Halley Star ha completado su ciclo lunar y qué mejor celebración que dos días de sold out de El Gran Truco Final de Love of Lesbian en el Sant Jordi Club
Texto: Sònia Sáez
Fotos: Mariu Tirado
Pasados los cinco minutos de cortesía, y como si fuera un concierto de John Boy, la luz se desmayó, ¿con cuál iban a empezar? Nos daba igual, era acierto seguro. Con el Poeta Halley proyectado de fondo nos dieron la bienvenida con una versión de «Qualsevol nit pot sortir el sol» de Sisa cantada por la inconfundible voz de Santi Balmes. Los lesbianos jugaban en casa y no podían encontrar mejor banda sonora para la apertura de puertas de una burbuja donde los problemas no cabían, debían quedarse fuera, tal y como el cantante advirtió más tarde.
La banda salió al escenario y empezó a sonar «Cuando no me ves», del último álbum «El Poeta Halley». Al que no podíamos ver era al vocalista principal del grupo, solo una sombra del cantante y El Sombrero que les ha acompañado durante toda la gira, pero no tardó demasiado en acompañar al resto, probablemente para evitar infartos de los presentes que gritaban (lo reconozco, gritábamos) desconsoladamente. A continuación planeamos «Bajo el volcán» y aparecieron unas impresionantes columnas de humo simulando una erupción, que no sabíamos que estaba a punto de estallar: el espectacular solo de Julián. Los primeros acordes de la tercera canción empezaron a sonar y volvimos al 1999 con «Allí donde solíamos gritar», gritando como niños de párvulos, y es que el grito siempre vuelve…
La Luna de repente nos habló y bajó al escenario, convirtiéndose en una bola disco en «Nadie por las calles», a son de un “Creced menguantes”, un saxofón, una trompeta y un trombón. Fue posible si, lo demás, tan sólo un cuento chino para niños del Japón: «La niña imantada», dedicada a los que llevamos décadas siguiendo su trayectoria, levitando sin manera humana de escapar, aunque insistieran con sus «Maniobras de escapismo». En este pequeño picoteo de los diferentes álbumes de Love of Lesbian nos dimos cuenta de que lo que nos han anunciado como un concierto largo, va a ser un delicioso viaje astral.
Septiembre vino a buscarnos pero todos nos sabíamos la lección: a una distancia prudencial, oímos una voz que es familiar cantando «Contraespionaje». Antes de empezar con el siguiente tema, Santi nos cuenta lo difícil que ha sido este año para ellos. Pasamos lista, y aunque les acompañaban amigos como el gran Ricky Falkner, la ausencia de Joan Ramón Planell es notoria. Parece ser que sus caminos se han bifurcado, pero “siempre será un Love of Lesbian más”, afirmaron. A él y a toda la crew les dedican «Los seres únicos», juntando los 3 bandos: los que viven, los que lo intentan y los que solo sueñan.
Nos vamos, huimos, fluimos, caemos en «Los males pasajeros», uno de los temas más complicados, de letra demencial pero dulce trampa mortal que cala muy hondo, tanto como Santi a solas con una guitarra. Corte de respiración. Punto y coma. La máquina de tiempo se activa, y esta vez va en serio: 1999 la canción y su guión estrenado por un gran director. Sin duda una terapia mal llevada que mediará por todos los histéricos presentes, especialmente por el colectivo más viejoven, que usamos el tema en su día como banda sonora de nuestras historias 1999. Como viene siendo habitual, algunas letras intercaladas de «Porque te vas de Jeanette» daban clausura al tema, llevándose todas las promesas de nuestro amor hasta correr el gran sprint final del «Voy a romper las ventanas», donde los de Sant Vicenç dels Horts consiguieron lo impensable, silenciar el público que saboreaba ese caos hecho arte. Las corrientes de agua nos llevaron a las redes de «Belice«, mientras que «Incapacidad moral transitoria» subió de nivel y «El Yin y el Yen» nos sirvió de terapia.
Invitan a subir al escenario a Martí Perarnau, cantante de Mucho, el grupo telonero de los lesbianos, que les acompañó junto a su poncho al chumba-chumba-chumba de «Algunas plantas», uno de los temas más divertidos, que aportó el sabor agridulce de la ausencia de Joanra, al que se veía disfrutar el tema enérgicamente cuando sonaba, mezclado con el festival provocativo, esta vez consiguiendo agachar a todo el Sant Jordi Club, que acabó saltando y jugando con unos macroglobos de colores, del mismo modo que hicieron los músicos cuando uno de ellos llegó al escenario.
En el mismo tono estalló el disparatado «Me amo», dedicado a aquél espermatozoide que llegó segundo y dio paso a la presentación que Santi realizó de los semidioses que pisaban el escenario: la sección de vientos trompetas todos, según comentó vocalista en tono de humor; el guitarrista a las finas hierbas Julián Saldarriaga; el señor de la barba, presente en todos los discos de LoL, Ricky Falkner; el de la batería de música y cocina Oriol Bonet, que llora tanto cuando compone como cuando corta cebollas; al teclado el hijo secreto de John Lennon, Dani Ferrer; el que nunca sale en las fotos, y “¿porqué si yo también soy Love of Lesbian?” Jordi Roig a la guitarra; la voz, que se auto presentó inicialmente como Frank Sinatra y pidió relevo a Julián, quien se negó dolido porque al parecer Santi se olvidó de mencionarlo en el último concierto de Madrid… Risas, complicidad entre ellos, una relación más allá de la fraternidad palpable y contagiosa, que nos envolvió a todos y estalló con el «Mama cómprame unas botas de Marujita Díaz» y alguna versión politizada como crítica a la corrupción que nos rodea.
Suenan las inconfundibles teclas que abren «Club de fans de John Boy», y nos la dedican a nosotros, aquellos raros que fueron, que están y los que hemos estado en primeras filas, nuestra obsesión. Parece que el concierto se acaba, pero unos puntos suspensivos en la pantalla nos insinúan que el show continuará, y así nos lo confirma una grabación del Mago Pop, que hace un truco de magia mientras los lesbianos se toman un respiro antes de un «Segundo asalto» en acústico, ambientado con las linternas de los móviles, partiendo el bloque en dos y golpeándonos bien. No se olvidaron de mencionar la difícil situación que lleva viviendo su tierra estos últimos meses, e independientemente de afinidades políticas alentaron a seguir consumiendo cultura y continuar defendiéndonos con palabras, como las de «Si salimos de esta», del disco «La noche eterna, los días no vividos».
Un reencuentro inesperado en noche azul de «Oniria e Insomnia» y una psicodelia química de «Psiconautas» precedieron al estallido masivo de confeti del «Manifiesto delirista» que nos hizo volver a cruzar (a cruzar) el horizonte, dedicada a la tolerancia general y sexual en particular. ¡Qué suerte que aun hay gente que lo hace fácil! No hizo falta presentación para «Los toros en la wii»: si Uri saca la pandereta descontrolada está claro que hay bailoteo asegurado. En el momento que la letra de la canción menciona la oscuridad, cayeron las luces, mientras con acento mejicano sacaron a relucir una mini ranchera tamaño bonsai sobre beatas y rameras, acabando con el clamo «Fantástico» intercalado con el «Bandido» de Miguel Bosé y el «Lobo-hombre en París» de La Unión.
Se vuelven a ir pero nos dejamos los pulmones cantando y tarareando el fantástico–parapa paraparara y como recompensa nos regalan unos «Incendios de nieve (y calor)» imposibles de superar, o eso creíamos. Dedicado de nuevo al mundo de las palabras, atrapamos al vuelo como «El Poeta Halley» nos emociona tanto a nosotros como a los lesbianos, en especial cuando sale la grabación del recital de vocablos acariciados por Joan Manuel Serrat, con los adjetivos trastornados que prescinden de predicados. Parecía imposible superar, sólo un regalo inesperado que nos hiciera explosionar el pecho podía ser el gran y mejor truco final nunca soñado: un mano a mano de Santi Bames e Iván Ferreiro encima del mismo escenario bordando «Planeador» y gritando más madera.
Aporreos de baquetas y columnas de humo hicieron el cierre de 3 horazas de un espectáculo cercano, generoso, sincero, emotivo e indiscutiblemente superlativo, en una conjunción de efectos audiovisuales, confeti y globos festivos, pero sin olvidarse de la esencia que los hace seres únicos, lo que realmente el público ansiaba, simplemente a Love of Lesbian en estado puro. Después de una larga e intensa gira no flaquearon en ningún momento, brillaron como un cometa sobrevolando nuestras cabezas, despertando el Poeta Halley que tenemos dentro y confirmando que los días sin ellos serían precipicios.