Posible (2020)

  • Bunbury
  • ⭐️ 7,5/10
  • Ocesa/Warner

El inicio de la carrera artística de Enrique Bunbury se remonta a finales de los 80, cuando junto a sus compañeros de Héroes del Silencio, publicaba su primer LP. Desde entonces, hace ya más de 30 años, el músico zaragozano ha sido una de esas figuras repudiadas o amadas que tanto gusta en nuestro país, sin término medio. Pocos detractores de Héroes se han pasado al bando de Bunbury con los años, y otros tantos jamás vieron más allá de su existencia fuera de la banda maña.

Sin embargo, todo esto resulta un argumento ciertamente “viejuno” que me parece de recibo rescatar con motivo del lanzamiento del nuevo disco de Bunbury, Posible (Warner/Ocesa, 2020), donde el aragonés vuelve a dar una vuelta de tuerca a una creatividad que en condiciones normales debería estar más que exprimida, después de 10 discos de estudio en 23 años de carrera en solitario. Y es que Bunbury en todo este tiempo ha tenido ocasión hasta para “redimirse” de sus antiguos pecados (contentando a antiguos fieles de Héroes), para terminar, poniendo a sus pies –hace ya tiempo- a crítica y público.

¿Y cómo se consigue algo así en los tiempos que corren? Independientemente del gusto –siempre subjetivo- que alguien pueda tener respecto a Bunbury, nadie con dos dedos de frente y dos oídos por cabeza puede negarle el afán por evolucionar en su sonido desde su más temprana edad musical. Arrancando con el rock electrónico a mediados de los 90, pasando por la música mediterránea y el cabaret, sonidos populares centro y sudamericanos, rock de raíces, para acabar aterrizando en 2017 con Expectativas (2020), su último disco hasta la fecha, donde mezclaba a la perfección la evolución de su rock de autor más experimental con la esencia actual de las pinceladas sintéticas predominantes durante la segunda década del siglo XXI. Y es importante tomar su anterior disco como referencia para percibir como Posible resulta de la evolución sonora natural de Expectativas.

Posible va un paso más allá. Es un disco denso, oscuro, tenebroso, con escasos reflejos luminosos que rebotan en los espejos rotos que tan acertadamente simbolizan el interior del disco en su portada. Lo orgánico que burbujeaba en su sonido característico de décadas anteriores ha ido mutando hasta llegar a un álbum repleto de sintetizadores, donde en ocasiones es difícil salir de la burbuja para escuchar una simple guitarra o piano, donde cada uno de las resonancias están trabajadas al milímetro para adecuarse a ese nuevo universo sónico en el que Bunbury ha decidido sumergirse en este disco.

Ese artificio voluntario inunda cada uno de los 10 cortes que componen Posible. Armonías empastadas, melodías netamente pausadas y una narrativa de combustión lenta que vienen acompañadas por letras marca de la casa, con un alto peso críptico pero abiertas a la interpretación subjetiva del oyente.

Esta es una constante a lo largo del disco, que se inaugura con “Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti)”, introspección y subjetividad apropiable destiladas en forma de metacanción, a la que sigue “Hombre de acción”, plagada de una multivisión de los hechos sobre la que se sustenta uno de los temas más sólidos –y estribillos más pegadizos- del disco.

Le siguen “Deseos de usar y tirar”, alegato al amor tradicional y duradero en forma de bolero, el atractivo pop sintetizado de “Mis posibilidades (Interestellar)”, donde Bunbury juega a la perfección con los universos múltiples en lo que parece convertirse en una declaración de intenciones en diferido: “aunque me vaya siempre vuelvo, y mi consejo es dejar la luz encendida”, allí está Bunbury para comenzar o retomar una nueva aventura musical.

La oscuridad lírica y melódica alcanza sus cotas más altas con “Las palabras” –dedicada al poder de lo escrito-, “Arte de vanguardia” –mirada y huida existencial-, la crepuscular y combativa “Mariachi sin cabeza” o la errática –y seguramente más floja del disco- “Indeciso o no”.

Entre medias nos topamos con el aroma funk adulterado de “Como un millón de dólares”, donde podemos disfrutar de cierta luminosidad rítmica y una de las letras más redondas del álbum en forma de crítica encarnizada al capitalismo más vasto de andar por casa.

“Los términos de mi rendición” es la pieza colosal que cierra Posible, y que a la vez más se aleja de la filosofía sonora del mismo, donde encontramos al Bunbury más natural y orgánico, rodeado de una desnuda melodía de piano inicial y solo de guitarra final en un medio tempo a corazón abierto, dónde el artista zaragozano entona un himno desgarrador suscrito a un fin que por el momento no tiene pinta de llegar.

Un disco que, en resumen, no parece que vaya a posicionarse entre los más brillantes de su carrera por el mero hecho de adolecer de grandes temas rompedores que aún a día de hoy tienen su peso en el arte de elaborar discos, algo que parece importarle muy poco. Una nueva pieza en su colección, un nuevo engranaje en la construcción de una carrera musical impecable y envidiable.

Iñaki Molinos

Iñaki Molinos

Redacción