, pero creo que ese sentimiento bonito que Víctor y Rufus llevan muy por bandera: hacer algo que les sale muy de dentro y sólo esperar que de cinco o cinco mil personas, alguien conecte, creo que es como hacer arte.

Estoy totalmente de acuerdo. Terminando ya… Para las personas que no pudieron asistir a la presentación de Toledo o que os haya descubierto u os vaya a descubrir a posteriori, tenéis confirmado el 10 de mayo en el festival Toledo Beat y el 11 de mayo en El Vid Festival. ¿Algo más para verano?

J: Para verano no. Pero a la vuelta, por ahora, hemos cerrado el 21 de septiembre en Cuenca en la Sala Los Clásicos.

E: Y 28 de septiembre en Salamanca en La Chica de Ayer.

Genial. Muchísimas gracias por la entrevista, desearos lo mejor con este disco y los conciertos que tenéis por delante, y seguiremos atentos de vuestro recorrido.

E y J: ¡Muchas gracias a ti!

(Aplausos y risas)

Lucía Poveda

Lucía Poveda

Redacción