Copacabana, la fórmula continuista de IZAL

Para los amantes de IZAL «Copacabana» serán 12 canciones nuevas que llevarse a la boca y apaciguar la inagotable sed que demuestran por esta banda. Sus detractores verán un «más de lo mismo» soso y poco arriesgado. Lo cierto es que IZAL tienen un nuevo disco, el tercero tras «Magia y Efectos Especiales» (2012) y «Agujeros de Gusano» (2013), repitiendo la fórmula de un trabajo que no se puede decir que no les haya funcionado hasta el momento. «Copacabana» arranca con un prólogo que se incrusta dentro del single que da título al álbum. Este es el mejor nexo de unión con su anterior disco ya que «Copacabana» y «Agujeros de Gusano» hermanan en esos aires folklóricos sudamericanos que exhalan ambos temas. Sin duda este es EL TEMA del disco. Pero el espíritu que percibimos del estado de ánimo llamado «Copacabana» es de reivindicación propia, valoración de lo acontecido y unión con la legión de seguidores para desarmar a esas almas negras que osan descalificar su obra: «Caminemos con la frente alta«, «Ya no importan lo que digan y menos lo que callen«, «Bienvenidos a la última fiesta del no somos nadie«, «A los locos nos verán bailando» y por supuesto toda la letra de «Tambores de Guerra» cuyo análisis da para MUCHO.

Se echa de menos aquellas letras cercanas que hacían de sus canciones historias de las que apropiarse quedando ahora algún trazo aislado del que apoderarse. Parece que las historias comunes han dejado paso a la heroicidad.

En lo musical la formula no varía en demasía, al menos en la superficie, por lo que en una escucha fría y desalentada resalta la misma estructura de estribillos, con Mikel doblando su voz siempre en los mismo tonos y acelerando o frenando la intensidad en lugares comunes. Sin embargo hay canciones que se saltan estas normas aportando frescura al disco:  «La Piedra Invisible» con una letra que destaca como antaño,  «Oro y Humo» o la familiar y cariñosa «Pequeña Gran Revolución«.

Da la sensación de que IZAL saca disco todos los días ya que su presencia mediática y escénica es constante, pero han pasado ya dos años desde su último lanzamiento discográfico y este no es un disco apresurado, sacado por presiones de terceros; sus doce canciones dan fe de una desbordante capacidad compositiva. A buen seguro que esos seguidores, que aumentan por centenas cada día, bailarán, cantarán y acogerán estos nuevos temas como pequeños tesoros que, de haber sido las primeras canciones de IZAL, hubiesen tenido un mérito que ahora cuesta encontrar.