Psychedelic Porn Crumpets Madrid

 

 

La banda australiana ofreció un concierto energético en la sala El Sol de Madrid, destacando por la dureza de su rock.

 

No había nubes grises encima de nuestras cabezas, ni sobre ellas caía gota alguna. Tampoco estábamos a cubierto, a pesar de estar en las profundidades del subsuelo de la calle Jardines de Madrid, el que alberga la ilustre sala madrileña.

Sin embargo, los altavoces arrojaban auténticos truenos y nos sentíamos bajo la más amenazadora de las tormentas. De esas que te pillan en un barco en altamar con el fin del mundo asomando por el horizonte.

Ayer experimentamos una descarga eléctrica que parecía la de un rayo sobre un cable de alta tensión. Los responsables, un quinteto de Perth, Australia, llamados Psychedelic Porn Crumpets (literalmente “bollos porno psicodélicos”, habrá que preguntarles por la sesión en la que dieron con el nombre…).

Han descubierto el sonido del caos

Formados en 2014, la aventura de los Crumpets comenzó en un granero en el que McEwan, Luke Parish, Danny Caddy, Chris Young y Wayan Biliondana fueron dando forma a su proyecto alrededor de dos conceptos: energía y desorden. Y damos fe: escucharlos en directo es descubrir el sonido del caos.

Desde la primera parte del High Visceral (2014) hasta el relativamente reciente Fronzoli (noviembre 2023), oscilan entre una psicodelia tardía, más de corte setentero, y el hardcore áspero y duro. Algo parecido a sus paisanos y referentes King Gizzard & the Lizard Wizard, no tan eclécticos como ellos y mucho menos prolíficos, eso sí.

 

La vorágine de su función

 

Con puntualidad exquisita, las luces se atenuaron y, para nuestra sorpresa, lo que resonaba en los altavoces no era sino el ‘Nessun dorma!’. Al llegar a su clímax (sí, el famosísimo “Vincero”, con muchas ‘o’ al final, hasta que te falta el aire), el volumen ya estaba excesivamente saturado.

De hecho, esto último es acaso el único pero que se puede poner a la actuación de los australianos: en el afán por hacer ruido (y satisfacer la demanda de su público, seamos justos), el sonido estaba demasiado alto y saturado. Al menos, para una sala relativamente pequeña.

El arranque con ‘Tally-Ho’ (SHYGA! The sunlight mood, 2021), fue toda una declaración de intenciones: tres guitarras, un bajo atronador y una batería de pegada fuerte, en una apuesta por el hardcore con momentos muy escasos para la psicodelia, siempre oculta bajo una montaña de decibelios.

Tardaron mucho en atacar su parte más melódica, con ‘Bill’s mandolin’ , pasado el primer tercio de la noche. Pero en la vorágine de su directo es solo una fase más suave de la tormenta. Los teclados que sustituyen a la tercera guitarra apenas se perciben.

Psychedelic Porn Crumpets Madrid

Un recorrido por todo su repertorio

 

El público, que prácticamente llenaba el recinto, estaba en modo disfrutón, más de saltos y cabecear que de pogos, que no se percibían. Satisfechos, sin duda, por lo que veían y escuchaban: un grupo cómodo sobre las tablas y perfectamente sincronizado. Esos breaks que amagan con los ritmos sincopados en mitad de esa distorsión sónica, ejecutados con precisión milimétrica, requieren tanta habilidad como ensayo. Psychedelic Porn Crumpets encuentra orden dentro del caos.

Orgullosos, sin duda, de esta primera década, pasaron por sus seis discos, con mayor protagonismo del primero que del último. Nadie pareció echar de menos nada y eso ya es un triunfo y una prueba de su buen tino.

Sonaron auténticas locuras como ‘Nootmare (K-I-L-L-n-G) Meow!’, que perfectamente podría formar parte del repertorio de una banda metalera, o ‘Lava lamp pisco’, digna de Led Zeppelin en su mejor momento.

Con ‘Hot! Heat! Wow! Hot’ (dudo que nadie sea capaz de memorizar sus títulos) desaparecieron unos pocos segundos antes de atacar los bises y cerrar la velada, tras casi hora y media, con ‘Hymn for a Droid’ (And now for the Whatchamacallit, 2019), su mayor éxito, con casi 10 millones de escuchas en Spotify.

Aunque los oídos echaron de menos unos tapones que amortiguaran la metralla sónica, agradecimos la energía que te proporciona un espectáculo explosivo, vigorizante, ejecutado por un grupo que, por encima del ruido, sabe tocar muy bien.

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Yago Hernández

Yago Hernández

Redacción