Tras el anuncio de disolución de la banda, La Salvaje de Oviedo acogió uno de los últimos conciertos de Nudozurdo coincidiendo con el tercer aniversario de la sala

Como cada cumpleaños de La Salvaje, la música es la protagonista de los faustos y este año no iba a ser menos. Lo que ninguno imaginaba es que además sería una de las últimas ocasiones para ver a Nudozurdo en directo. Con todas las entradas vendidas, la sala ovetense se convirtió en probablemente la última oportunidad de verlos por Asturias. Más razón si cabe para que ninguno quisiéramos perdérnoslo.
Como una premonición, arrancaron con la primera canción de su primer álbum. ‘Mil espejos’ y su extensa intro instrumental sirvió de puerta de entrada al sonido denso de Nudozurdo, quienes a lo largo de diez años no han dejado de coquetear con otros estilos, aunque leales al suyo propio, incluido la electrónica.
Tras este salto a sus inicios volvieron al tiempo presente con ‘Bondage Belcanto’, perteneciente a su último disco ‘Voyeur amateur’. Una canción que irradia nostalgia y luz, un contrapunto a la habitual oscuridad del grupo.

Nudozurdo en Oviedo. / A. FERNÁNDEZ

Nudozurdo durante su actuación en La Salvaje. / A. FERNÁNDEZ


La lacónica ‘Laser love’ devolvió a los presentes a la atmósfera gris predominante en sus canciones con el bajo de Meta cultivando la red de exquisita oscuridad a la que nos tienen acostumbrados y que en directo gana puntos. El punteo de ‘Ha sido divertido’ anunciaba uno de los momentos más esperados del concierto, canción que en este momento destila más sentido que nunca tras el anuncio de separación de la banda esta misma semana. Podrían haberla reservado para cerrar el concierto, pero hubiera sido un mensaje fácil así que apoyamos la decisión de intercalarla y no cederle protagonismo de más.
‘Voyeur amateur’ devolvió la fuerza del rock cuando el concierto mediaba y ‘Úrsula hay nieve en casa’ hizo lo contrario con un intimismo a prueba de bombas. ‘Golden gotele’, ‘Bucles dorados’ o ‘Prometo hacerte daño’ también fueron elegidas para dar su particular despedida en Oviedo, ciudad que hacía más de 9 años que no visitaban. Para los bises, Nudozurdo eligieron entre otras la desgarradora ‘El diablo fue bueno conmigo’ y la distorsión hecha música, ‘La ruta de los Balcanes’. Leo Mateos fue tan parco en palabras como sus compañeros y se despidió sin miramientos de su público. «Se acabó Nudozurdo», se oyó decir nada más que los músicos posaron los instrumentos. Egoístamente, esperamos que sea tan sólo un ‘hasta luego’ para poder disfrutar nuevamente de esa angustia pero también de esa energía visceral en la que Nudozurdo ha acumulado toda la experiencia siendo fieles a sus instintos.