Quedarse con un único festival en Galicia sería de locos. Pero el Atlantic Fest bien merece estar en ese imaginario olimpo por su programación más que satisfactoria, un cuidado sonido y los placeres que depara habitar por unos días en una isla bañada por el Atlántico.
No es que la localización lo sea todo, pero sí es mucho. En el Atlantic Fest lo saben y el escenario a la vera de la playa de O Bao daba para soñar despiertos. Darse un chapuzón en aguas cristalinas, probar el paddel surf o el kayak entre concierto y concierto, degustar la gastronomía autóctona o perderse en la reserva natural de O Carreirón son de esos extras que no tienen precio. No al menos en A Illa, esa suerte de paraíso auténtico que existe en Rías Baixas y que enamora a primera vista.
Los que no habían ido nunca repetirán, seguro. Y quienes ya habíamos probado sus mieles, deseamos volver a despertar al sol de su verano. ¿A eso no se le llama disfrutar?
Pero aquí hemos venido a hablar de música, y de eso hubo también mucha y buena. Después del éxito de su pasada edición (puedes leer aquí la crónica que hicimos) las expectativas eran altas. Una vez pasada la resaca musical, es momento de hacer balance.
Salir, beber, el rollo de siempre
El viernes era el día que tocaba recorrer los bares de A Illa donde se celebrarían los conciertos pero antes nos esperaba una sorpresa. Si parecía imposible encontrar un artista de la sensibilidad de Niño de Elche con el que el arrancar motores como hiciera el Atlantic el año pasado, nos equivocábamos. De largo. Volvió a haber flamenco, esta vez en la inconmensurable voz de Rosalía con la tremenda guitarra de Raül Refree. El auditorio vibró con el precioso quejío de la jovencísima cantaora catalana, que presentó ante un público entregado ‘Los Ángeles’. Un disco que gana adeptos allá donde pasa y que vuelve a exponer que el flamenco es algo vivo, lejos de tópicos y que apela a los sentimientos más arraigados. En directo, y con una escenografía más teatral si cabe para ensalzar los momentos clave del concierto, es aún más recomendable.
Con los oídos nublados de tanta belleza salimos a los bares: primero fue el turno de Mounqup, nombre artístico de Camille Hédouin. Buena parte del público no estuvo a la altura y no guardó el debido silencio, pero la artista no borró ni un momento su sonrisa y ofreció un concierto digno de las suelas más bailadoras. A continuación, cambio de escenario para recibir a Kings of the Beach por un lado y Sen Senra por otro. El Atlantic Fest no había hecho más que comenzar.
Un escenario a la vera del mar
El sábado, tras un merecido pero breve descanso, los más madrugadores acudieron a la llamada de los ritmos electrónicos de Electric Feels, que repetirían ya adentrada la noche en el escenario pequeño de la zona gastro. Ahí sí pudieron despacharse a gusto pinchando para regocijo del público. Lo mismo que ocurrió con Os Amigos dos Músicos, que tuvieron una segunda oportunidad de encandilar tras haber pasado por el auditorio la tarde anterior. Best Boy también se encontró con un público aún un tanto tibio pero su rock sureño con toques de funk estuvo por encima de lo esperado. Tras ellos, el primer plato fuerte del día, L.A.
L.A.: el rock duerme ahí afuera
Luis A. Segura (a quien entrevistamos en EPDLT) no se prodiga en sonreír sobre el escenario, ni tampoco en contar anécdotas. Como artista, su sobriedad le confiere un exceso de seriedad pero su directo dice otra cosa. En cada canción se adivina la pasión que destila el rock, como ocurre con canciones como ‘Helsinki‘, de su más reciente trabajo, ‘King of beasts’, o también la vibrante ‘Where the angels go’. Como era de esperar, rescató algún clásico de su baúl de recuerdos aunque optó por dejar fuera ‘Stop the clocks’. Un concierto que se hizo corto pero intenso.
El baile al son de Joe Crepúsculo
Allí por donde pasa Joël Iriarte cualquier sitio se convierte en una fiesta. Eran las cinco de la tarde pero el Atlantic hubiera sido la envidia de la mejor sala de baile. Crepus ha vuelto a poner de moda el electropop con un desparpajo que irradia felicidad e ironía a partes iguales. Cuando el escenario se llenó de gente bailando al ritmo de ‘Mi fábrica de baile’ todos sabíamos que había un final, pero que nos pille bailando.
Yo no soy fan de Los Planetas
Valga una declaración de intenciones de primeras. Quizá no fue el mejor concierto, pero fue el más deseado por muchos y, seguramente, el más recordado para los más fieles. Para muchos de los asistentes, la banda granadina está intrínsecamente ligada a su juventud y al sentimiento indie de este país. Eso se notaba en las ganas y en las canas que abundaban durante el concierto, el primer plato fuerte de la noche.
Con un sonido menos nítido que en otros conciertos del mismo día, lo cierto es que a Los Planetas no les faltaron coristas entre el público: en el año de su regreso discográfico, temas como ‘Islamabad’ sonaron contundentes pero sin duda fueron los clásicos los que hicieron levitar a los asistentes, como ocurrió con ‘Santos que yo te pinté’ o el hit ‘Un buen día’ para el que no necesitaban ya presentaciones.
Lori Meyers en plena Evolución
Con un arranque que ya viéramos en Suede, con la banda tocando detrás de un telón detrás del que se adivinaban sus integrantes, Lori Meyers salió con una desbordante energía a interpretar buena parte de sus éxitos. Se mascaba un concierto a priori más lento de lo que fue, a tenor de buena parte de ‘En la espiral’, pero los andaluces supieron jugar bien sus cartas y combinaron sabiamente temas más animados como ‘Siempre brilla el sol’ o ‘Evolución’ con auténticas bombas sonoras como ‘Luces de neón’, ‘Emborracharme’ o ‘¿Aha han vuelto?’. Acierto seguro.
Maxïmo Park, hasta el infinito y más allá
Si alguien lo tenía complicado en este Atlantic Fest era Maxïmo Park. Mantener el tipo y poner el broche al festival después de la revolución de psicodelia y rock que trajeron Temples el año pasado era un trago difícil. No sería por experiencia: el grupo de Newcastle, con casi 20 años a sus espaldas, atesoran un buen puñado de temas que defendió a capa y espada Paul Smith: »What equals love?’, ‘Apply some pressure’ o ‘Books from boxes’ fueron levantando el trono sobre el que coronar a Maxïmo Park. Cuando lanzaron ‘Get high (No, I don`t)’ ya no había marcha atrás: los ingleses marcaron gol y se llevaron el tanto de haber logrado que el Atlantic Fest 2017 estuviera a la altura de su predecesor.