Asistimos al concierto de PUTOCHINOMARICON y Las Bistecs, el pasado miércoles, 22 de noviembre, en la sala La Riviera de Madrid.

Fotos: Javier García Nieto (@jgarciani)

Las audiencias condicionan el concierto, sea cual sea el formato del mismo. En aquel famoso espacio asociado al espectáculo musical, el cual posee una palmera en la mitad de la pista para que aquellos más retardados paguen su demora, asistimos a un concierto sorprendente por su recepción: edades diversas, y una expresión de la personalidad elevada al máximo exponente, si bien la misma parte, fundamentalmente, del respeto mutuo.

Las Bistecs, como ellas mismas confirman durante su concierto, no saben cantar, ni bailar. Forman parte del colectivo DIY que, a día de hoy, impera en el panorama nacional: hazlo tú mismo, aunque no reconozcas el círculo de quintas más popero. Desde el folk de “Galicia” hasta el ambiente fabrik de “Dj Bicha”, las Bistecs ofrecen un formato basado en la parodia ociosa, política y cultural del siglo XXI. No obstante, el discurso no será tan aclamado si no tuvieran ciertos mecanismos que lo respaldan.

En primer lugar, tanto el Dj como la producción, pese a que Alba y Carla sean las hijas de un electroclash desenfadado, provocan los cortes, ascensos y profusiones que, bajo una voz fundamentalmente rítmica, provocan la festividad necesaria en la que encajan desde los aficionados de Bad Gyal hasta los de Paco Pil. Por otra parte, una de las claves del humor es la identificación, por lo que no podía ser de otro modo que Las Bistecs, el pasado 22 de noviembre, condensaran a un sector representativo de la nueva generación que, al igual que la banda, tantas críticas recibe. Así, bailando peor que  Babi en 3MSC, haciendo apología del tabaquismo y versionando a los maestros de la Generación del 98 (de un modo bastante distinto al de Serrat), Las Bistecs convirtieron el día de Santa Cecilia en una pantomima.

No obstante, esa caricaturización parte, como he mencionado anteriormente, del respeto mutuo. Algo similar ocurrió con su telonero, PUTOCHINOMARICÓN, una de las grandes revelaciones del electro-disgusting (si podemos comenzar a hablar del género como algo no-exclusivo de un grupo). De este modo, criticando los valores que inculcan ciertas revistas dedicadas a un público adolescente, o a aquellas personas ofendidas por su nombre artístico, PUTOCHINOMARICÓN, del mismo modo que Las Bistecs, genera un imaginario en el que banalizar nuestros problemas, defectos y virtudes.

Pese al contraste que podría resultar inicialmente la celebración de este concierto en una fecha tan señalada para todo aquel que se considera músico, ¿Qué es la música sino una representación auditiva  de un contexto determinado?