El pasado, presente y futuro de la música alternativa se pasea por los escenarios del festival madrileño. Band of Horses roza la perfección bordando un concierto excelente, Liam Gallagher nos hace viajar al pasado más nostálgico, y Franz Ferdinand se gana el favor de un público entregado con su incendiario directo.
Unas horas después de la maratoniana jornada del Dcode Festival 2017, empezamos a asimilar lo vivido ayer en el Campus de la Universidad Complutense de Madrid.
Un espectáculo incesante de grandes actuaciones de talla internacional que dejaron boquiabierto a más de uno/a, cumpliendo con creces con las expectativas creadas con el cartel de este año. Historia viva del rock alternativo del último siglo (y del pasado).
La mejor edición musical que recordamos del festival madrileño (al menos yo), se convirtió a su vez en la más multitudinaria, con un total de 25.000 entradas vendidas, agotándose el día antes de su celebración.
Estos datos, desafortunadamente, nos conducen a señalar la clásica mancha en el expediente de eventos de estas magnitudes, y con las dimensiones que el Dcode maneja: largas colas en los accesos al recinto (cerca de una hora para entrar incluso antes de los grandes cabezas de cartel), escasos y lejanos espacios físicos para descansar y tomar aire, o eternas esperas para usar los baños fueron algunas de las grandes dificultades con las que se encontraron los asistentes.
Definido el contexto general-ambiental de la cita festivalera, sumerjámonos ya, en lo que principalmente nos atañe: la música en directo.
La Femme y Carlos Sadness, como aperitivo para el maratón de la tarde-noche
El primero de los directo que disfrutamos fue el de La Femme, saliendo a escena con “Paquito el chocolatero tronando” en un recinto aún medio vacío, los franceses hicieron gala de un buen sonido de sintetizadores y electrónica, un vestuario, cuanto menos, extravagante y la voz hipnótica de su vocalista principal.
Un buen espectáculo que mantuvo conectada a la gente durante toda la actuación, con muchos de sus temas más populares, como “Sur la planche 2013”, “Antitaxi”, “Packshot” o “Oú va le monde” interpretada magistralmente por Marlon Magnée, la voz masculina de la banda.
Carlos Sadness fue el siguiente en aparecer en el segundo escenario principal. Con muchas granas y disposición, al ser el último concierto de la gira de su LP.
Ante su ejército de seguidores/as de edades tempranas se desenvuelve como pez en el agua el barcelonés, con un sonido algo escaso para el marco en el que se encontraba.
“Amor papaya”, “Hoy es el día”, “Miss honolulú” o “Bikini” fueron algunos de los temas que sonaron, junto a la colaboración en modo de karaoke del público que se agolpaba en las primeras filas.
“Qué electricidad” terminó de agitar a los allí presentes, mientras que su particular versión de “Groenlandia” y “Monteperdido” echaban el cierre definitivo al concierto.
Como en todos los festivales (cuestión de logística suponemos) nos preguntamos por qué no determinados cambios horarios. Ya no sólo por cuestión de gustos, pero estamos seguros que la actuación, por ejemplo, de Iván Ferreiro en este momento del día hubiera sido mucha más acertada y adecuada al desarrollo lógico de las actuaciones.
Milky Chance, la primera joya de la tarde
La cosa empezaba a ponerse seria con la aparición de Milky Chance aun con el sol pegando duro en el escenario número 1.
Mientras la masa social seguía creciendo a un ritmo cada vez más elevado, el duo alemán nos deleitaba con su sonido pegadizo y desenfadado. Esa voz que encandila a cualquiera y el sonido eléctrico acústico de sus guitarras, mezclado con ritmos tropicales a base bongos y una percusión en general primorosa.
“Down by the river” fue el primer corte en sonar, “Ego” y “Blossom” arrancaron los primeros bailes del show. También destacaron en esta primera aprte del conceirto temas como “Flashed junk mind”, otro de las grandes de su primer disco Sadneccesary (2014) o “Peripeteia”, con un solo final de armónica realmente espectacular.
Canciones de su vertiente más reggae, con trompeta inluída, como “Bad things”, más intimistas y acústicas como “Loveland” con ese punteo constante y característico marca de la casa.
Para ir despidiéndose con “Cocoon”, convertido ya en nuevo éxito de su último disco Blossom (2017), la explosión total de “Stolen dance” coreada de principio a fin por el respetable y el cierre definitivo con la calma de “Sweet sun”.
Estilo único e inconfundible, mezclando en el ambiente momentos de calma y disfrute armónico, con otros de fenómeno de masas y entrega desenfrenada. Primera gran satisfacción.
Liam Gallagher, historia viva del Rock and Roll
Con la estampa festivalera del sol cayendo sobre los escenarios principales, nos metíamos de lleno en uno de los platos fuertes e históricos del día. Liam Gallagher hacía acto de presencia junto a su banda al más puro estilo british rock star. Pantalón corto, chubasquero de manga larga y gafas de pasta, imagen representativa de lo que actualmente atesora el de Manchester: la imagen y música de siempre, sustentada principalmente en su pasado con Oasis.
A pesar de ello, con lo que ya contábamos, pudimos vivir y recrearnos ante un gran pedazo de la historia del rock and roll contemporáneo.
Comenzando directamente con “Rock and roll star” y un buen pero poco potente sonido, le siguieron “Morning glory” para que la gente siguiera soñando despierta. Inicio puramente Oasis para encadenar tres temas propio, su nuevo single “Wall of glass”, gran canción con un Liam en estado puro, “Greedy soul”, “Bold”, precioso tema con un buen sonido de guitarras acústicas, y “For what it´s worth”, melódica, intimista, y con una gran interpretación vocal.
“Soul love” de su anterior banda Beady Eye, dio paso a “Slide away”, contentando a un público más sediento de antaño que de presente.
Mientras tanto, y entre canción y canción, el pequeño de los Gallagher se dirigía al público en su habitual registro, entre su ego, algo más calmado y el desprecio amigable hacia sus fans.
“You better run” y “Universal gleam”, dos nuevos temas de buen sonido rock, pero algo planos, nos invitaron, ya con la noche sobre nuestros hombros, a ir despidiéndonos del show.
“Be here now”, con una gran interpretación de la banda (al igual que durante todo el concierto), desembocaba finalmente en el momento más mágico e histórico del Dcode 2017.
Y es que por muchas grandes bandas y canciones que sigan llegando y afianzándose en el panorama del rock internacional, nadie podrá alcanzar jamás la magnitud de una canción como “Wonderwall”.
Totalmente desnuda, guitarra acústica y voz, es difícil describir más que la emoción y felicidad que las caras de todo el público transmitían, incluida la mía (y la de los que ya no están, apuesto por ello).
Estribillo cantado a capela por todo el festival, y despedida sin prácticamente decir adiós.
Es un Gallagher, es un Oasis, es historia del Rock and roll. Simplemente gracias.
El elegante y vibrante rock sureño de Band of Horses
Tras la nostalgia pasada llegaba una de esas bandas especiales de nuestro tiempo, pertenecientes a esa generación que ha sabido entremezclar a la perfección los sonidos más contemporáneos del rock eléctrico con el country y la música de raíces americana. Band of Horses nos ofreció, como ya es habitual, un concierto intenso y directo, con la elegancia a la que nos tienen acostumbrados pero sin dejar de hacer vibrar a un público entregado a los de Seattle.
Con un concierto que fue de in crescendo a través del setlist elegido, arrancaron la noche con “The first song” y “Can´t hardly wait”, una soberbia versión del tema de The Replacements, para llegar al primero de sus grandes temas, “Is there a ghost” sonando con un armonía escalofriante a la voz del siempre emotivo y entregado Ben Bridwell es siempre un manjar para los oídos.
El sonido más sureño de “Throw my mess” con la versión más frontman de Bridwell, la magnifíca “Casual party” y los vaivenes eléctricos de “The great salt lake”, que en directo se agigantan, cerraban un inicio de concierto para enmarcar.
Tras una la calma de “Older”, volvíamos a tener un nudo en la garganta al escuchar el punteo que acompaña durante toda la canción a “No one´s gonna love you”, y una vez más la interpretación su vocalista en uno d esos temas que te estruja el corazón.
Especialistas en hacer de cada canción un viaje a las diferentes emociones y vivencias, “Laredo” nos hizo cabalgar a través de su sonido sureño por la libertad de dibujar paisajes imaginarios en nuestra cabeza. Una de las joyas que más deseaba escuchar en directo.
“NW Apt.” y su sonido country nos invitaba a disfrutar de una de las mejores noches festivaleras del año, en cuanto a calidad musical se refiere.
El piano bestial, tanto al inicio como al fin de “The general specific”, y el sonido conjunto de la formación, no hacía más que reforzar la idea de que nos encontrábamos ante el mejor concierto del festival. Confirmado al ver el resto de los shows.
Y aún nos quedaba por degustar la fruta más dulce, una de esas obras maestras que quedarán siempre para la posteridad. Y es que escuchar “The funeral” en directo es realmente acojonante, disculpad la expresión, pero no encuentro otra forma de definirlo. Orgasmo sonoro y final del show.
Sobriedad a golpe del indie rock más hipnótico: Interpol
Girando a la derecha nuestra cabeza podíamos ver como estaba todo preparado para recibir a los neoyorquinos Interpol, que cerraban la gira de del decimoquinto aniversario de su debut Turn on the bright lights (2002). Interpretado de manera íntegra y en el orden que aparecían las canciones en el álbum, con intensas luces rojas brillando en el escenario durante gran parte del show, trasladándonos inevitablemente a la portada de su primer LP.
Con los acordes y punteo inicial de “Untitled” comenzaba un concierto caracterizado por el sonido hipnótico y sobrio del disco, acompañado por una estética oscura por parte de la banda, vestida de negro en su totalidad.
Sonido espectacular y una interpretación perfecta, tanto vocal como musical que continuó con “Obstacle 1” y sus portentosas guitarras, “NYC” y “PDA”, enormes y oscuras canciones que ganan incluso más en directo.
Con gran ambiente de público, tanto en la zona delantera como a lo largo y ancho de la gran explanada de césped continuaron paseando por “Say hello to the angels”, la casi instrumental “Hands away”, rasgando guitarras y “Obstacle 2”, con un Paul Banks imperturbable en el centro del escenario, sin apenas moverse de su lugar pero transmitiendo a la perfección la personalidad y estética musical y personal de la banda.
Después de un par de temas más, donde el concierto se estabilizó bastante, al igual que sucede con el disco (obviamente), “The new” y “Leif Erikson” pusieron punto y final a su interpretación, quedando aún tiempo para dos últimos temas del segundo disco de su carrera, que mantienen ciertamente el espíritu del primero de ellos.
“Slow hands”, otro de sus grandes temas, con su sonido característico de guitarras y una potente batería marcando un camino diferente en el estribillo.
Y por último, “Evil”, su mayor éxito y una de sus mejores canciones, con esa intensa línea de bajo durante todo el corte y cuyo directo apasionó a propios y extraños.
Sin caracterizarse por ser una banda que agite o alborote al público (para gustos los colores), Interpol nos ofreció un magistral concierto en cuanto a interpretación y sonoridad.
Franz Ferdinand incendia el DCODE 2017
Con gran parte de las cartas encima de la mesa, aún nos quedaba un órdago. El mayor de todos, la primera línea y las letras más grandes del cartel Dcode 2017: Franz Ferdinand.
Los que vimos a los escoceses en el Low Festival, pudimos comprobar el gran estado de forma en el que se encuentran, así que lo del pasado sábado no nos sorprendió tanto. Aun así, volvieron a demostrar porque siguen siendo los grandes cabezas de cartel en muchos de los festivales a los que acuden, dando una lección magistral de intensidad, interpretación y conexión con un público madrileño que les devolvió todo el cariño mostrado por su líder Alex Kapranos durante todo el espectáculo.
El concierto más multitudinario de la noche dio su pistoletazo de salida con “Stand on the horizon” y “Walk away”, con un sonido brillante y potente desde el inicio, moviendo al público y haciéndole cantar ya desde estos primeros cortes.
“Jaqueline” y “Lazy boy”, uno de los nuevos temas que ya presentaron en Benidorm, nos dieron un pequeño respiro antes de hacernos bailar y saltar con “Love illumination” y “Do you want to”. La gente enloquecía y la motivación crecía aún más si cabía en la banda, que interpretaba a la perfección cada uno de los temas.
“The dark of the matineé” y “No you girls”, seguían conformando un repertorio de guitarras, rock y funk que Franz Ferdinand maneja a las mil maravillas, intercalando temas más calmados para su descanso o cortes nuevos en el que el aporte del público lógicamente es menor.
También sonaron otros clásicos desde hace una década como “Walk away” que siempre les ayuda a reactivar a las masas, si es que en algún momento alguien se desconectó.
Contaron con más tiempo que el resto de las bandas y lo aprovecharon como hemos comentado para presentar temas nuevos como “Paper cages” o “Huck & Jim”, con un estribillo muy coreable, muy de su estilo.
Llegábamos así al momento estelar de la noche, el que se produce cada vez que suena la primera nota de “Take me out” y el público se vuelve totalmente loco, no hay más contar, simplemente vivirlo. Euforia y apoteosis que bien podría servir como cierre definitivo de un concierto al que aún le quedaban algunos coletazos.
Otro gran tema sacado de su gran cajón de sastre como “Ulysses” retumbaba en el campus complutense, y tras “Always ascending”, nuevo tema con un inicio muy Bowie, y otro clásico como “Daarts of pleasure”, ponían el colofón final con la dilatada versión musical de “This fire”, haciendo participe de la fiesta desde el primer al último minuto a un público que se mantiene siempre fiel a los suyos. Puro espectáculo.
Broche final a cargo de los británicos The Kooks
Para finalizar el maratón de las diferentes vertientes del rock alternativo (de las últimas décadas), tocaba acercarse al escenario dos para ver el directo de The Kooks.
Pronto pudimos comprobar la fineza que atesoran en sus manos los británicos, con un directo pulcro y medido que a veces asusta en su parecido con las versiones originales de estudio.
Cierto es, que con el paso del tiempo, el rock melódico con claros toques pop de los de Brighton, se ha quedado algo rezagado del resto de su generación. De igual manera, pudimos disfrutar de un gran directo de sus grandes éxitos.
A pesar de un importante vaciado del recinto tras la actuación de Franz Ferdinand, The Kooks contaron con una importante audiencia que aún aguantaba tras muchas horas de baile en frente de los dos escenarios principales.
“Always where I need to be”, “Eddie´s gun”, “You don´t love me” o “Sofa song” fueron algunas de las primeras canciones en sonar, con una perfecta musicalidad apoyada en las guitarras y en la melódica voz de su cantante Luke Pritchard.
Los toques funk de “Bad habits” y el pop sin mesura de “She´moves in her own way” siguieron con un concierto al que no le faltó ritmo en ningún momento, cosa que el público agradeció a estas alturas del día.
“Jackie big tits”, “Sway” o “Matchbox” son otras de las canciones incluídas en su The best of…so far (2017), con un peso sobresaliente de su primer y más destacado LP Inside in/Inside out, del ya lejano año 2006.
La gran “Ooh laa” con el protagonismo de la guitarra acústica, que toma más protagonismo incluso con “Seaside” contrastaba directamente con la electricidad de “Westside”, haciendo gala de una gran armonía como banda, que predominó durante toda su actuación.
“Junk of the heart (happy)” y “Around town” fueron los últimos temas en sonar, antes de finalizar por todo lo alto con una coreadísima “Naïve”, agradeciendo enormemente durante todo el show el aliento y apoyo del público español. Buen concierto para finalizar este Dcode 2017.
Y así nos despedíamos de la presente edición del Dcode Festival, una edición que será difícil de igualar en las próximas ediciones, ¡ahí dejamos el reto!
Iñaki Molinos M
Redacción
La honestidad no es una virtud, es una obligación.