Lugar: Plaza de Toros de Alcalá de Henares.
Artistas: Vetusta Morla (y Zoé y Xoel López como artistas invitados).
Asistencia: 7.500 personas
Precio: 20€.
Crónica del concierto
La capacidad de mimetismo y transformación de un artista es algo que con frecuencia se obvia o desprecia, pero es lo que realmente distingue a los buenos artistas de los artistas excepcionales. Xoel López, ex-Deluxe, se puede enorgullecer de ser uno de los mayores camaleones de la escena musical española. Igual que aporrea su Gibson ES-335 durante el solo de una canción de rock abrasivo, es capaz de crear otra completa con la sola ayuda de su guitarra española, sobre la que hace los arreglos de percusión y bajo con la mano derecha mientras puntea con la izquierda. Igual que embelesa al público con su sola presencia en el escenario, se puede rodear de cinco músicos para tocar alguna de sus complejas y preciosas composiciones.
Xoel salió a declarar su «Amor Desafinado» a Alcalá de Henares, en concreto su amor «Por el viejo barrio (plegaria)». Se situó «A un metro de distancia» para avisar al público de que habían estado ensayando algunas canciones antiguas… Xoel estaba «Gigante» y parecía capaz de comerse la «Tierra» siendo «El asaltante de estaciones»; una banda pletórica y un espectacular estado vocal de Xoel contribuyeron a meter al público en el concierto y hacerle sentir como si estuviera en un arrabal de «Buenos Aires».
El señor López es todo un «Caballero» y, tras presentar uno a uno a los integrantes de su banda y del equipo técnico, desgranó su «Historia Universal (El amor no es lo que piensas)» y deleitó a propios y extraños con «De piedras y arena mojada». El concierto se acercaba a su fin y Xoel y su banda nos dijeron «Adiós Corazón». Y finalmente quedó claro que aún siendo el «Hombre de ninguna parte«, Xoel sigue haciendo muy bien lo que mejor sabe hacer: emocionar con sus canciones.
Tras una breve espera, fue el turno de Zoé. La banda mexicana debió haber abierto la noche en lugar de Xoel pero por problemas técnicos (no detallados) tuvieron que aplazar el concierto hasta inmediatamente antes del artista principal de la noche. Sin embargo, eso no fue óbice para que desde el minuto 0 salieran a demostrar por qué se han ganado la popularidad de la que disfrutan ahora mismo a ambos lados del charco.
Comenzaron fuerte, como si fueran nuestros Últimos días, e intentaron que el público viera la Vía Láctea en la clara y cálida noche complutense. En su ya extensa discografía hay muchas más luces que Sombras y se esfuerzan en tocar el Corazón Atómico de su público con cada uno de los temas que interpretan en directo. La excelente voz de León es acompañada perfectamente por la base rítmica que forman Ángel y Rodrigo, y las guitarras de Sergio y los teclados de Jesús añaden los arreglos que marcan la diferencia entre Zoé y el resto de bandas de rock alternativo.
Siguieron con Nada y Dead, dos de sus temas más oscuros, para luego ofrecernos sus Labios Rotos, con colaboración del público incluida. Reptilectric es la canción que le da nombre a su cuarto (y de momento último) disco de estudio y quedó claro que les encanta tocarla en directo. Nos dijeron que pasan sus días Pensando en ti y se despidieron con su No me destruyas, dejando el pabellón bien alto tras 45 minutos de intenso rock.
Y finalmente llegó el momento del plato fuerte de la noche. Tres Cantos está a casi 45 kms de Alcalá de Henares, pero cuando se llevan más desiete meses sin tener un concierto propio en tu comunidad autónoma, cualquier distancia es pequeña, y Vetusta Morla hizo de Alcalá su casa y de los asistentes sus hermanos desde el primer momento. Mapas, la canción que le da nombre a su segundo álbum, fue la encargada de dar el chupinazo inicial, y desde ese momento la noche fue un éxtasis completo de emociones y decibelios.
Boca en la tierra y Cenas Ajenas hicieron que la fiesta continuara, y entonces llegó el primer momento de comunión completa entre el público y la banda, cuando nos invitaron a viajar a Copenhague. Probablemente su canción más conocida entre el gran público, e indudablemente una de las más coreadas de la noche. El listón se mantuvo alto con Un día en el mundo, el tema que da nombre a su primer álbum, y con Escudo humano, la primera de las canciones de la noche en hacer destacar la excelente base rítmica que imponen Álvaro al bajo, David a la batería y Jorge a la percusión. Baldosas Amarillas tiene esa naturaleza tan suya de empezar de manera relajante y explotar en los estribillos, y el público se encargó de que esta segunda faceta quedara bien patente.
Pucho hizo gala, una vez más, de sus excelentes dotes vocales al decirnos que vaya Maldita Dulzura la nuestra, y Guillermo y Juan Manuel nos dejaron bien claro que sus (preciosas) guitarras se complementan de maravilla y son la base del sonido de Vetusta. En el Río y Lo que te hace grande son dos piezas magníficas, pero su grandiosidad quedó eclipsada por la canción que completó el trío. Convertida en canto a favor de la lucha del pueblo saharaui y posteriormente convertida en el himno vetustiano por excelencia, Saharabbey Road sonó magnífica, espléndida como siempre aunque más eléctrica que en la versión de estudio. Los coros de las casi ochomil almas allí reunidas fueron uno de los mejores momentos de la noche y así lo reconoció Pucho al terminar, dándonos una sentida reverencia y ovación, y retrasando el inicio de la siguiente canción para dejarnos cantar los coros finales durante algunos minutos más.
Como si de un juego de palabras se tratara, tras los minutos de pausa saharabbeyana regresaron con Canción de vuelta, tras la cual nos invitaron a hacer algo de Autocrítica e insistieron en que ser Valienteno es sólo cuestión de suerte. Un comentario de Pucho acerca de la subida del IVA a toda la cultura salvo a las corridas de toros (comentario especialmente significativo teniendo en cuenta el recinto en el que estábamos) dio lugar a un largo discurso a favor de los artistas que intentan ganarse la vida con su música y de los trabajadores de los distintos ámbitos de la industria musical. El discurso sirvió como antídoto contra la venida del Hombre del saco, que fue anunciada mediante una curiosa percusión a seis manos:
Un breve bis dio un respiro a las gargantas de los asistentes, pero en cuestión de minutos comenzaron a relatarnos Los días raros, una de las canciones que en nuestra opinión está completamente infravalorada. Nosotros podemos afirmar que en Alcalá lo vimos bailar como un lazo en un ventilador. Tras la vuelta tranquila del bis, el final del concierto se acercó y pisaron a fondo el acelerador gritando a los cuatro vientos Sálvese quien pueda (y acabando así con la poca voz que nos quedaba) y dándonos su explicación de La cuadratura del círculo. Los que saben de ciencias y de lógica dicen que la cuadratura del círculo es una quimera, pero cualquiera que haya visto a Vetusta Morla en concierto sabe que es algo muy real. Que es algo que existe. Como la grandeza. Cuando eres una banda de rock, lo que te hace grande es llamarte Vetusta Morla.
© Sergio Santos para El Perfil de la Tostada.