60 minutos exactos. 20 canciones, ni una más ni una menos. Ni bises, ni discursos, ni más florituras. No pueden ser otros que Los Punsetes.
Con más de 15 años dando guerra, el grupo madrileño fue el elegido para protagonizar el jueves de Nits del Fòrum.
Después de la cancelación del Primavera Sound, la organización del festival decidió no dejarnos huérfanos tras el vacío y ha organizado un ciclo de conciertos en Barcelona para saciar nuestra sed de festis de verano. Las Nits del Fòrum no son la locura hasta altas horas del Primavera Sound pero sí toda la calidad musical repartida en 70 conciertos de tardeo.
Con una disposición impactante para los asiduos al Primavera y un único escenario reservado para la ocasión, se han designado como gradas aquellos escalones donde normalmente los bailongos viejóvenes nos tomamos un descanso con una cerveza fría después de encadenar varios conciertos y así cargar pilas para las siguientes horas de espectáculo.
Por megafonía recibimos varios avisos, a modo de controlador aéreo, informándonos que debemos ocupar nuestros asientos. Los asistentes desalojaban la terracita veraniega donde se tomaban la previa antes de disponerse a disfrutar a lo grande del plato fuerte de la noche.
Los Punsetes entraron a matar sin anestesia, recorriendo temas tanto de su último álbum Aniquilación, como del resto de trabajos de su carrera musical.
Hasta ocho canciones más tarde no obtuvimos un escueto «Gracias a todos por venir y respetar las normas», de la cantante, todo un detalle por su parte, sabiendo que es mujer de pocas palabras.
Ariadna desempeñó a la perfección ese papel tan característico suyo, apática, aséptica e inmóvil, contrastando con la energía hiperbólica que traslada tanto la música como los miembros de la banda, que también parecía que estuvieran conservando distancia de seguridad por la dispersa posición que tomaron del escenario.
Otros grupos se esfuerzan desmesuradamente por intentar conectar con el público más allá de sus canciones, sobre todo tras la pandemia, pero la gran suerte que tiene la líder es que su carisma irónico y ecléctico, en línea con las letras que componen, posee la capacidad de activar a los seguidores, sin necesidad de juegos preliminares.
Con un sonido desmesurado para el aforo, los presentes prácticamente no tocaron asiento, bailando, cada uno desde su acotado sitio, tanto temas del principio de los tiempos como “Dos policías”, “Maricas”, como los más recientes “Seres humanos”, “Atraco perfecto”, “Una persona sospechosa” o “Idiota”.
En el repertorio no podían faltar los himnos “Alférez provisional”, “Tu Puto Grupo”, “Opinión de mierda”, “Me gusta que me pegues” o “Tus amigos”, con la que cerraron su actuación. Un total de 20 temazos que convirtieron el espacio en una pista de baile insaciable.
Los madrileños son de las pocas bandas del indie pop español que son plenamente fieles a su estilo. Las últimas canciones podrían pertenecer perfectamente a su primer disco, ya que sigue manteniendo esa esencia noventera que tanto deleita a los fans nostálgicos de aquellos grandes años del panorama musical.
Aunque el público se esforzó en intentar mendigar algún bis con gritos de Menos Covid y más Punsetes, el grupo, fiel a sus principios, no se dejó influenciar y Ariadna sentenció con «Muchas gracias, bona nit» en su segunda y última escueta participación.
Sin duda, consiguen con esmero su propósito de no dejar a nadie indiferente. Con un ADN 100% hater, solo puedes amarlos u odiarlos, no existe escala de grises. Lo que sí es universal e incuestionable es que la imposibilidad de mantener los pies pegados al suelo cuando tocan Los Punsetes hace que si alguien que no baila en uno de sus conciertos directamente no es de fiar.
Sònia S.
Redacción
Nica Estrada
Fotografía