Fito y Fitipaldis consiguen que su concierto de anoche en Valencia sea uno de los más aclamados de la temporada en los Jardines de Viveros
19/07/2013. Valencia.- Pasar de liderar un grupo como Platero y tú con algo mas de rock duro, sin anestesia, sin filtros, en bruto… a liderar Fito y Fitipaldis, que aunque la esencia es la misma, es algo más light, puede provocar lo que ocurrió anoche en los Jardines de Viveros de Valencia.
Un grupo de asistentes, que bien sea por las cervecitas de más o por no admitir que el concierto fuese sentado ( el show pertenecía a la gira teatros de Fito), se dedicaron durante gran parte del acto a increpar al resto de los asistentes llamándoles sosos por el simple hecho de respetar el formato del concierto y permanecer en sus asientos. Falta de respeto hacia el artista, por una parte, y hacia el resto del público por otra. Fue tal el descontrol de estas personas que en un momento dado la gente de seguridad no los pudo controlar a pesar de que en el grupo no eran más de 20 personas. Pero no vamos a darle más protagonismo porque aquí lo importante es la música y eso anoche fue lo principal.
El señor Cabrales y sus fitipaldis aparecieron en escena pasadas las diez de la noche (parece que no eres nadie si no te retrasas este año en Viveros), y comenzaron con uno de sus hits: «Por la boca vive el pez», con el que parecían estar advirtiéndonos que, a pesar de ser un concierto de «teatro», no iba a ser nada relajado. Le siguieron «Sobra la luz» y «Me equivocaría otra vez» que sirvieron, si todavía hacía falta, para que la gente comenzara a disfrutar de verdad.
A partir de aquí un sin fin de cambios de guitarra por parte de Fito y el gran Carlos Raya. Una mandolina, un chelo y un violín que le dieron a las canciones un toque especial y único. Diferentes instrumentos de viento: saxos y flautas y unas tejoletas tocadas por Daniel Griffin. Y cómo no, ese piano Hammond sin el que ninguna canción de Fito en su etapa con los Fitipaldis sería lo mismo.
Había temas que no podían faltar pero que se hicieron de rogar; «Para toda la vida«, «Soldadito marinero» y «Acabo de llegar» fueron de los últimos en llegar y los encargados de cerrar una noche única.
Mención especial merece una niña de la primera fila que tendría sobre los diez años; desde la tercera canción se puso en pie y comenzó a cantar y a bailar hasta que el mismo Fito se quedó hipnotizado por ella.
En definitiva: Fito llegó y triunfó. Tomen nota señores de Viveros, los artistas con larga trayectoria son los que están triunfando este año.