Álex Díez se encuentra en Gijón con su público asturiano en la antepenúltima parada de su gira de despedida

Era de esperar que el encuentro de Cooper con su público asturiano sería una cita imperdible y así fue. Aunque las despedidas, casi por definición, tienen un sabor triste, Álex ha insistido en que ésta no lo es y así lo demostró sobre el escenario, sin perder la sonrisa y con múltiples guiños al público a través de un repertorio en el que no faltaron dedicatorias ni versiones. Qué mejor forma de decir adiós que tirar de los clásicos. Qué mejor manera de dedicar tiempo a otras cosas, como leer a su hija Julia un cuento cada día, lejos ya del ritmo frenético de las giras que le alejan del hogar.

En su antepenúltimo concierto antes de «la gran final» (el fin de semana que viene Cooper tocará en León y el 9 de noviembre en la sala Ochoymedio de Madrid, con entradas agotadas desde hace semanas), el repertorio elegido tuvo momentos para la nostalgia canciones de Los Flechazos mediante pero, sobre todo, para su etapa actual. También hubo palabras de cariño para Mario Álvarez a la guitarra,  quien con problemas en la muñeca desde días atrás aguantó el recital completo sin perder la sonrisa y, para más inri, celebró su cumpleaños en Gijón.

La banda empezó con ‘Hyde Park’, uno de los temas más reconocibles del leonés, y siguió sin dilaciones para hacer sitio a temas recientes como ‘Ya llegó el verano’, perteneciente a su último álbum, ‘Tiempo, temperatura, agitación’ (2018), tras la cual tocó el turno de ‘747’.

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«Esta canción la compuse muy lejos de mi casa«, dijo Álex antes de arrancar con ‘Graciela’, dedicada a «todos esos chavales que se comían trozos del mundo y no pudieron digerirlo«. Le siguieron ‘El círculo polar’ y ‘El asiento de atrás’ encadenada con ‘El último tren’.

En este momento tuvo uno de los primeros vistazos atrás para rescatar de Los Flechazos ‘En el club’, que puso al público a bailar: «Todos los búhos vivimos de noche y odiamos el sol«. Tras ella, Álex tuvo un detalle muy especial para quien desde el público días atrás le había pedido por internet una canción, así que no dudó en cambiar el repertorio para incluir un tema que a él mismo le gusta mucho como es ‘Canción de viernes’ seguida de ‘Infinito’.

Para los antiguos sonó ‘La chica de Mel’ de Los Flechazos mientras que a los «nuevos» dedicó ‘Hipsters’, que en este momento de su carrera parece predecir lo que iba a pasar: «Y yo no sé muy bien / Lo que hago aquí / Tan lejos de casa / No puedo evitar / La sensación /De que no pinto nada«. ‘Islandia’, ‘Salto’ y ‘Cierra los ojos’ precedieron a la mítica ‘A toda velocidad’ en otro de los momentos que parecieran premonitorios, cantando aquello de ‘hoy veo que todo vuelve a empezar«, como un círculo perfecto que Álex ha trazado desde ayer hasta hoy, fielmente dibujado durante 35 años y al que ha puesto el último trazo: «Una retirada a tiempo siempre es una victoria«.

En la recta final, Cooper escogió ‘Cerca del sol’ y ‘Dos grados bajo cero’. Llegada la hora del primer bis, Álex reconoció que «después de 35 años, 4 canciones son pocas» pero aún así trató de condensar lo mejor de su carrera: ‘Buzo’, ‘Rabia’, ‘Atrapado en el tiempo’ y ‘Luces rojas’ en un adiós sin tacha.

Para deleite del público, hubo un segundo bis antes de bajar definitivamente del escenario de la sala Albéniz, esta vez, tocando «las canciones que nos gustan a nosotros«. No podía haber mejor homenaje a la música que versionar temas del pasado para dar paso a los otros del futuro. El primero, dedicado a la parte del público que acudió desde otras provincias a la cita de Cooper en Gijón con recuerdo a ‘Aplauso’, el programa que veía Alejandro de niño, mientras sonaba ‘Ráfagas’ de Los Secretos.

El último guiño tenía que ser para los suyos, los amigos mods de Asturias que despidieron a Cooper en su última cita. A ellos dedicó ‘Me conformo’ de Los Mitos, grupo bilbaíno de los sesenta. El pop sigue, aunque las voces dejen paso a otras voces, y sino, siempre nos quedarán los clásicos.

 

 

 

Rocío García

Rocío García

Redacción

Periodista y melómana. Crecí con la música y no he parado nunca de aprender de nuevos sonidos y sensaciones. Amante también de las palabras, todo junto hace la canción perfecta.