Hablamos con Rufus T. Firefly e Iván Ferreiro momentos antes del concierto de sus últimos proyectos artísticos

Fue un breve momento de encuentro con sus fans pero bien aprovechado. Víctor Cabezuelo nos contó de ‘Magnolia II’ (del que ya os avisamos aquí) que es una continuación de su trabajo de 2017 con canciones que ya existían entonces y que siguen la estela de su trabajo más exitoso hasta la fecha «antes de pasar a otra cosa«. Un cierre de oro para nuestro disco favorito del año que ya está grabado y esperamos escuchar muy pronto.

Por su parte, Iván Ferreiro avanzó que está trabajando en un disco de versiones de otros gallegos ilustres como son Golpes Bajos. Un trabajo en el que respetará al máximo las composiciones de los vigueses. «Yo que cambio todo«, reconoció.

Ya refiriéndose al concierto de Escenarios Mahou que les trajo hasta Oviedo el pasado jueves, Ferreiro explicó que el día anterior había asistido al funeral homenaje a Borja Zulueta en San Sebastián, lo que provocó que apenas les diera tiempo a ensayar conjuntamente banda con banda. Una lástima ya que la noche prometía grandes cosas; habrá que buscar una nueva ocasión de juntarlos y verlos en acción.
De lo que sí hubo tiempo fue de charlar de forma corta pero distendida acerca de la música y el proceso creativo.

En este sentido, el Ex Piratas lo tiene claro: «No se trata de inventar, sino de transmitir«. Una canción es, al final, «un estado de ánimo diferente y todas son rancheras«, bromeó el músico. Sobre la dificultad de que dos grupos hagan este tipo de conciertos donde se suelen entremezclar con canciones de unos y otros, Ferreiro explicó que «con un ratito juntos nos vale para ensayar y que salga bien«. Un momento de tranquilidad para que ambos pongan cosas en común y se expliquen la canción fue lo que les faltó esta vez.

Por su parte, Miguel de Lucas, bajista de Rufus T. Firefly y Mucho, también fue tajante: «Los músicos no somos superhéroes. A veces, preferimos tirar un poco para atrás y asegurar« en referencia a que en circunstancias como ésta es preferible ofrecer un buen concierto a hacer experimentos dejando elementos al azar.  Pese a llevar una extensa gira a cuestas, también reconoció que «aunque toques las mismas canciones cada bolo es distinto«. Algo de agradecer para nosotros y ellos.

No hablemos de psicodelia, sino de buena música: son Rufus T. Firefly

Con algunos problemas con el  volumen del bajo en la primera canción, Rufus T. Firefly fue el encargado de abrir la noche en la sala Estilo de Oviedo. Antes de empezar con el resumen de lo que fue, un mea culpa periodístico: con demasiada frecuencia, a la hora de escribir buscamos la etiqueta y repetimos hasta la saciedad conceptos que terminan por vaciarse de significado. Esto no se debe, en buena parte de las ocasiones, a la dejadez de quien lo escribe sino que es la búsqueda de la exactitud, la palabra adecuada lo que nos hace caer en dichos errores. Así que tras repetir tantas veces que ‘Magnolia’ es la psicodelia personificada permita el lector corregir lo dicho hasta ahora: el último disco de Rufus T. Firefly ha llegado hasta donde está porque contiene buena música. Ni más ni menos.

‘Tsukamori’ fue la puerta de entrada a su concierto con un sonido que mejoró tras ella. Turno de ‘El halcón milenario’ y primer salto con ‘El problemático Winston Smith’ de ‘Nueve’ (2014). Tras este triplete, el vocalista del grupo, fan reconocido de Piratas y la trayectoria en solitario de Ferreiro, reconoció el «honor de compartir escenario con uno de nuestros héroes«.

Tras este pensamiento en alto, los de Aranjuez siguieron con ‘Espectro’ y a continuación la canción elegida por el público (algo habitual en este formato de Mahou con votación previa al concierto): ‘(escribe aquí el nombre de la persona a la que más quieras)’ del álbum ‘Ø’ (2012) con la participación del guitarrista Emilio Saiz, en las filas del gallego. Un tema que hacía alrededor de 5 años que no tocaban y que lo hizo aún más emocionante: «Ha sido muy bonito«.
Un momento de la actuación de Rufus T. Firefly en Oviedo.
‘Última noche en la Tierra’, ‘Pulp Fiction’ y ‘Pompeya’ fueron los siguientes temas, para éste último formando un círculo alrededor de Julia, batería en mano y epicentro de la energía.
Cuando Víctor dijo aquello de «vamos a dejar un poco de hueco para el amor» imaginábamos que cumplirían su sueño y el nuestro de ver a Ferreiro interpretando mano a mano ‘Nebulosa jade’. No pudo ser. Tras ella, ‘Magnolia’ y ‘Río Wolf» completaron la hora de concierto de los madrileños antes de dar paso al vigués y su banda.

Iván Ferreiro, el aglutinante del pop

‘Me toca tirar’, se debió decir Ferreiro cuando fue su turno anoche en Oviedo, así que salió con la letra de su canción y al piano para cantar una de las canciones de ‘Las siete y media’, ese álbum oscuro como pocos y repleto de canciones tan extremas como brillantes.

Para coger un poco de ritmo, el grupo continuó con ‘Tupolev’ ya de vuelta a ‘Casa’, el disco más reciente cuya canción homónima fue la siguiente en caer. Después de interpretar ‘Toda la verdad’ el cantante prefirió tomarse con humor que su «caja azul» preferida para hacer efectos se estropeara. «No tengo caja azul pero tengo Pájaro Azul‘. Y así se arrancó con el baile pegado a los zapatos, de los que tanto habla en sus canciones.

‘La otra mitad’ y ‘Extrema pobreza’, dos temas tan distintos que diríase que sean de artistas diferentes, siguieron transportando al público al mundo Ferreiro. Parada obligatoria para solventar el asma y pudieron continuar con ‘Dies irae’ y su tormenta de arena. En esta ocasión, para sorpresa de muchos el respetable escogió ‘M’ para que el artista interpretara. Un lujo escuchar en directo una canción de ‘Manual para los fieles’ que nos contagió de nostalgia. Auténtica arqueología musical con más de 20 años de historia que pilló con el pie cambiado a más de uno, especialmente entre el público más joven que conoce la trayectoria del vigués en solitario y algunos hits sueltos de su formación anterior. El premio fue doble porque tras ella se lanzó con ‘Inerte’, uno de los platos fuertes de ‘Relax’, ésta sí, más reconocible por todos.

‘El viaje de Chihiro’, ‘NYC’ y ‘El pensamiento circular’ (con los omnipresentes zapatos de Iván) nos devolvieron a la actualidad. Para no alargar en exceso la noche («la normativa mata al rock«, aseguró Ferreiro) optó por dejar los formalismos y hacer todo del tirón sin bises: ‘Años 80’, cantada por el público y, ¡por fin!, el momento más esperado: Víctor Cabezuelo salió a cantar con él ‘El equilibrio es imposible’. Hubo que conformarse con que la magia durara apenas 4 minutos.

‘Cómo conocí a vuestra madre’ ya sabía a despedida mucho antes de cumplir con el cierre habitual mediante ‘Turnedo’ y su intro de ‘Diecinueve’, la bellísima canción de Maga. Dos conciertos sin tacha por separado que nos dejaron con ganas de más juego y canciones entrelazadas. Pero eso habrá de ser en otra ocasión.