En la celebración de su quinto aniversario, el Vida se consolida como uno de los festivales más sólidos de nuestro país y con esa personalidad propia y especial que hace las delicias de mayores y pequeños
El Vida 2018 no deja de sorprender y esta edición, la quinta en su historia, vuelve a reivindicarse como uno de los mejores festivales del país. Aunque el cartel de este año no era el más potente de sus cinco ediciones, con nombres menos mediáticos, el Vida vuelve a superarse de nuevo. Una organización impecable, un espacio único, unas actuaciones pulcras con un sonido más que destacable consiguen hacer del festival de Vilanova i la Geltrú una delicia para un público que asiste ya con los ojos cerrados.
Se demuestra que no todo son los grandes nombres como cabeza de cartel: el Vida ha ido más allá y sabe atraer a grupos que encajan con la personalidad de la casa, artistas que se hacen grandes, más aún si cabe, dentro del festival.
Durante estos cuatro días de celebración, que han contado con más de 30.000 asistentes, hemos llegado a la conclusión de que el Vida es un lugar para disfrutar. Sólo tienes que entrar en su recinto y caminar por sus bosques para poder vivir una experiencia musical bucólica, relajante y al mismo tiempo excitante. Donde puedes disfrutar de todos los conciertos sin grandes aglomeraciones, sin prisas, sin estrés.
Quizás la experiencia nos ha llevado a disfrutar de los conciertos en La Cova, La Cabana y El Vaixell, los escenarios más pequeños del festival. Las mejores actuaciones de este Vida se dieron ahí y os lo contamos a continuación.
Jueves
Vetviolet fueron los encargados de abrir la lata del festival, pero nuestro horario nos llevó a presenciar el directo de Jacobo Serra rodeado completamente de árboles en La Cova Movistar. Una actuación de aquellas que te meten de lleno en el estilo del Vida, rodeada de un público en silencio y atento a cada canción. Pero enseguida nos fuimos a la otra punta del recinto para ver a J. Bernardt, en la que fue una de nuestras sorpresas de la jornada. El belga supo encandilar a un público todavía frío haciendo gala su música experimental y pegadiza. Desprendiendo un carisma que dejaba a todo el mundo absorto y bailando.
Más tarde, y con algún chubasco de por medio, nos decidimos volver a ver a The Crab Apples. Era la primera vez que veíamos al grupo catalán presentando su nuevo álbum “A Drastic Mistake” y no defraudó. Se empieza a notar la madurez y su saber estar encima de los escenarios. Pero para madurez la de Calexico, actuación a la que pudimos llegar en sus dos últimos temas donde se creó una fiesta que no esperábamos. Todo esto se produjo de camino a Curtis Harding, uno de los nombres que más interés nos provocaba. Pero su actuación enseguida se nos antojó un poco plana, sobre todo en aquellas canciones donde predominaba el rock. Todo lo contrario cuando entraba en juego el soul y sonidos más negros. En definitiva, faltó algo de enganche y se notó en un público que esperaba algo más de movimiento.
Casi sin esperarlo nos encontramos con una de las mejores actuaciones de todo el festival: Vulk se subió a La Cabana Jagermeister. Era la quinta vez que veíamos a los vascos en directo pero en ninguna de las anteriores disfrutamos tanto como en esta. A pesar de que todo empezó bastante calmado, Vulk supo meterse rápidamente al público en el bolsillo con una energía sobresaliente. Sin duda, uno de esos conciertos que valen la entrada del festival con crowdsurfing, rosas masticadas y polvo en el ambiente. Cerramos la jornada del viernes con la actuación de Futuro Terror y su post-punk con el que presentaron su gran tercer trabajo de estudio, “Precipicio”.
Viernes
La jornada se presentaba excitante porque era el día de los dos cabezas de cartel del festival: St. Vincent y Franz Ferdinand, dos actuaciones que fueron la cara y la cruz. Pero antes disfrutamos del directo de Oso Leone. Sonaron perfectamente en uno de los escenarios medianos del festival y dejaron muy buen sabor de boca. Puesta en escena minimalista pero enorme musicalmente, jugando con las primeras luces del atardecer y esos interminables minutos ambientales que les caracterizan.
Más tarde fue el turno de Núria Graham en el escenario La Cova. Tanta era la expectación por ver a la de Vic que era muy difícil acceder a la parte delantera del escenario. Es por eso que saboreamos las primeras y hipnóticas canciones del recital, y nos fuimos a ver a Nick Mulvey en La Masia. El inglés estuvo soberbio y nos sorprendió muy gratamente. Con una sonrisa siempre en la boca, puso toda la emotividad en su actuación y contactó con el público de forma casi fraternal.
Llegó el turno más esperado de la tarde. Se subía al escenario Vida, St. Vincent con su indumentaria roja de látex que marca el estilismo de esta gira. La americana realizó una actuación llamativa y repleta de vídeos igualmente vistosos. Las diferentes guitarras de Annie Clark hacían de las suyas y dejaban a todo el mundo impresionado. Con ella volvimos a sentir la grandeza de la música y el espectáculo audiovisual yendo de la mano. “Digital Witness”, “Los Ageless” o “Pills” se convirtieron en algunos de los temas más jaleados hasta la llegada de “New York”, el hit que dejó a todo el mundo emocionado. Curiosamente, el repertorio fue de más a menos en cuanto a energía se refiere, terminando con tres de sus temas más lentos y personales.
Una vez finalizado el concierto, queríamos más fiesta y nos metimos de golpe en una verbena con Esteban & Manuel, que se hizo corta pero que fue un chute de energía que nos llevó directos a Franz Ferdinand. Pero nos llevamos la decepción más grande de todas. Los escoceses se notaban un poco lentos y con falta de chispa. A pesar de ello, es irreprochable que con muy poco ya tienen al público a sus pies. Les bastó interpretar sus grandes temas de forma correcta para que fuera un éxito multitudinario. “Take Me Out”, “Do You Want To” o “No You Girls” volvieron locos a la gente pero nos dejaron fríos al mismo tiempo. Sensación extraña.
Joe Crepúsculo acabó nuestra jornada con su pop bailable y ya de sobras conocido por todos. La mejor forma de terminar una jornada llena de sorpresas, alegrías y alguna decepción.
Sábado
Sin duda, lo mejor de esta jornada lo encontramos en los escenarios pequeños. Empezando por Albert Pla, que actuó en el bucólico El Vaixell, y que reunió a mayores y pequeños con sus letras directas y controvertidas creando una auténtica fiesta. El cantautor fue capaz de hacer disfrutar hasta a los asistentes más pequeños, que no dejaron de bailar sus canciones.
Siguiendo con las actuaciones más íntimas, el rock punk de Mourn, que tocaban por primera vez canciones de su recién estrenado “Sorpresa Familia”, supo enganchar a un público con sus guitarras y sus gritos descarados. Y a pesar de las horas (Mourn tocaron casi a la 1 de la mañana), después disfrutamos del sonido de Medalla que estuvieron soberbios y con un aplomo solo comparable al de la actuación de Vulk del jueves. Música sin pretensiones, pura y directa, gracias al rock y al heavy de la banda barcelonesa.
En cuanto a los conciertos de escenarios grandes, disfrutamos de la lírica folk de Iron & Wine en un concierto bucólico con la puesta de sol de fondo. Nos sorprendimos con la propuesta instrumental de Jungle By Night, que habían tocado ese mismo mediodía en La Daurada. They Might Be Giants fueron los veteranos de la jornada, grupo de culto que pocos quisieron perderse y que ofrecieron un setlist divertido y con notas de humor. Tversky cerraron la jornada con su electrónica ochentera, ideal para los que no querían abandonar el festival.
La próxima cita con el Vida es en diciembre: el 7 y 8 de ese mes se celebrará la primera edición del Secret Vida, donde el cartel de mantiene el secreto hasta el mismo momento de su celebración.