Su último disco ya vaticinaba la buena forma musical de la banda, corroborada en directo; los toques teatrales en el escenario de estos multiinstrumentistas hicieron el resto para conquistar Madrid
El concierto de Arcade Fire empezó con polémica: la telonera Feist abandonó la gira tras las acusaciones contra el cantante Win Butler de acoso y abusos entre 2015 y 2020. Pese a ello, nada pareció empañar la velada en Madrid con su único concierto en España antes de emprender sus pasos a Lisboa para seguir con su periplo europeo.
La banda canadiense, formada actualmente por Régine Chassagne, Richard Reed Parry, Tim Kingsbury, Jeremy Gara y el propio Butler, se dieron un baño de masas en el Wizink Center. ‘WE’ es un gira esperada y celebrada. El Bolero de Ravel fue el encargado de dar la bienvenida a las masas sin descanso (de forma casi intimidante, podríamos decir debido al volumen) tras el momento del DJ (que pasó desapercibido, entendemos que supliendo la falta de Feist) para calentar motores. A algunos podría haberles parecido excesivo el momento de la pianola tocando de forma automática la famosa pieza desde el escenario B situado en la parte central del recinto. Sin duda la puesta en escena fue uno de los puntos fuertes del recital con un escenario principal con forma de iris y numerosas luces y láseres (bola de cristal incluida) para convertir el recinto en una fiesta.
La espera se hizo larga pero al fin salió el grupo al escenario: ‘Age of Anxiety I’ fue el tema elegido para arrancar al igual que hace con el disco ‘WE’. A partir de ese momento, Arcade Fire demostró que prácticamente todas sus canciones han ido convirtiéndose en himnos para ser coreados (sin faltar el ‘lololo’ que hemos oído en festivales hasta hartarnos) y que pese a la banalidad de algunos momentos -como los muñecos hinchables de colores frente al escenario que ya vimos en su videoclip de ‘Unconditional I (Lookout kid)- no cabe duda de que el respetable se encontraba delante de grandes multiinstrumentistas que no tiemblan a la hora de tocar la batería, cantar o bailar cuando toque (aquí una mención especial para Régine Chassange que lo dio todo sobre el escenario).
Continuaron calentando motores con una vista atrás hasta volver a su magnífico ‘The Suburbs’ a través de ‘Ready to start’. A partir de ese momento, se vivieron muchos momentos de comunión con el público con varias visitas a la pista del cantante y su banda así como la interpretación de varios temas en el escenario secundario, algo que sin duda ayudó a levantar los ánimos de los presentes con sus héroes más cercanos que nunca.
‘Reflektor’, ‘Age of Anxiety II (Rabbit Hole)’, ‘Rebellion (Lies)’, ‘Modern man’ o ‘Here comes the night time’ sonaron exultantes al igual que lo hicieron ‘Everything Now’ (una de esas canciones ya imprescindibles de Arcade Fire) o ‘The Lightning I’ y ‘The Lightning II’, otros dos extractos de su último álbum que confirman la deriva festivalera de la banda.
A la vuelta de un corto descanso, Arcade Fire prosiguió con ‘End of the Empire I-III’, ‘End of the Empire IV (Sagittarius A*)’, una versión de ‘Spanish bombs’ de The Clash y, finalmente, ‘Wake up’. Quizá no fue el enérgico final esperado por muchos pero permitió a todos corear sin preocuparse de su nivel de inglés y verlos de cerca desde el escenario secundario, donde dieron por cerrado su concierto y volvieron sobre sus pasos en formato batucada al backstage… Para gustos colores, pero el concierto de los canadienses consiguió que muchos olvidáramos los problemas durante dos horas y, si eso no es el poder de la música (sumada a la teatralidad de estos espectáculos de grandes dimensiones), poco nos queda ya para la extinción.
Rocío García
Redacción