El pasado 22 de julio se celebró el Festival’Era, uno de los festivales rurales por excelencia de nuestro país. Nosotros estuvimos allí y te contamos lo mucho que pudimos disfrutar con un repertorio muy variado
Teníamos ganas de pisar el Festival’Era (Festival Rural de Música Alternativa y Electrónica), un festival que, como su nombre indica, reivindica lo rural y se celebra en una masía en Llagostera (Girona). Un entorno idílico para ir a disfrutar de una jornada de buena música muy variada y con una calma y un ambiente relajado del que poco se puede disfrutar en otros festivales.
En su cartel, nombres locales, nacionales e internacionales de diferentes estilos. Como leeréis a continuación, pasamos, por ejemplo, del pop-folk de Manel, la electrónica dark de Anímic o el punk-rock pesado y cañero de Triángulo de Amor Bizarro.
El Festival’Era dio el pistoletazo de salida a pleno sol con Renaldo & Clara, en el Escenari Roures, el pequeño de los dos que había. El dúo puso en marcha la jornada con su pop lleno de color y tocaron muchos de los temas de su último trabajo “Els afores”, donde aceleran el ritmo y se reinventan.
Llegó el turno de Nico Roig en el escenario principal, el Escenari Era. El cantante, junto a su banda, presentaron algunos de las canciones de “Vol.71”, su tercer disco en solitario. Historias cotidianas contadas con fuerza en una mezcla de estilos que pasa desde los apuntes electrónicos hasta los punteos de guitarra. Una mezcla solo apta para mentes abiertas.
Barbott fueron los segundos en pisar el Escenari Roures. La banda barcelonesa, con la inconfundible y carismática voz de Guillem Sala, se presentó encima del escenario con su apuesta indie rock con suaves aires electrónicos y con grandes síntomas de una madurez adquirida tras su paso por muchos escenarios tanto de España como de Europa. El único pero de este recital fue la poca afluencia de público que se animó a pisar los pies del escenario debido a la hora tan temprana de la actuación y que convirtió la actuación en un relajado set que mereció mucha más atención, una atención ganada a pulso.
Anímic fueron los encargados de ir abriendo el apetito puramente electrónico y experimental a plena luz del día, con un ambiente caluroso y lleno de abejas que contrastaba con la oscuridad de las letras y la música de los catalanes. La puesta en escena simple pero con varios focos de luz que se iban iluminando en cada golpe de música se difuminaba con el humo y los rayos de sol del atardecer. La vocalista Louise Samson hizo lo que quiso en el escenario y se adueñó de él para recibir a un público que iba in crescendo numerosa y anímicamente.
La electrónica quedó apartada por un momento para recibir a una de las actuaciones más energéticas y cañeras de todo el festival, la de Cala Vento. Y es que fue el primer concierto que completó el aforo con los del Empordà a la cabeza, todo bien acompañado de un run run de impaciencia previo. Desde el primer momento, el público se entregó al dúo que enseguida recibió esas vibraciones y ofreció un recital al límite de la locura. Joan y Aleix nos habían ofrecido una entrevista previa a su actuación (el resultado lo podréis ver pronto en nuestra web) y nos comentaron que ellos lo dan todo sea en el escenario que sea. Dicho y hecho. Tema tras tema aumentaba la energía y no había techo, hasta tal punto de crearse un tumulto a base de saltos y empujones en las primeras filas como si de un concierto heavy se tratara. A grito pelado terminó un recital donde no dejaron de sonar ninguno de sus temas más reconocibles y pegadizos: «Estoy Enamorado de Ti», «Abril», «Isla Desierta», «Unos Pocos y Otros Tanto«, «Sin Apenas Conocernos», «Historias de Bufanda», etc. para terminar con «Isabella Cantó».
Con ese subidón nos fuimos al ritmo animado y costumbrista de Manel. Un grupo idóneo para este festival que pudo ver cómo los últimos rayos de sol se escondían entre los árboles del escenario principal. No faltaron ninguno de sus grandes éxitos que fueron aplaudidos por casi todo el público. Una actuación más que correcta que supo encandilar a los amantes de su música y a los que no son santo de su devoción con un saber estar en los escenarios, característico de un grupo que sabe ya de sobra lo que hace.
Y del folk catalán pasamos de nuevo a la electrónica del primer artista internacional en actuar en el Festival’Era 2017. Desde Amsterdam, Awir Leon puso un poco de sentimiento electrónico al más puro estilo Bon Iver. Su actuación sirvió de puente para dar paso a uno de los momentos más esperados de la noche.
Triángulo de Amor Bizarro se subió puntualmente al escenario con un bona nit y bonas noites, para continuar con uno de los temazos de su último disco «Salve Discordia», Desmadre Estigio. No era la primera vez que veíamos a los gallegos en concierto, pero tenemos que decir que podría ser una de las mejores actuaciones de las que hemos podido disfrutar. Si juntamos la excepcional acústica del escenario junto al guitarreo y la potencia de la banda, y le añadimos el agradable entorno y pequeño formato del festival, tenemos como resultado una soberbia actuación que generó otra pelea campal de locura entre las primeras filas del público. A pesar de que a los asistentes les costó entrar en acción, poco tardaron en desmadrarse con todos los temas que se presenciaron, cómo por ejemplo El Gallo Negro se Levanta, Nuestro Siglo Fnord o la genial Ellas se Burlaron de mi Magia. Obviamente no faltaron tampoco De La Monarquía a la Criptocracia, Seguidores, Baila Sumeria, El Fantasma de la Transición y sobre todo la más aclamada, Barca Quemada. En definitiva, un concierto para enmarcar y recordar durante mucho tiempo.
A partir de esta actuación, el camino del festival se fue por otros derroteros ya totalmente electrónicos para disfrutar exclusivamente de noche. En este orden, Playback Maracas, Dark Sky, Octave One y Begun acabaron de completar un gran día.
El Festival’Era nos deja buenísimas sensaciones gracias a su cartel, con dos grandes actuaciones, que bien podrían quedar en los anales del festival, como fueron las de Cala Vento y Triángulo de Amor Bizarro, pero, sobre todo, por el planteamiento de esta cita. Un festival para disfrutar de la música, por supuesto, pero también para disfrutar del entorno a un ritmo muy relajado, saboreando cada momento en su determinado instante.