El trío cántabro-madrileño presentó su flamante nuevo EP “Donde escapa la luz” (2018) ante una sala repleta, en un concierto en el que pudimos ver las mejores virtudes de una propuesta que atesora empuje y madurez a partes iguales.
A los que aún no hayan disfrutado de la música de Repion, es difícil establecer un paralelismo claro con una banda específica. Si son apreciables ciertas influencias, como en cualquier grupo de pop rock que aún se encuentra en formación –a pesar de que esta es su tercera entrega, tras dos LP´s-, pero es esa falta de referente obvio el que les hace todavía más interesantes. El arrollador chorro de voz de su vocalista (Marina), unido a la solvencia del bajo (Álvaro) y el arrojo de la batería (Teresa), se unen a la profundidad y urgencia lírica de unos textos interpretados con el descaro y la autenticidad necesarios en los tiempos que corren.
Con “Las flores en invierno”, de su nuevo EP, arrancaba el concierto. Un sonido limpio y directo reinó durante toda la noche en la mítica sala madrileña. Uno de los ejemplos que describía anteriormente se refleja a la perfección en este tema, tempos variables dentro de un tema donde reina la mesura, sorteando los halagos cómodos del pop previsible.
La calma agitada por momentos de “Las flores”, daba el relevo en un repertorio elegido con acierto por la banda. Con una base melódica compacta –protagonista durante todas sus canciones- y una maravillosa atmósfera creada a base de guitarrazos y punteos a modo de reverb.
La cotidianidad melancólica de “Efecto 2000”, de su primer trabajo, nos sumergió en su sonido más primigenio, cercano por momentos al rock sucio para retornar de nuevo a la actualidad con el ritmazo pop-rock de “Mi país interior”, inmediatez y profundidad para todos los gustos.
Así seguían sucediéndose temas de corte más intimista como “La bahía” o “Año de mierda”, en uno de los momentos más emotivos de la noche. En formato acústico, Teresa tomaba el mando para cantar ante el silencio más absoluto del público, demostrando el respeto del que tantas veces se carece en este tipo de salas. Punteos elegantes y voz para rasgar las entrañas en una de las interpretaciones de la noche.
Para retomar el pulso del show, el pop limpio y bailable de “Ciudad de vacaciones” y una respetable versión de “Ha sido divertido”, de Nudozurdo, hicieron de bisagra para encarar la parte final del concierto.
Pero aun tocaba disfrutar de algunos de sus mejores “clásicos” –en palabras de la propia banda-. Y es que, a pesar de la juventud del grupo, apenas tres años desde su primera grabación, algunas canciones desprenden ese aroma diferencial que es inevitable descuidar, como es el caso de “Martes” y ese fantástico estribillo coreado por el respetable, o “Donde escapa la luz”, con una vitalidad marca de la casa, donde se aprecia a la perfección el equilibrio entre el sonido compacto como banda y el protagonismo de cada una de las partes por separado.
Tras un breve bis, Repion volvía al escenario para cerrar definitivamente el bolo de la mano de la pegadiza y seductora “Querubín” y su mayor éxito hasta la fecha “Los noventa”, maravilloso canto generacional e identitario que te hace saltar y ponerte los pelos de punta a la par, gracias a una melodía estremecedora y un estribillo que te golpea directo y sin piedad. Maravilla.
Sólidos mimbres para una banda que ya apunta alto, terreno virgen y desconocido por recorrer. Atentos al itinerario.
Iñaki Molinos M
Redacción
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