Asistimos al primer concierto de «Crashpad» (Subterfuge, 2017), cuarto disco de Neuman, el pasado jueves, 5 de octubre, en la sala Joy Eslava de Madrid
Olivier Messiaen es un compositor del sigo XX en cuyo «Tratado de Ritmo, Color y Ornitología» estudia, a través de la composición musical, los cantos de las distintas especies de aves. Con un inicio de concierto que bien nos podría evocar a las ideas anteriores (los mismos pájaros que abren “Crashpad”), el concierto de Neuman tuvo ciertos paralelismos con tales corrientes musicales.
El oriundo de Melilla vino a presentarnos su cuarto álbum, “Crashpad” (Subterfuge, 2017) junto con los teloneros Ballena, el pasado 5 de octubre, en la sala Joy Eslava de Madrid. El disco tiene como eje la cinemática, y los viajes en carretera, pues fue gestado en la misma. No obstante, es necesario destacar que fue grabado en el estudio de Paco Román: incluso, en la canción que da nombre al disco, grabaron con las ventanas abiertas, por lo que forma parte de la composición el elemento natural. Es, por tanto, un disco donde las horas pasan lentas y el paisaje se encuentra más presente que nunca: define movimiento con la perspectiva de un final estático, y es todo esto lo que se pudo percibir el pasado jueves.
Con este paisaje sonoro, la banda murciana nos brindó un concierto que, en su mayor parte, estuvo marcado por la inmovilidad y la evocación. Como si de un pintor impresionista se tratara, Román nos dibujaba las emociones causantes de la inmovilidad del momento: pese al juego de timbres de las guitarras y el cambio de dinámicas entre las canciones, anoche la Joy Eslava llegó al fin del tiempo, como aquel cuarteto del compositor antes mencionado. Quizás, el momento más relevante de la actuación fue cuando cambiamos al formato acústico, y el cierre del concierto con “Battle starship”.
De otra parte, la instrumentación, aunque escénicamente pareciera arriesgada por defecto, resultó más que suficiente. Recuperando el formato trío de sus inicios, destacar la interpretación de Dani Molina a un piano cargado de matices.
Con todo el simbolismo, pareciera que Neuman hubiera abierto su nueva gira con un concepto circular: sobre la perspectiva que te brinda un cuarto álbum, el reposo que conlleva y la añoranza del camino. Y es que, pese a los ritmos festivos de “Marsha”, o la vitalidad de “Dizzy”, resulta imposible que la banda se aleje de su vertiente melancólica. Nosotros, de momento, seguiremos manteniendo tal aflicción hasta que regresen.