La banda ha querido celebrar su ‘hasta luego’ con dos conciertos dobles en salas de Madrid y Barcelona
Tras el anuncio de su parón, pocos días antes de la cita, los fans de Vetusta arrasaron con las entradas para poder vivir su último pequeño salto mortal, hasta nuevo aviso.
Los entrantes ‘Puentes’, ‘El discurso del rey’ y ‘Fiesta mayor’ nos dejaron claras las intenciones: aparcar la presentación del disco para disfrutar sin pretensiones de su fiesta de despedida.
Pucho, el carismático cantante, se vino arriba con el catalán, más allá del típico «Bona nit», y confesó que, aunque hacía muchos años que no pasaban por Razzmatazz, se sienten como en casa. Y aprovechó para reconocer que «volver a las salas pequeñas es una gozada».
Nos llevaron a La Deriva con ‘Golpe maestro’, rezamos a ‘La virgen de la humanidad’ hasta llegar al ‘Finisterre’ de Cable a Tierra, nos perdimos en la percusión frenética de ‘El hombre del saco’ y la ‘Maldita Dulzura’ de Mapas, hasta llegar a ‘La vieja escuela’ de Mismo sitio, distinto lugar.
Repasaron temas de su último trabajo Figurantes, como ‘Cosas que hacer un domingo por la tarde’, ‘¡Ay, Madrid!’ o ‘La derrota’, que fue la que más pasó desapercibida.
No podía faltar el clásico Un día en el mundo, que ablandó el corazón de todos con ‘Copenhague’ hasta que vimos el incombustible cantante dejarse llevar y bajar del escenario.
El vals ’23 de Junio’ fue la calma antes de la tormenta de decibelios, que vino precedida por los primeros acordes estremecedores de ‘Consejo de sabios’ y continuó el bailongo ‘Te lo digo a ti’, la locura de ‘Sálvese quien pueda’, la osadía de ‘Valiente’ o ‘Saharabbey Road’, que se alargó con el lololo de rigor para reclamar el bis de ‘La mosca en tu pared’ y el cierre con ‘Cuarteles de invierno’.
Prometieron volver pronto, y allí estaremos, preparados para seguir bailando hasta el apagón.
Sònia S.
Redacción