The Avoider (2024)

  • Mourn
  • ⭐️ 8/10
  • Montgrí/Cielos Estrellados

Mourn siguen siendo únicas con ‘The Avoider’

Después de editar cuatro discos con el sello neoyorkino Captured Tracks y girar ininterrumpidamente por Estados Unidos, Canadá, Japón y media Europa, las demoledoras Mourn vuelven con un nuevo disco.

’The Avoider’ confirma el buen pulso de la banda que, a pesar de tener que lidiar con cambios de discográfica (han fichado por Montgrí y Cielos Estrellados) y batería (con Oriol Font desde la marcha de Antonio Potius) sigue perpetuando un sonido anclado en los 90, con cabida para los sintetizadores post punk en la oscura ‘The Avoider’ que da título al álbum.

Siguen siendo una banda de rock con potentes guitarras, recordamos el sonido que alcanzaron en su anterior trabajo ‘Self Worth’.

Da absolutamente igual si se meten por senderos del grunge y el post punk, o se quedan en los sonidos que las han hecho mantenerse durante diez años en la privilegiada estratosfera del indie patrio que exporta su talento, las Mourn consiguen traspasar con sus guitarras ese llanto lleno de rabia que las denomina porque todos sus discos van de abrirse para transmitir las emociones más oscuras del trío, y ‘The Avoider’ no iba a quedarse atrás en eso.

Hay once gritos de socorro y desesperación. De los primeros esbozos de las canciones se encargan Jazz y Carla para que luego Leia de su toque final.

Las letras encerradas en pensamientos recurrentes, miedos y huidas hacia delante se ven impulsadas a la superficie por los empujones conscientes cuando aporrean las guitarras para no morir ahogadas.

‘Endless Looping’ entra como un tiro. Es de fácil escucha y carne de próximo single. Esta fórmula la repetirán en ‘Aftertaste’, y el single ‘Could be Friends’ en donde optan por ritmos acelerados donde se imprime la batería con pátina de película de Todd Solondz.

Jazz, Carla y Leia tienen un sonido muy reconocible. A lo largo de la media hora que dura el long play cimentan las bases en férreas composiciones de rock alternativo y sacan riffs como los de ‘Scepter’ con la que cierran el álbum, muy Pearl Jam, o asoman a la Pj Harvey de ‘Stories from the City, Stories from the Sea’ con la melancólica ‘Truck Driver’.

Para quien escribe estas líneas, los diez primeros segundos de ‘At Midnight’ se le antoja como eco de ‘About a Girl’, si bien todo el tema tiene de base el grunge de los de Aberdeen, influencia que no abandonan en ‘Du Er Her’.

Tienen el concepto muy bien hilvanado, una línea a seguir muy bien trazada y eso aporta claridad a un proyecto que habla sobre los miedos y angustias vitales (en la era de la ansiedad ¿a quién puede sorprender?) y en algo se desmarcan del resto: la actitud que ponen en ello.

Esta actitud resulta descarada y combativa en el caso de ‘Headache’, pieza de orfebrería pop punk donde el grito de dolor se atenúa en las voces, y arriesgada en ‘Heal Hill’ arrostrando nuevas formas de composición (no vimos venir esta maravilla de canción en ninguno de los álbumes anteriores).

 

Lorena M.

Lorena M.

Redacción