El festival Músicos en la Naturaleza reúne a 5.000 asistentes en un paisaje idílico y ofrece una muestra del panorama musical actual
Si no te suena este festival, ya es hora de que lo vayas apuntando en tu agenda del año que viene. En un paraje idílico, en el municipio de Hoyos del Espino situado en plena sierra de Gredos, este festival de una noche es el lugar perfecto para terminar el verano. Según llegas a la ubicación que marcan en su web, encuentras un montón de personal que te indicará hacia dónde dirigirte, ya vengas a pie desde el pueblo o en coche desde otro lugar. Hay un montón de sitio para aparcar y está todo perfectamente organizado. Según vas llegando al recinto, encuentras bares y carpas llenas de gente que se quiere unir a la fiesta aunque sea desde fuera. Es increíble observar el escenario desde lo alto con las montañas al fondo mientras te tienes que abrochar el polar porque ya empieza a refrescar.
Una vez te ponen la pulsera, te reciben con una bolsa de tela con un vaso reutilizable, un cenicero y una bolsa de basura. Tanto la organización como los participantes están muy concienciados del cuidado del entorno, con la intención de que se pueda seguir celebrando durante muchos años más. Hay varios puestos de comida y bebida con precios razonables, así como puesto de merchandising. El recinto está en pendiente lo que ayuda a que desde cualquier lugar puedas ver el escenario sin problema.
El programa decía que a las 20 horas comenzaba tocando La Habitación Roja, pero cuando llegamos nos encontramos con que estaba actuando La Cabra Mecánica. No vimos este cambio anunciado y sí que nos sorprendió un poco. El grupo, liderado por Lichis, ofrecía uno de sus últimos conciertos de la gira que rememora los 25 años del lanzamiento de su último disco. Se lo dedicaron a la recientemente fallecida María Jiménez, con la que cantaban uno de sus mayores éxitos ‘La lista de la compra’. El sonido fue bastante bueno e hicieron un recorrido por su primer disco y sus hits más conocidos. La afluencia del público no era muy grande pero se veía animación.
A las 21 horas entró en el escenario La Habitación Roja. Los asistentes seguían un poco disperso por el recinto y es cierto que costó un poco arrancar y levantar el ánimo, pero un grupo veterano sabe cómo ganarse hasta al público más reticente. Pudimos escuchar temas del último disco, pero cuando realmente se animó la cosa fue cuando sonaron sus temas más conocidos ‘Indestructibles’, ‘Ayer’, o ‘La moneda en el aire’. En 45 minutos de concierto es verdad que no da tiempo a mucho, pero los valencianos hicieron muestra de su gran repertorio y trayectoria y creo que más de uno se fue con un nuevo grupo que añadir a la lista de favoritos.
Después del cambio de escenario entraron los madrileños Carolina Durante dándolo todo. Comenzaron con ‘Aaaaaa#$!&’ que es uno de sus temas más cañeros del nuevo disco. En las canciones más populares, como ‘Perdona (Ahora Sí Que Sí)’ que cantan con Amaia, o su nueva versión de ‘Marta, Sebas, Guille y los demás’ se podía ver un público muy animado. Diego Ibáñez se coronó un día más como uno de los mejores frontman del panorama musical actual (incluso aún un poco resfriado) y el grupo hizo un concierto de 10. Repasaron su último disco y también temas antiguos. La verdad que nos quedábamos sin aire de tanto saltar. Fueron muy profesionales, y teniendo en cuenta que la actitud del público no fue la más adecuada (les pidieron que se fueran, les daban la espalda, y no aplaudían), el concierto se disfrutó mucho y ellos mantuvieron su nivel habitual. Fue un muy buen directo, y es una pena que algunos asistentes no tuvieran mucha consideración con la gente que quería verles ni con el propio grupo, que son unos grandes profesionales haciendo su trabajo.
El último artista de la noche era Melendi. Es cierto que la configuración del cartel y el line up llamaba un poco la atención, y quizás esto generó algún momento de impaciencia durante las actuaciones previas. Era el gran esperado de la noche y se notó tanto encima como debajo del escenario. Se metió al público en el bolsillo desde la primera canción, ‘Likes y cicatrices’, y también nos regaló sus clásicos, como ‘El violinista en el tejado’ o ‘Caminando por la vida’. Aprovechó para interactuar con el público y contar su vida, «pero cantada», como él mismo dijo.
El festival se cerró con con una temperatura un poco baja pero con un buen sabor de boca. La gente salió contenta y es una gran iniciativa para acercar la música a lugares nuevos y con una gran riqueza. Estamos seguros de que volveremos, y de que seguiremos saltando y gritando nuestras canciones favoritas sin importar lo que haga el resto.
Celia Súnico
Redacción