“Aunque de repente estés un día teloneando a Vetusta Morla, nada está hecho”
Atardecía el año 2014 cuando apareció por primera vez el nombre de “Villanueva” en los medios musicales alternativos. Un nombre nuevo que remitía a viejos referentes. Una sorpresa no anunciada que se desenvolvía con naturalidad, a pesar de su corto tiempo de vida, gracias a una marcadísima personalidad basada en los claroscuros, la elegancia y el minucioso cuidado y mimo que se escondía en un personaje al que solo aquellos que abrían el libreto del disco llegaban a conocer, agazapado tras una portada que retrataba el lúgubre puerto de Vigo. Justo un año después, los paisajes y planos detalle que marcaron la personalidad de los carteles de Villanueva en los comienzos de la gira han dado paso al propio rostro de ese demiurgo anunciando el punto y final a los “ Viajes de ida” ( Esmerarte, 2015) este próximo 13 de noviembre en Costello, la sala que le vió nacer. Josete Díaz Villanueva ya no es un desconocido, pero su personalidad sigue agazapada tras las sugerentes letras de un primer disco que no engaña al oído atento: Villanueva nunca fue un novato, y su veteranía en esto de la música impregna cada nota de cada tema.
Para desentrañar estos “Viajes de ida” , antes de que sea demasiado tarde y sus futuros proyectos acaparen toda la atención, nos sentamos con Josete en una cafetería y discutimos de la vida y del sexo de los ángeles. Pretendemos, más que a su música, conocerle a él. Saber de primera mano cómo ha sido esta transición, este viaje entre el principio y el final de una ida a su propia personalidad.
Resulta curioso este “Viajes de ida”. En un primer momento no vemos tu rostro en la portada, ni siquiera en la contraportada, sólo apareces dentro. Y es curioso porque es un disco muy personal, con toques muy eclécticos a pesar de guardar un mismo manto sonoro homogéneo.
¿Qué queda del Josete de antes, el rockero, en este primer disco en solitario?
Para mi, independientemente del tipo de música que yo hago, sí que queda algo del garage, del punk y del hardcore. Está ahí presente. Y creo que son los valores. El ADN, los valores con los que yo hago todo esto. Me preocupo de cada proceso, de cada paso. Siempre estoy viendo lo de los carteles, si están pegados o no están pegados (cuando no los pego yo). Vengo a Madrid a hacer una entrevista y me meto en un comercio para tocar. Es decir, es importante saber que, aunque de repente estés un día teloneando a Vetusta Morla, al día siguiente tienes que irte a La Infinito a tocar, y que nada está hecho. Es una cosa de todos los días, pasito a pasito.
¿Telonear a Vetusta Morla estaba entre tus objetivos?
Esto es arte, no es un tema de objetivos. Simplemente tienes que estar, hacerlo con amor y ciego y no preguntarse el porqué de las cosas. La gente que viene del hardcore y el punk rock generalmente suelen tener esas intenciones. Nacho, el batería de Villanueva, es de esa escena. Y para mí eso era muy importante. Ramiro Nieto ( batería en el disco) es también alguien que viene de esa escena. Y es algo que también entiende Ángel Luján, nuestro productor.
¿No tienes intermediarios, lo haces tú todo?, ¿incluso los carteles?
Los carteles de la primera parte de la gira los diseñó Elena Mateo, diseñadora también de la portada del disco. Y yo fui quien eligió a Elena Mateo. Es una persona con muchísimo gusto. A partir de la tercera parte de la gira los comencé a hacer yo. Esmerarte se encargó de la distribución del disco. Es mi agencia de management, booking y demás. Pero no hay ninguna sola cosa en Esmerarte que no se cuente conmigo para hacer. Es lo bueno que tiene Esmerarte con respecto a mí: que yo allí soy Josete. Y me es muy fácil allí tomar un café con alguien, hablar… hay una familiaridad. Date cuenta que yo colgaba carteles en esa casa cuando tenía dieciocho años. No es lo mismo que con una agencia que está a seiscientos kilómetros de tu casa (por ejemplo).
Nos remitimos a unos comienzos en los que incluso te inventaste a un manager ficticio para conseguir conciertos con tu primera formación. ¿Qué tal está Sergio?
Bien, durmiendo.
¿Le volverás a rescatar en algún momento?
Nunca se sabe. Si hace falta que mi amigo Sergio me eche una mano, pues le tendré que llamar.
En este primer disco, como digo, también encontramos mucha veteranía y mucho poso a pesar de tratarse de un primer trabajo. Hay referencias al mundo del cine y la literatura. En muchas entrevistas has aludido a la Beat Generation. ¿Cómo se refleja ese poso hipster- beat generation, en la música pop?
Estamos hablando de una generación de poetas y escritores que influyeron mucho en unos grupos que escuchaba cuando yo era joven. Siempre he sido el típico fanático al que le gusta investigar las cosas. Yo leía que Patti Smith o Lou Reed, o el mismo Kurt Cobain incluso, nombraban siempre a ciertos autores. Y yo quería leer lo que leían ellos. Y es curioso, porque en cierto modo les rescaté y volví a sentir esa llamada cuando grababa el disco. Porque venía tantas veces a Madrid, que a veces me sentía con un punto Kerouac, ¿no? Y ahora que tengo mi furgoneta en Blablacar… me estoy encontrando con personajes constantemente. Creo que voy a tener que escribir lo que recuerdo de cada personaje, porque es… da para mucho.
El siguiente disco, en lugar de Viajes de Ida, va a ser Viajes en Blablacar.
(Risas) Puede ser. Sería una idea muy buena. Pero sí que están reflejados estos viajes en el disco.
Y la Generación Beat, porque desde cierto punto de vista cuestionan todo tipo de moral. En lo que era la América de los años 50. En la que lo normal era ser cristiano, muy devoto. Y de repente estos tipos se preguntan, ¿por qué hay que estar casados?, ¿por qué hay que ser heterosexual?, ¿y las drogas por qué son malas, si a mi me divierten? Por supuesto, a mi me encanta la introducción de “El almuerzo desnudo” , cómo Burroughs relata aquellos años. Cómo dice “yo lo hice todo”. Y cómo tuvo que dejarlo. Hay un libro que me gusta mucho, porque debo estar un poco oscuro últimamente, que es “Kaddish” , de Ginsberg.
Es un libro bastante oscuro…
Es muy oscuro. Pero claro… a mi alrededor han pasado cosas en el último año. Por primera vez he sentido la muerte cerca, aunque no en mi persona. Pero sí en amigos y familiares. He visto cómo ha habido gente que se ha ido. Y claro… al leer “ Kaddish” , que viene a ser “plegaria” en hebreo, me parece muy bonito cómo va describiendo ciertas fases.
Es un disco con unas melodías muy pegadizas, alegres incluso. Pero luego te pones a leer las letras y…
Me gusta mucho escribir letras. Las escribo por las noches, al día siguiente las leo. Las vuelvo a cambiar… Ángel Luján también tiene ese punto. Hay una comunicación con él en referencia a eso. Sí que es verdad que tengo mi punto oscuro a la hora de escribir. No es que sea yo un tipo triste. Christina Rosenvinge tiene ese punto también. Una vez leí una entrevista suya en la que le preguntaban por qué eran triste sus letras, y ella decía “no son tristes, son nostálgicas”. La nostalgia es una tristeza hermosa. No es lo mismo ser un cortavenas que hacer canciones con un cierto aire de nostalgia. Viajes de ida tiene ese punto nostálgico de cabo a rabo. Y cuando no está nostálgico, está enfadado, como es el caso de la canción “Circo de bastardos”.
A mi me ayudó muchísimo este disco personalmente. Creo que encontré la fuente para escapar de ciertas cosas que estaban sucediendo a mi alrededor. Yo las iba escribiendo y me aislé de mi vida habitual. Me aislé de todo lo que me rodea, y lo hice aquí, en Madrid. A nivel personal fue lo que mejor me pudo pasar. Hice una especie de “Proyecto Hombre” mental. Se puede decir también que escenifiqué un poco mis pesadillas en público. Inevitable, el orden del disco… todo tiene un porqué. Y hay canciones muy, muy personales. De hecho, la canción de “ Momento perfecto” fue el punto en el que, tanto Ángel Luján como yo, nos dimos cuenta del orden y el mensaje que debía tener el disco. Es una canción que trata de alguien a quien diagnostican una enfermedad. Y de cómo te das cuenta de tus deseos de vivir. Y de cómo la gente te arrastra y te dice “va a llegar el momento perfecto y vamos a estar allí contigo”. En toda oscuridad hay un punto de claridad. De calidez. Tienes “Extraño” , una canción muy adolescente pasada por un filtro muy adulto. Todos los adolescentes tienen ese punto de duda. Dudan de sí mismo, dudan de sus padres…
Llegados a este punto, sí que es verdad que “Viajes de ida” tiene un punto muy generacional. Huir de todo, dejar atrás el pasado y comenzar algo nuevo.
Sigue habiendo una especie de lucha generacional. Los que ya teníamos una adolescencia, a los veinte, veintiuno, eran muy marcadas las diferencias con tus padres. Y ahora, tanto rock and roll, tanta guitarrita… y resulta que, a lo mejor, esos sueños adolescentes se convierten en realidades adultas.
Claro. Nos vamos a morir y hay que probarlo todo antes, ¿no?
Yo no estoy probando nada. Me voy a morir, y vivo antes. Y yo quiero vivir la vida que yo quiero. Porque no voy a tener otra. Es un viaje de ida a la tumba (risas) .
Me recuerda el aire del disco a León Benavente. Gente que ya no está en la adolescencia, ni siquiera en la edad adulta, sino más bien en la madurez, Y hablan de la crisis, de cómo han cambiado los sistemas de valores…
Hay algo que me entristece. Yo no puedo hablar como podrían haber hablado mis padres. Pero sí que veo que no hay un cambio generacional fuerte en el público que asiste a los conciertos.
Yo, cuando tenía diecisiete años, iba a conciertos. Y a lo mejor tenía dinero para ir al concierto y para una cerveza o dos. Ibas con tu pandilla de cuatro amigos, se juntaba el dinero y se iba. Yo no veo, por lo menos en Vigo, cuando vienen los Fleshtones (por ejemplo) un cambio generacional. Yo no veo al Josete de diecisiete años.
Puede que estén viendo a Bisbal. O a Sweet California.
Respecto a lo de Bisbal, pasa un poco como con el PP. Es decir, nadie los vota, pero están ahí. Yo no conozco a nadie que escuche a Bisbal, pero llena estadios. ¿Y entonces, por qué está ahí?
¿Ese es tu objetivo, estar ahí?
Aquí no hay un objetivo, se trata de hacer discos y de tocarlos. Y evidentemente, a cuanta más gente mejor. Pero no nos olvidemos de que esto es un arte. Hay que distinguir a los artistas y músicos de los titiriteros y el ocio. La música es ocio y es cultura, pero es que luego hay otra gente que utiliza la música para convertirla solo en ocio. Y ese no es mi fin. Mi fin es tocar canciones porque me gusta tocar. Porque siempre he tocado. Porque no sé hacer otra cosa. Pero hay muchos tipos de carreras. Tienes a Bisbales y tienes a Vetustas. Tienes a Standstill y tienes a Xoel López. Todos son gente muy respetada, y todos tienen su hueco y su forma de hacer carrera. No imagino yo ahora que a Fernando Alfaro le persigan por la calle. Pero sabe Dios (risas) . Yo creo que se puede vivir de tu música y del arte sin ser “famoso”. Obviamente tienes que llegar a un público mínimo, al que tú entiendes y él te entiende a ti.
¿Y qué hay del nuevo disco?
Va a ser muy bonito plasmar en un segundo disco lo que esté pasando en ese momento. Va a ser otra película. Lo que está pasando ahora está incidiendo en mí de alguna forma. Tampoco hago las cosas por casualidad. Algo va a salir de todo esto en el disco. Lo único que he dicho en Esmerarte es que para este segundo disco no tengo prisa ninguna. Quiero hacer un disco del que me sienta orgulloso, sea el año que viene o sea dentro de dos. Pero va a ser un disco que a mi me
guste.
Puede que estos “Viajes de ida” queden como un álbum de fotos de lo que fue tu vida en ese momento.
A mi me sirve de ayuda para acordarme de quién soy. Es como un aviso. “Mira hasta dónde llegaste para escribir esto”. Cuidado.
Hablando de cambios generacionales, me gustaría hacerte un test de la Superpop, que es algo muy de mi generación.
Color favorito: el negro me parece muy elegante.
Signo del zodiaco: Piscis.
Película favorita: “Metrópolis”.
¿Qué libro te gustaría firmar con tu nombre? “El jugador”.
Tu superpoder: en mi vida he tenido una resaca. Tengo unos riñones de oro.
Si fueras un animal, serias … Un pastor alemán.
Nos despedimos de Josete Díaz Villanueva hasta el próximo 13 de noviembre en Costello. Allí comenzaban los “Viajes de ida” y allí terminan, también. Un punto y final que, de hecho, no será más que un punto y seguido en la carrera de un artista que huye de los convencionalismos y busca un más allá a través de la música.