El mundo de los videojuegos amplía su espectro cada vez más. Mejores diseños y mayor calidad de juegos conllevan un punto fundamental: un cuidado más exquisito en las bandas sonoras que lo acompañan.
Por Ana CordobésLa música aparece en numerosos ámbitos de la vida cotidiana: televisión, ocio, literatura… Y uno de los sectores que despunta por inversión, dinero que mueve e interés que suscita es el mundo del videojuego. Cada vez más elaborados, con mayor calidad de imagen, más implicación del jugador, escenarios e historias mucho más logradas que van de la mano de bandas sonoras que pocas veces dejan indiferente a alguien.
Admitámoslo: jugar a Zelda o Assasins Creed no es lo mismo sin la música que lo acompaña. Por esto hablamos con un compositor de música para videojuegos independientes, Rubén Rincón. Tiene apenas 24 años y reconoce que se inició tarde en el mundo de la música, a los 12 años, cuando se enganchó al ‘Brave New World’ de Iron Maiden. Desde entonces comenzó a interesarse cada vez más hasta aprender a tocar la guitarra con 15 años.
Era un entretenimiento más, al que le dedicaba más y más tiempo. Pero siguió la corriente del joven actual: al finalizar Bachillerato fue a la universidad, pero pronto se dio cuenta de que “solo sabía lo que quería, vivir haciendo música”. Y cuando finalmente dejó sus estudios universitarios decidió unir sus dos pasiones: videojuegos y música.
¿Y cómo es componer para un videojuego?, le pregunto. “Es un mundo increíble y poder jugar ambas ramas –música y videojuegos- es genial”. Sus padres le apoyaron: “hicieron una inversión importante para que tuviera un equipo con el que trabajar y aprender y fue gracias a ellos por los que pude empezar en este mundo”.
Rubén comenzó su andadura en Tentáculo Studio (ahora Giant Soul), donde ha creado, junto a otros compañeros, Tako’s Japanese –disponible para Android y también para iOS-, un videojuego que acaba de salir al mercado y que ayuda, mediante técnicas pedagógicas y gamificación, a aprender japonés. Además, compagina esta primera pasión con “otros videojuegos e incluso cortometraje, como los de Álvaro Martín, un director vallisoletano que allí donde pisa, recoge un premio”.
¿Es fácil vivir como compositor en un estudio independiente de videojuegos en España? “La situación es complicada. En países extranjeros –sobre todo EEUU- el trabajar como compositor musical para juegos indie suele estar pagado y bien”. Sin embargo “los estudios españoles no cuentan con mucha ayuda gubernamental y no se suele tener un presupuesto elevado”. Por esto, la fórmula habitual suele ser “el ofrecimiento de un porcentaje sobre los beneficios como ganancias para el compositor”. Y concluye: “hay dinero para esto, pero la mayoría fuera de España”.
Por último, queremos saber cuál es la receta de toda buena banda sonora para un videojuego. “Ojalá lo supiera” admite. Rubén cree que “hay que meterse en el desarrollo lo máximo posible, aunque también depende de la tecnología con la que se trabaje”. Y nos enseña varias técnicas: “trabajando con motores de audio se crea la música como audio adaptativo, se amolda al desarrollo que se esté llevando a cabo en el juego; otras veces se tira por los loops de toda la vida”.
Aun así, este joven considera que “es más importante buscarse una identidad como compositor –suponemos que aún más en el mundo del desarrollo independiente-. El error es querer aspirar a hacer algo que ya existe y gusta, porque siempre habrá quien lo haga mejor que tú”. Y concluye que “eso es realmente difícil; aún estoy en proceso de encontrar una forma de transmitir cosas como no lo hagan los demás”.