“Magnolia” (2017) fue presentado por la banda de Aranjuez ante un público que supo reconocer en todo momento su calidad y entrega

Rufus T. Firefly es una de las bandas con mayor talento del panorama nacional, que nos brinda con cada uno de sus discos un sonido genuino con un sello personal indiscutible. Con su último álbum ha terminado de ganarse a un público cada vez más numeroso, y lo más importante: de calidad, que va a los conciertos a disfrutar de sus canciones, no a charlar o a tomarse algo con una actuación de fondo (no todos los grupos pueden presumir de ello).

La noche del sábado fue una representación perfecta y nítida de lo citado anteriormente.

Con el viaje espacial de “Tsukamori” comenzaba el concierto. Su suavidad y armonía unidas a la voz introspectiva de Víctor Cabezuelo (vocalista) hacen de esta canción la idónea para comenzar el show. La pantalla con efectos visuales psicodélicos, paisajes y fotogramas varios, situada tras los músicos fue todo un acierto.

Siguieron con “El Halcón Milenario”, con un final apoteósico de distorsión y un punteo de guitarra evocando esos chillidos al más puro estilo Hendrix.

Rescatando “Incendiosuicida” de su segundo largo, volvieron a “Magnolia” para interpretar a la perfección “–O–“después de presentarse al público que abarrotaba la sala Ochoymedio de Madrid.

Un paisaje desértico de fondo nos acompañaba en otro nuevo viaje dentro de su nuevo LP, “Espectro” de ritmo lento e intimista acaba estallando en un final in crescendo que te atrapa poco a poco sin que uno se dé cuenta. “Cisne negro” con una base rítmica más electrónica nos transporta a otro de los universos de Rufus T. Firefly, reminiscencias ochenteras y gran peso de los teclados.

Llegaba el momento de presentarnos a su nueva criatura, como llevan pregonando desde que vio la luz el pasado mes de enero, como un “alegato al arte, el amor y la naturaleza”. Continuaron con el séptimo corte del álbum, “Última noche en la tierra”, con una intensidad rítmica en la parte final que le valió una tremenda ovación a Julia Martín-Maestro (batería y el otro 50% del dúo).

Turno para “Pulp Fiction”, una de esas canciones que tiene pinta de acomodarse en nuestro imaginario colectivo, como ya pasó con la película que le da nombre. Destacando la famosa y coreada frase que comparten tanto canción como obra: “estoy a mil jodidas millas de estar bien”. Sublime.

Habiendo interpretado a estas alturas de concierto la casi totalidad de temas de su último disco, el grupo madrileño -quinteto en la noche de ayer- nos deleitó con el sonido más rock de “Pompeya”, de su anterior largo Nueve” (2014). Afianzándo su actuación en un continuo punto álgido en lo que a sonoridad y ejecución musical se refiere. “El problemático Winston Smith” sirvió para agradecer a todo el equipo que compone Rufus T. Firefly su dedicación y para volver por un momento a una cierta calma antes de encarar la recta final.

Llegó entonces uno de los momentos mágicos de la noche. Ensalzando la figura de The Beatles en la historia pasada, presente y futura de la cultura musical mundial, se decidieron a interpretar “Lucy in the sky with Diamonds”. Seguramente una de las canciones que más influencia haya tenido en su obra, o mejor dicho, el disco en el cual se encuadraba “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band» (1967). Respetuosa y preciosista versión de la pieza original de los de Liverpool. Emocionante.

“Nebulosa Jade”, como representante del estilo y sonido más puramente Rufus, cerraba la primera parte de su actuación. Tras la aclamación popular de los allí presentes, volvían a saltar al escenario, aunque en esta ocasión en forma de trío: Víctor al órgano, Julia a la batería y la maravillosa voz, a modo de invitación sorpresa de Alice Wonder, para interpretar “Canción infinita”. Íntima y bellísima.

Ahora sí, nos acercábamos inexorablemente al final de un gran concierto pero aún nos quedaba por disfrutar dos grandes temas. El primero de ellos, que da título al disco, “Magnolia”, con una melodía ciertamente pop y reflejando lo que habíamos disfrutado durante toda la noche: una banda compacta, con un sonido perfecto y una armonía musical majestuosa.

Finalmente se despedían con el que fue el primer sencillo de su último LP, “Río Wolf”, que contiene en sus algo más de cuatro minutos de duración, todos los rasgos que caracterizan a esta gran banda: melodías cautivadoras, guitarras psicodélicas, gran peso de la percusión y de los sintetizadores.

Actuación redonda, sin fisuras y con un público entregado a la causa. Da gusto ver cómo estilos musicales que salen de los cánones más habituales puedan tener cabida y repercusión entre un público con cada vez mejor paladar musical.

Iñaki Molinos M

Iñaki Molinos M

Redacción

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Javi García Nieto

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