La decimoprimera edición del festival benidormense sirvió para reafirmar al Low entre los festivales mejores organizados del panorama nacional, así como alzarse entre uno de los carteles más interesantes del año –dentro de su liga- gracias al habitual y cuidado equilibrio entre grandes bandas nacionales e internacionales y promesas y artistas de corte mucho más emergente.

Fotos: Low Festival

Ir al Low Festival es sinónimo de pasarlo bien, de disfrutar de su acogedor –y masivo- ambiente y de contemplar a un gran puñado de bandas y artistas de renombre, o con un porvenir prometedor que seguramente acaben tocando en su escenario principal. Un festival que trata de cuidar y nutrir a una escena local agradecida, que en un futuro no muy lejano volverá hecha toda una campeona.

Uno de los ejemplos facilones, pero más significativos es el de Vetusta Morla –séptima vez que acuden al festival-. El grupo madrileño encarnó, en la noche del domingo, de la mejor forma posible el título de su último álbum, Mismo sitio, Distinto Lugar (2017), recordándonos uno de los mejores conciertos que ofrecieron en el mismo escenario el pasado 2016. Una maquina engrasada a las mil maravillas que parece reducir el mérito de estos chicos, que levantan estadios un fin de semana sí y otro también gracias a introspectivas, subversivas, dinámicas y arrebatadoras canciones que no han perdido un ápice de emoción en su última entrega, magnificando si cabe un repertorio sin fisuras ni un instante para la zozobra.

Y por fuera poco, de un tiempo a esta parte, han decidido homenajear a cuantiosas bandas locales que se baten el cobre cada fin de semana gracias a ese mash up maravilloso que mezcla en el zenit del concierto “El hombre del saco” y “La vieja escuela”, en una preciosa ofrenda con la música como protagonista, que para eso estamos aquí. No os olvidéis.

El fin de semana arrancó con una excelsa función de pop patrio independiente gracias a habituales del festival alicantino. Los barceloneses Dorian, con un directo siempre compacto y poderoso que roza lo heroico gracias a himnos como “La tormenta de arena” o “A cualquier otra parte”, el pop electrificante a la par que bailable de Miss Caffeina inmersos en plana madrugada benidormense o la fantasía y ruido que genera la buena de Zahara gracias a temas intimistas como “El frio” o su ya habitual y avasallador cierre de mano de “Hoy la bestia cena en casa”. Menú gourmet.

El plato fuerte de la noche inaugural corrió a cargo de los británicos Foals, que llegaban al Low Festival para presentar su destacado nuevo disco Everything not save will be lost. Part1, con grandes pelotazos de ambiente más festivalero como “On the luna” o “In degrees”, sin olvidarse de grandes joyas de su repertorio como la hipnótica “Spanish Sahara”, la exaltación de “Mountain at my gates” o la mítica e ingobernable “My number”. Una acertada y atractiva sesión de guitarras y sintetizadores que encendió definitivamente la noche de Benidorm.

Otra deliciosa ración de las mejores guitarras y lírica hispana nos abrió las puertas en la jornada del sábado. Después de golpear con fuerza las puertas en la edición de 2017, los murcianos Viva Suecia se alzaron al escenario principal para ofrecernos su habitual lección de post-rock, distorsión de guitarras y letras desgarradoras que han convertido su música en una de las fórmulas maestras de los últimos años. A las puertas de su tercer y definitorio álbum-, todo lo que han tocado hasta ahora lo han convertido en oro, coleccionando himnos como “A dónde ir”, “Bien por ti” o la coreadísima y definitiva “Todo lo que importa”.

Les siguió el bueno de Xoel López, un clásic contemporáneo del indie español que ha conseguido convertirse cual camaleón en uno de los compositores de pop-rock más eclécticos e interesantes de su generación. Con su habitual, nutrida y solvente banda, el artista gallego nos deleitó con un concierto soberbio donde repaso su último disco Sueños y pan (2018) sin olvidarse de grandes “clásicos” de sus dos primeros discos –maravillosas “Yo sólo quería que me llevarás a bailar” o “A serea e o mariñeiro”- o de su etapa junto a Deluxe, como la emocionante “El amor valiente” o la abrasadora “Que no”.

La agradable madrugada trajo consigo la mejor música bailable gracias al directazo de Cut Copy. El dance alternativo de los australianos hizo vibrar el estadio de la Ciudad deportiva Guillermo Amor, que se dejaba llevar gracias a las refinadas melodías y los adictivos y frescos temas con reminiscencias new wave que a más de uno nos recordaron a la banda protagonista del día, unos tal New Order.

La banda de Manchester era el mayor reclamo del cartel y lo cierto es que cumplieron con las expectativas. Un sonido exquisito sumado al aura de una de las bandas más vanguardista de la década de los 80 hicieron que el Low Festival se rindiera a sus pies, como viene siendo habitual cada vez que el festival costero nos trae uno de esos grandes clásicos –Chemical Brothers o Pixies en las últimas ediciones- que marcan la diferencia respeto a otros eventos de su liga.

Y es que pasarse un fin de semana por Benidorm, a un precio razonable, y bailar al ritmo de himnos como “Blue Monday” o cantar a pleno pulmón “Bizarre Love Triangle” junto a la frágil voz de Bernard Sumner no tiene precio. Y menos aún la ración doble de nostalgia que llegó en forma de despedida, gracias al apasionante “Love will tear us apart” de Joy Division –con ese eterno riff de órgano- volando por el cielo de la ciudad alicantina. Más historia para el Low.

El limpio y llevadero post-trap de Cupido puso la nota alternativa de la noche en un escenario Jaggermaister repleto para conocer el directo que forman Pimk Flaco y Solo Astra. Una fascinante propuesta que no pierde ni una gota de efectividad en cortes como “No sabes mentir” o “You know”. Tras ellos y en un escenario principal que agotaba una jornada para el recuerdo, los franceses Rinôçérôse desplegaban su vendaval de guitarras empapado del dance más descarado y alegre, lo justo y adecuado para las horas que marcaba el reloj.

La jornada dominical nos regaló la juventud y las guitarras livianas de Las Ligas Menores, con un largo camino aun por recorrer, pero una base melódica más que interesante, que bebe del mejor pop argentino de nueva hornada.

Homónimos españoles, pero con un importante trecho a sus espaldas, en apenas dos años, Carolina Durante asaltaron un escenario Benidorm que fue copándose a la llamada del cuarteto madrileño. Descaro, melodías llevaderas y estribillos más que pegadizos son algunos de los secretos de una banda que encarna a la perfección la rebelión millenial de mediana edad gracias a temas como “La noche de los muertos vivientes”, “En verano” o canciones de su reciente álbum, como el existencialismo básico y juguetón de “Joder, no sé” o “Ahora sí que sí”. Como es habitual en sus directos, el show se cerró con uno de los nuevos himnos de la escena independiente reciente: “Cayetano” retumbó en la noche de Benidorm gracias a la habitual voz en grito de Diego, su excéntrico y enérgico vocalista.

El electro pop de La Casa Azul nos despidió un año más del Low Festival. El proyecto de Guille Milkyway, con su nuevo álbum bajo el brazo La gran esfera (2019) no paró de agitar a todo el festival durante su mágica actuación, un habitual rompepistas acompañado de estrambóticos efectos visuales que hicieron las delicias del respetable en temazos como “Podría ser peor”, “Nunca nadie pudo volar” o el icónico “La revolución sexual”, con los que muchos de los asistentes agotaron –literalmente- sus últimas gotas de energía. Valió la pena.

Nostalgia y motivación a partes iguales, recordando la que ha sido una de las mejores ediciones de los últimos años y a la espera de un lejano y nuevo horizonte festivalero donde brillará con luz propia, sin ninguna duda, el Low Festival. Un festival especial, un ambiente diferencial, una organización magistral y un aura indescriptible, a pesar de lo intentado.

 

 

Iñaki Molinos M

Iñaki Molinos M

Redacción

La honestidad no es una virtud, es una obligación.