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La gira de los hermanos Ferreiro ‘Cuentos y canciones’ es un regalo para los fans por muchos motivos. En primer lugar, porque los gallegos pronto se dieron cuenta el año pasado de lo frustrante de acudir a un concierto sin posibilidad de moverse y con mascarilla. Entonces decidieron hacer un formato donde predominara la música para escuchar sentados salteada con un montón de anécdotas, lo que hace al público más participe y parece que estuviéramos en el salón de su casa escuchando historietas. Pero es también un regalo porque nos ha traído a un Iván mucho más locuaz (en ninguna de sus giras anteriores habíamos visto al artista prodigarse tanto con el público). Y, además, parece cómodo en el papel de showman y presentador como en una suerte de late night musical.

Por si fuera poco, es también un regalo para los oídos con un repertorio que no se olvida de algunas «estrellas» pero también reivindica diferentes piezas que, por un motivo u otro, no suelen estar en el setlist habitual. Así que todos contentos: para quienes se presenten por primera vez a uno de sus directos, pueden dejarse llevar por el recorrido cronológico y comentado en el universo Ferreiro que es ‘Cuentos y canciones’; los que ya saborearon anteriormente su música en directo, se sorprenderán con un formato diferente y mucho más agradecido para los tiempos que corren. Un acierto.

Al contrario de lo que soliéramos hacer, no despedazaremos la lista de canciones para mantener la sorpresa. Quienes prefieran conocerla de antemano, no tendrán problemas en encontrarla en internet pero, por una vez, nos gustaría mantener el halo de magia y que sea Ferreiro el que haga in situ las presentaciones. Si con todo lo dicho hasta ahora no has comprado una entrada para su próximo bolo, no sé qué más podríamos hacer para avisarte de que no te lo pierdas.

En lugar de ello, sí que diremos las sensaciones que inundaron al concierto el pasado viernes en el teatro de la Laboral en Gijón y por qué lo hicieron tan especial. En el momento en que la locución anunciaba el comienzo en asturiano con la frase «que-yos preste el espectáculo», empezó a sonar el tema de la serie ‘Twin Peaks’ y salieron Iván y Amaro Ferreiro al escenario. Un teatro abarrotado (hasta donde lo permite el aforo actual) esperaba su llegada. «Como músicos debíamos ser capaces de hacer un show donde os emocionéis pero sin baile», explicó el vigués. En lugar del típico concierto, el clan Ferreiro ha ideado un relato de sus «fracasos» pero con mucho humor. Sin dejar que el público elija las canciones porque, como bien saben los vigueses, el actual repertorio nunca lo habríamos elegido. Y precisamente en ello reside su éxito.

Recuerdos a Rai Doriva e As Ferreiro cuando tocaban versiones travestidos en bares de Vigo, el fructífero paso por Buenos Aires gracias a la SGAE y su proyecto ‘Rock en Ñ’ para promocionar la música española en Latinoamérica hasta llegar a ‘Casa’, su exitoso (y merecidísimo) álbum más vendido del momento, tema a tema las anécdotas van cobrando vida en forma de canciones. La gira es también un homenaje a todas las personas que han acompañado a Iván durante su carrera en solitario: Pablo Novoa, Ricky Falkner, Suso Saiz, Nico Pastoriza y tantos otros. Como tantas han sido sus colaboraciones: «Soy triste pero sociable» resumió el gallego despertando las risas de los presentes. También hubo un reconocimiento explícito al valor de los técnicos y resto de profesionales que, gira tras gira, hacen posible que el trabajo funcione.

Si Vivaldi levantara la cabeza, no sabemos qué podría opinar de la cultura pop, pero queremos creer que hubiera percibido en los dobles sentidos, las sinestesias, el lirismo y la profundidad de Ferreiro la misma belleza que nosotros, los fieles que sentimos que Piratas no era una banda de rock más pese a los envites comerciales y a quienes la carrera en solitario de Iván nos ha acompañado como una vida paralela, tantas veces abrazada a la nuestra. Desde nuestra trinchera, le hubiéramos invitado a unirse. Decidiera estar de nuestra parte o en contra nuestra, seguiremos sintiéndonos orgullosos del pop de nuestros primeros amores, desengaños, bailes y momentos fulgurantes que duran tres minutos o mil años luz mientras sonreímos y bailamos bajo las últimas notas de una canción. Como diría Zahara, como si el mundo no se fuera a acabar.

 

 

Rocío García

Rocío García

Redacción