Vetusta Morla volvió a hacer de la suyas y una vez más, con paso firme y arrollador, demostraron que están en la cima de la montaña por méritos propios.
El sábado pasado, 24 de octubre, tuvimos la suerte de disfrutar en Albacete de un buen espectáculo musical de la mano de dos bandas que cuidan mucho su sonido en directo: Pasajero y Vetusta Morla.
Los madrileños Pasajero fueron confirmados prácticamente a última hora como el grupo invitado que se había anunciado. Era su segunda actuación en la ciudad en apenas una semana, pero en esta ocasión en un escenario al aire libre y ante un buen número de oyentes. La Caseta de los Jardinillos estaba prácticamente llena mientras tocaban Pasajero. Dieron muestra de su calidad, con un sonido bastante claro y contundente que mantenía al público enchufado a la espera del plato fuerte de la noche, sus amigos y compañeros Vestusta Morla. Una buena dosis de ritmos guitarreros y bateria cañera donde no faltaron temas de su último disco como «Parque de Atracciones» y que da nombre al disco y la brillante «Intocables«, además de otras canciones del anterior Lp (Radiografías) como «Borro mi Nombre» y «Autoconversación» que fueron los dos temas con los que finalizaron el concierto.
Con la media noche asomando en el cielo frio y nublado de Albacete aparecen sobre el escenario Vetusta Morla, el público les aclama y empieza el delirio.
Escribir hoy en día una crónica sobre ellos no es algo sencillo, de verdad. ¿Qué decir que no se haya dicho ya? Quizás lo más fácil sea empezar por el final. Un espectáculo de dos horas no está al alcance de muchos. No con la intensidad y perfección con la que lo hacen la banda de Tres Cantos. Tocar 22 canciones, a cual de ella mejor interpretada por Pucho y sus secuaces no es tarea fácil, menos aún, si consigues que el público se integre con la banda y viva cada tema como si del último se tratase. No es un simple concierto, como ya he dicho, se trata de un auténtico espectáculo donde se vive y siente cada canción, donde Pucho interpreta y emociona con cada frase metafórica que forman sus composiciones.
La música perfecta, la iluminación con su juego de luces y sombras, la voz inconfundible de su vocalista, el temple y presencia de la banda sobre el escenario, el manejo de los tempos, el mensaje semi oculto de las canciones, la experiencia acumulada en años de batalla… todo ello hace de Vetusta Morla una formación única, que a día de hoy, pocos pueden igualar y que está marcando una época en la historia musical española.
Desde el primer acorde de «La deriva» con la que iniciaban el concierto hasta el último, Vetusta Morla consiguió tejer una tupida tela de araña que atrapó a sus fieles seguidores. Se agrade su cercanía, su humildad que a veces se antoja dificil de comprender y su interacción con el publico albaceteño, recordando sus pasos previos por esta ciudad llena de fiesta y comentando, por ejemplo, que fué aquí donde tocaron por primera vez en una plaza de toros. Tocaron gran parte de su repertorio, en ocasiones con arreglos en las canciones que les otorgaban un aire diferente y una musicalidad nueva. «Golpe maestro», «Pirómanos», «Copenhague», «Sálvese quien pueda» con matices electrónicos, «Saharabbey road», «Fiesta mayor» y un largo etcétera, son muestra de aquellos temas que más hicieron vibrar a los espectadores antes de retirarse a camerinos.
Y cuando creíamos que tristemente todo había llegado a su fín, aparecieron de nuevo en escena, para tocar cuatro temas más, desde la recientemente estrenada «Profetas del mañana» con un inicio sublime a duo entre Pucho y Guille, pasando por las imprescindibles «Valiente» y «La cuadratura del círculo» para acabar con la hipnotizante «Los días raros«. No se olvidaron de agradecer a sus amigos Pasajero que tocaran con ellos esa noche y a sus técnicos y público que les han acompañado en casi los dos años de gira de «La deriva» que ya está llegando a su fin.
Acabó la fiesta mayor ante un cielo encapotado que no se atrevió a verter sus aguas sobre estos seis grandes músicos, que nos transmiten en cada canción un mesaje escondido y qué abiertamente dicen no tener miedo a cambiar, es más, lo defienden y animan a ello.
Tal y como dijo Pucho: «el cambio es el único motor para seguir avanzando«.