Nuestro pequeño homenaje a Aretha Franklin, Lady Soul. Un repaso por los momentos más significativos de su prolífica e histórica trayectoria, que marcó un antes y un después en la música.
El pasado jueves 16 de agosto la voz de Lady Soul se apagó para siempre. Tragué saliva mientras escuchaba la noticia, y al mismo tiempo, la carne se me puso de gallina cuando sonaba un trocito de “Amazing Grace”.
¿Qué decir de esta mujer que no necesita presentación?. Este artículo no ahondará en los Grammys que tiene, en lo extensa que es su discografía, en cuántas colaboraciones ha hecho con las mejores voces que existen en el planeta… sino de por qué Aretha es Aretha y de cómo llevó el soul a lo más alto de la cima.
Los comienzos de Lady Soul
Su origen y su entorno vital sentaron un precedente en su vida y fueron decisivos en su carrera. Aretha nació en Memphis en 1942, aunque se crió desde los 6 años en Detroit (una de las ciudades más prolíficas musicalmente hablando y cuna de la famosa disquera Motown).
Su padre era el predicador de la Iglesia de New Bethel en Detroit (aunque era toda una personalidad en Estados Unidos) y su madre, cantante de gospel en esa misma Iglesia. Con estos genes y criada en ese ambiente, era de esperar que su hija tuviera una fuerte inclinación hacia la música religiosa.
A la edad de ocho años, Aretha ya sabía tocar el piano, aprendió de manera autodidacta, sin saber leer música y comenzó a cantar en el coro de la iglesia siendo una niña, al igual que sus tres hermanas. Con 12 años estaba ya inmersa en las giras itinerantes de su padre, y con 14 años grabaría su primer disco: “The first album”.
Las iglesias no tardaron en llenarse de gente que se acercaba a verla cantar.
Los mejores años de su carrera
Durante los años 60, Aretha se entregó al jazz y al blues, marcada en cierta manera por los cánones comerciales de la época, pero será en los 70 donde su carrera dará un giro rotundo que romperá con todo lo anterior, decidida a demostrar que tenía personalidad propia.
A principios de los 70 grabó tres discos, uno de ellos en directo, un vibrante “directo” llamado “Spirit in the dark” (1970), trabajo que marcó un punto y aparte en su carrera. En él escogió a nuevos músicos, los mejores de Memphis y se grabó en el Fillmore West de San Francisco (histórica sala de conciertos). Se trataba de la meca de los hippies y del rock and roll, un templo de la cultura.
A partir de este disco, Aretha empezó a inmiscuirse en cosas nuevas: versionaba canciones de grupos coetáneos llevándolas a su terreno, desmontándolas, dándoles otra vida, demostrando su maravillosa capacidad para adaptar su personalidad a cualquier canción. Quería darle sentido al potencial de su música.
Ella era una cantante de soul con raíces gospel y aunque estos matices se apreciaban en sus hits de los 60, fue en los 70 cuando alcanzaron su punto culminante: el soul desbocado.
A esta época pertenecen dos de los discos que mejor la representan: “Amazing grace” (1972), álbum grabado en directo y en una iglesia, por supuesto. Este trabajo supuso una vuelta al gospel, una vuelta a sus raíces, al igual que “Young, Gifted and Black” (1972). Mucha esencia Aretha.
La artista cerró la era de los 60 para dar paso a una época muy trascendental, clave en su evolución personal y artística. En ella verán la luz sus discos más exquisitos.
Su influencia en la cultura
Aretha estuvo directamente involucrada en la lucha por la igualdad entre razas. Versionó “A change is gonna come” de Sam Cook, tema que se convirtió en un himno de libertad para la comunidad afroamericana. Y lo hizo en un momento en el que la población negra decidió revelarse contra el sistema establecido y las desigualdades que soportaba a través de su cultura y su música.
Definió el camino de una época, a la altura de Jesse Owens, Jimmy Hendrix o el mismísimo Elvis. Su testamento es su música: Aretha canta con tal pasión que duele, se deja el alma en cada nota, su voz representa la esencia del soul.
Descansa en paz querida Lady Soul.