foto de Jorge Parejo
Segundo álbum influenciado por The Beatles y The Doors, sin dejar de lado las corrientes del rock actual lideradas por grupos como The Lemon Twigs
Nacho Sarria sabe lo que es curtirse en la carretera desde bien joven, una oportunidad que no pudo rechazar le hizo saber cómo es el oficio desde abajo y lo que quiere y no quiere en su vida y en su grupo, porque, aunque es un proyecto en solitario, se rodea de unos músicos con los que pasa el tiempo como si fuesen familia, y en directo son una banda.
Después de su álbum de debut titulado como él, ‘Sarria’ (2021) llega ‘El Mundo es Cruel (pero Creo en Él)’, un conjunto de canciones con su propio universo particular pero que desembocan en el mismo mar. Tres años en los que ha materializado un trabajo de nuevo en primera persona (no entiende otra forma de honestidad) cargado de buenas referencias musicales mamadas de pequeño (vivan los padres que educan en una cultura musical exquisitamente escogida).
Me cita en una de las terrazas de la madrileña plaza de Chueca a la hora del vermú con un sol que no molesta para hacer promoción de este nuevo trabajo. Charla muy relajada y llena de curiosidades y anécdotas que hacen de este malagueño un artista interesante y un tipo divertido y cercano en las distancias cortas. Me llevo para casa estas respuestas que comparto a continuación y la escucha pendiente del ‘Everything Armony’ de los Lemon Twigs.
Nuevo álbum y toca promoción. ¿Cómo llevas esta parte de tu trabajo? Quiero decir, las entrevistas…
Bien. Lo suelo disfrutar, es algo que me apetece hacer después de tanto tiempo trabajando en el disco… Es como el primer paso a que ese disco sea realidad, a que casi esté en la calle. Y, de hecho, esta promo en concreto me parece una promo ilusionante porque es la más grande que he tenido hasta ahora y estoy todavía arrancando un poco, pero me gusta porque te permite darle forma al discurso con cada entrevista, y estoy más tranquilo de la cuenta con el proceso porque tengo más o menos claro lo que quiero responder.
¿Qué sensación tienes con el resultado final del disco?
Me quedo muy en paz conmigo mismo. Ha sido un proceso de composición de dos años y medio un poco frustrante por momentos porque ha sido un disco difícil de encarar para mí porque venía un poco agotado del esfuerzo del primer disco y de toda la primera etapa del proyecto, y la verdad es que cuando salió ‘Canto Breve’, que fue un EP pequeñito que hicimos entre este disco y el otro, justo después de que saliera el primero, me quedé un poco seco y me tomé un tiempo para ver qué tipo de disco quería hacer.
Estoy muy contento con el resultado del primer disco pero me apetecía que este otro fuera un disco que abriese camino y que, digamos, le diese al proyecto una continuidad en una dirección más libre, más abierta de lo que hay en el primero.
Al principio no tenía muy claro ni de qué hablar ni cómo quería sonar, pero con el tiempo, conforme han salido las canciones, el disco va tomando casi forma solo y el reto que me di cuenta que teníamos con la producción era encajar todas esas canciones que al final son muy distintas.
Cada canción la hemos tratado, además, de una manera muy personalizada (en el sentido que hemos utilizado un kit distinto de batería casi para cada una y hemos usado texturas muy distintas en cada una para intentar darle a cada canción su universo particular, en vez de hacer una especie de universo global…), intentar que cada canción fuera un planeta del disco.
Ha sido el trabajo más grande que he hecho de composición con una rutina muy estricta de levantarme a las ocho y media de la mañana y de nueve de la mañana a ocho de la tarde no parar con el ordenador.
Eso ha estado muy bien porque me ha engrasado mucho, pero también me ha quemado en alguna parte del proceso y ahora que está todo terminado, que está todo empaquetado, que tengo ya el disco en mis manos, pues la sensación es muy buena, es como… Yo me acuerdo de chico cuando nos ponían a correr en el cole (que era horrible) pero cuando terminabas, te sentías orgulloso de haber terminado la carrera. Me siento un poco así.
Estoy tranquilo, creo que la parte que me toca la hice lo mejor que he sabido y me quedo tranquilo con que he llegado a mi límite, a mis capacidades, no me dejo ninguna astilla atrás y es satisfactorio porque he conseguido hacer un disco que suena más a mí que el primero, y que poco a poco voy encontrando mi manera de hacer canciones independientemente del tipo de canción que sea.
Es lo que más me llevo de este disco: lo camaleónica que ha sido la composición, dándome una seguridad, una sensación muy buena a la hora de afrontar otro trabajo, de haberme quitado ese miedo de probar texturas diferentes y de hacer cosas un poco más diferentes de las que tenía acostumbrado.
«Cuando hablo de un momento concreto de mi vida, aunque haya pasado, me siento muy cómodo volviendo a ese momento porque sé que fue real y lo viví en mis propias carnes»
Entonces, lo que te estoy entendiendo es que ha sido más orgánico, que ha venido el disco a ti, ¿o se te ha astillado alguna composición?
Sí, a ver, ha habido canciones que he estado cerca de tres años para terminarlas desde que sale la idea original hasta que por fin encuentro la manera de que me suene como yo siento que tiene que sonar…
Ha habido canciones que han tenido seis, siete maquetas distintas. Y es verdad que en el primer disco, el inicio de composición no fue un inicio consciente, yo no estaba pensando en que iba a sacar mi proyecto, sino que yo iba componiendo canciones sin ningún tipo de presión encima y fue un período de cinco años de recopilar canciones un poco sin saber lo que iba a hacer. Iba acumulando material y esa composición del primer disco fue mucho más relajada, ahora sí sentía que tenía que escribir un segundo disco.
Yo me he guiado mucho hasta ahora por la inspiración, por esperar a que te venga algo, una idea que te resuene y con este disco he aprendido que ese cliché que dicen de que la inspiración te llega trabajando ha sido el enfoque que le he dado: ponerme una rutina de trabajo muy estricta y de intentar cada día sacar algo nuevo.
He desechado, evidentemente, muchas ideas, pero ha sido mi manera de compensar esa presión que he tenido conmigo mismo de hacer un segundo disco y ha sido menos relajado en ese sentido, porque ya era consciente de que había que terminar un álbum y que había que seguir unos tiempos también.
Es un álbum autobiográfico, atmosférico y atemporal. ¿Por qué decidiste contarlo en primera persona?
Es la manera que me nace hacer canciones. Normalmente no escribo en tercera persona porque me gusta escribir de lo que siento, intento que las canciones sean muy honestas con el momento vital que tengo, con mi forma de ser. Me siento más cómodo contándolo desde mi punto de vista que inventándome un personaje o poniéndolo en boca de otra gente. De esa manera, también, a la hora de defender las canciones, cuando hablo en primera persona soy mucho más exigente conmigo mismo porque soy yo quien está hablando, entonces, eso me hace también tratar las canciones de una forma muy honesta.
Me como mucho la cabeza para intentar que las canciones cuenten exactamente lo que estoy sintiendo de verdad, y no me gusta tirar de ficción, no me sale tampoco de forma natural, no me nace escribir un universo ficcionado. Gente como Sabina, cantautores que inventan una pequeña historia, me gusta escucharlos pero a mí no me sale natural, para mí la música al final es un diario o una especie de terapeuta, lo cuento todo como me nace.
Tienes la responsabilidad de ser honesto con tus canciones.
Sí, creo que es importante porque al final tienes que defenderla, tienes que cantarla, tienes que creértela y, aunque hay canciones que a lo largo del tiempo pierden un poco la vigencia con uno mismo porque uno pasa de fase o aprende y va creciendo, siendo honesto con mis canciones es como me apetece seguir tocándolas. Cuando hablo de un momento concreto de mi vida, aunque haya pasado, me siento muy cómodo volviendo a ese momento porque sé que fue real y lo viví en mis propias carnes.
Decíamos que era un álbum atemporal, sin embargo tu etilo lo defines como retrofuturista para crear un estilo propio y actual, explícanos esa contrariedad.
Me gusta lo de retrofuturista eso se le ocurrió a Alejandro, (al guitarrista de la banda) mientras estábamos en el estudio. A mí no me gustan mucho las etiquetas, además con este disco creo que he hecho un esfuerzo en que sea un disco difícil de etiquetar, pero me gustó su concepto porque creo que es verdad que este proyecto bebe mucho de los clásicos y tiene un pie en el pasado y en las bandas que forjaron un poco este tipo de música, pero es verdad que a la hora de producir el disco, de elegir las texturas e incluso las temáticas de las canciones no cae en ese ejercicio de estilo anterior.
Me he educado musicalmente con los clásicos, me he ducado con los Beatles, los Who y siempre voy a hacer ese tipo de canciones porque es el lenguaje con el que yo he aprendido a hablar musicalmente. Pero sí me parece importante que este disco no pecara de revival o no tuviera esa intención de nostalgia, de recrear un tiempo pasado.
Tiene suficiente presencia del pasado pero, por otra parte, hemos hecho un esfuerzo porque el disco sonara a clásico pero actual y tuviera unas texturas y unos colores que lo sacaran un poco de ese sonido vintage (que me gusta mucho) que escucho en los Lemon Twigs, o que escucho en los grupos actuales que van por ahí, pero sí me parecía importante que este disco se saliera un poco de esa atmósfera setentera o vintage del primero y hacer un sonido más acorde con el momento en el que vivimos.
Creo, además, que aquí en España esa concepción retro no está muy desarrollada y cualquiera que escuche el disco y tenga conocimiento del pasado va a saber perfectamente de donde viene este proyecto.
Te mueves entre los sonidos de los clásicos como The Doors o Pink Floyd, y de los contemporáneos como Wilco. ¿Qué influencias tienes de cada uno?
Wilco en concreto me sirvió de referencia para el segundo tema del disco, que se llama ‘Mala Racha’. Estaba escuchando una canción suya, que es mi favorita de Wilco, ‘If I Ever Was a Child’ y ‘Mala Racha’ surgió a raíz de engancharme a esa canción.
Es una banda que, para mi gusto, trata con mucha elegancia las canciones acústicas y tiene unas canciones muy bonitas. Me pasa mucho que me engancho a una canción y la uso de esqueje o tomo cierta inspiración en ella.
Luego, me pasa también con Parcels (un grupo que he escuchado mucho también este año, me parecen una maravilla de grupo porque, no haciendo música electrónica porque son todo músicos tocando, tienen esa cadencia de música de baile, de música electrónica que también ha sido muy responsable de algunas canciones como ‘Flor’ o ‘Química Inestable’ sobre todo, que tienen ese poso más de música de baile.
Y he tenido muy presente a los Lemon Twigs, una banda que me gusta mucho (no creo que este disco suene mucho a ellos pero sí ha sido una referencia a nivel composición y de creación del universo del proyecto). ¡Por cierto! les voy a ver en Madrid en mayo.
«Cualquiera que escuche el disco y tenga conocimiento del pasado va a saber perfectamente de donde viene este proyecto»
Pues no les tengo en mi radar…
Son una maravilla. El último disco que han sacado ‘Everything Armony’ me parece una pasada. Son chavales que tienen veintitrés años, creo, y suenan a The Beach Boys, a The Beatles… Una pasada.
¿Te han dicho alguna vez que tu voz se parece a la de Bunbury? En ‘Mi amor no se Vende’ es donde más claro veo ese parecido.
Es curioso lo de Bunbury y me pasa también con Santiago Auserón. Es verdad que Héroes del Silencio los he escuchado bastante de adolescente pero no los considero una influencia principal en mi música. La comparación con Bunbury me la hacen mucho, también con Santiago Auserón, que es otro tío al que nunca he indagado. Me dicen mucho de la canción de Juan Perro, que recuerda un poco mi manera de cantar.
No son influencias que me hayan afectado de forma protagonista, son grupos que no tengo indagados. Pero creo que Enrique, Santiago y yo bebemos de las mismas influencias. Yo sé que a Enrique le gustan mucho The Doors. Enrique se ha criado con The Doors y yo también.
En cuanto a estética, es curioso, estuve hace poco en Paris, fui a visitar la tumba de Jim Morrison y la gente me paraba en el cementerio y en la calle, pero es salgo inconsciente… Yo me dejo el pelo largo y se parece al de Jim Morrison pero no es que me lo corte como él.
Creo que esos referentes con los que me comparan, aunque no son influencia directa de mi música, y yo sí que bebemos de influencias parecidas. Aunque a mí no me parece lógico que me comparen con Bunbury o Auserón, sí me parece lógico que lo hagan por donde vienen ellos, hay un paralelismo entre lo que nos ha influenciado.
¿Cómo fue trabajar con Paco Loco?
Muy bien. Yo conocí a Paco por recomendación de un amigo mío, mi compañero de piso que había trabajado con él y siempre me contaba que tenía la intuición de que Paco y yo nos llevaríamos muy bien. Hasta entonces, la discografía de Paco la asociaba a un sonido más undergroung, más garaje, más guarro.
Fui al estudio de Paco sin ninguna pretensión o expectativa de que él se convirtiera en el productor de este disco, pero sí me pareció interesante ir porque había coincidido con él en unas jornadas formativas en las que dio unas charlas y conectamos guay, me dieron la oportunidad de conocerlo y en el momento en que me senté y le enseñé dos maquetas nos enamoramos el uno del otro y fue algo muy bonito porque Paco es un tío al que yo admiro mucho porque él graba discos todos los días, no tiene fines de semana, es un tío al que no le interesa descansar, no le interesa hacer otra cosa que no sea música.
Me encontré con alguien que se comprometía de verdad a que este disco fuera un disco del que él sacara pecho y nosotros, también.
Él tiene una cosa muy buena en el estudio, que es que arriesga mucho, que crea un clima muy libre, te hace sentirte muy relajado en el estudio. Tiene una dinámica de trabajo en la que si un día has trabajado una canción y quedan cosas pendientes, ya se grabarán después pero al día siguiente nos levantamos y empezamos con otra nueva. Siempre hace que la grabación sea fresca y no te deja meterte mucho en la canción. Termina ese día y al día siguiente trabajas en otra canción.
¿Y tú con eso estás cómodo, con esa forma de trabajar…?
Yo me he dejado llevar mucho por él porque yo soy muy contrario a Paco en ese sentido. Necesito tener las cosas muy preparadas y me gusta organizarme bien y gran parte de mi elección de grabar con Paco, aparte de la conexión musical que tuvimos y de la amistad incipiente que notaba que había entre nosotros, viene de tomármelo como un terapeuta.
Para mí el estudio es un sitio tenso en el que me cuesta relajarme a veces y me cuesta quitarme un poco el peso de saber que lo que estoy grabando se va a hacer en un disco y eso va a estar ahí para toda la vida. Entonces, Paco me ha dado una libertad y un punto de vista muy distinto al que tengo con la música normalmente, que ha sido como una especie de tratamiento mental de relajarme, de aprender de él, porque es muy poco ortodoxo, hace cosas que normalmente otro no haría y tiene, además, una paleta de instrumentos con los que grabar alucinantes, tiene un backline impresionante.
Encontré con él tanto la atmósfera adecuada como el equipo adecuado y la mente de Paco la asociaba mucho al indie y al underground, pero me di cuenta de que es igual de friki de los Beatles que yo (es un obseso de los Beatles, de Lou Reed) y teníamos muchas referencias en común.
Noté cómo él se enamoró del disco y me dio la seguridad de trabajar con él, sabía que sus decisiones y su aporte al disco lo estaba haciendo, no como algo rutinario, dejándose el corazón. Ha intentado hacer un disco importante también para su carrara, o al menos esa es la sensación que me ha dado, nos ha dado un trato especial con este disco y trabajar con alguien que se lo toma como si fuera suyo y que cree en las canciones como si fuera yo me ha dado una seguridad y una libertad muy bonita.
Es curioso que en un estudio, que es un sitio recogido donde estás solo cerrado, estés tenso, y en un escenario donde estás expuesto a tanta gente, no.
Sí, porque en el estudio tengo la sensación de que las decisiones que se toman son para siempre. Hay muchas veces que, aunque tú tengas muy clara una canción, de repente hay que tomar decisiones y surgen ideas, o cambios, que el momento de decidirlos es ahora y no tienes ese tiempo de reflexión, de maduración.
Ese tipo de situaciones me generan mucha angustia porque siento que no tengo el tiempo que necesito para ello. A veces también pasa que donde mejor canta uno es en la ducha, o en el coche porque estás totalmente relajado, porque no te está viendo nadie y en el estudio a veces es una sensación muy fría cuando te pones los cascos y cantas la canción, de repente cosas que no piensas cuando cantas en la ducha, aparecen y quieres darle una emoción concreta, quieres transmitir y es como cuando te ponen un micro delante y de repente te bloqueas. Hay una presión de que eso tiene que salir bien y va a ser para siempre. A veces el estudio me genera esa sensación.
También estoy acostumbrado a grabar discos con poco tiempo, esta vez ha sido al contrario (hemos tenido veintidós días de grabación), dentro de que ha sido una grabación sin parar, hemos tenido tiempo de maduración, de regrabar canciones que no me quedé contento con ellas.
Aunque he tomado decisiones muy in situ, sí he tenido tiempo de crear un clima en tres semanas que me ha permitido ponerme en manos de Paco cuando yo no tenía las decisiones claras, me he fiado mucho de él y creo que han sido acertadas sus decisiones con el disco y le ha dado un paso adelante más a algunas de las canciones.
‘Rosas Negras’ es la que más se acerca a tus raíces, a Andalucía. Háblanos de por qué has incluido ese estilo en el disco
Es curioso que me digas lo de andaluz porque yo estaba pensando más en el bolero latinoamericano cuando hice esa canción. Pero es verdad que suena a folclórico, que tiene ese peso de letra folclórica, entiendo que te lo lleves por ahí.
Esa canción sale porque nosotros ensayábamos al principio, antes de montar la banda en Málaga, los sábados por la mañana y había un programa en Radio3 que se dedicaba a poner bolero y música de raíz latinoamericana y para mí era un género que no le había prestado nunca mucha atención, y una mañana hubieron dos canciones en ese programa que me tocaron y me dejaron un poco obsesionado. Me dio un poco la espina de decir: «¿y si intento hacer un bolero a mi manera?.
Fue un tema que me costó mucho hacer porque no tengo en mi adn musical las raíces andaluzas tampoco, no partía de una base folclórica y me supuso un reto grande el cómo hacer un bolero con ese peso y tan sentido, como son los boleros, pero en el universo sonoro de este proyecto.
Fue un tema que tuvo muchas maquetas, tuvo muchas vueltas, la letra también tardé bastante en terminarla porque yo quería hacer un tema de amor (que no suele ser la temática de mis canciones) muy oscuro, como de la parte más dolorosa o más sufrida del amor.
Fue un poco esa la inspiración del bolero y de las canciones que me han motivado a lo largo del disco porque era, quizás, la que más se aleja de mi manera natural de componer y fue algo muy estimulante intentar conseguir hacer ese bolero y terminarlo y quedarme tranquilo y decir: «joder, he hecho una canción que no tiene nada que ver con mi proyecto pero que en el global del disco suena muy muy coherente con lo que es Sarria en este álbum».
La ambivalencia del título del disco se refleja en las letras de las canciones como por ejemplo en ‘Algo Bueno Va a Venir’ ¿Cómo proyectas la gira de presentación, la promoción? En el sentido de que ya está acabado el disco y ahora ¿ qué esperas que venga…?
Lo bueno del momento en el que me encuentro ahora mismo es que tengo el apoyo de un sello, una oficina que es Esmerarte que están trabajando en una gira de promoción del disco con la que espero ir a sitios donde todavía no he ido ni por mi propia cuenta.
Me gusta el título de esa canción, de ‘Algo Bueno Va a Venir’ porque creo que transmite el momento que yo estoy pasando con este disco y el que está pasando mi equipo, porque al final, la banda que me acompaña no es una banda de mercenarios, es una banda que me acompañas de una manera muy personal, y son gente que, aunque no son la cabeza visible este proyecto, ellos han volcado tres años de su vida en ayudarme a sacar esto adelante y también es parte de su vida.
Creo que ahora mismo en el equipo que me rodea hay una ilusión de cinco tíos que llevan toda la vida dedicados en cuerpo y alma a un sueño que era algo muchas veces frustrante y es un camino difícil, y desilusiona, que te tienes que levantar y caerte muchas veces también…
Ahora estamos en un momento muy bonito como familia en el que nuestros sueños están empezando a cumplirse y espero que la gente perciba eso en los directos: el ver a una banda de cinco tíos que levan casados con sus instrumentos desde que nacieron, prácticamente, y de que están cumpliendo el sueño que tenían de niños, juntos.
Somos una banda muy cariñosa entre nosotros, nos miramos mucho, nos reímos mucho en directo. Intentamos que el concierto sea muy vivo, muy orgánico y muy real, intento huir de los directos muy rígidos que hay a veces en las bandas en los que hay un frontman y el resto de la banda casi que no se mueve de su metro cuadrado.
Tengo un concepto en directo totalmente de banda. Esto es un proyecto en solitario pero a la hora de llevarlo al directo somos un grupo. Y esto es lo más bonito que vamos a ofrecer ahora, van a ver a una banda que vive la música de corazón, que está ilusionada, que está unida y que da un concierto, creo, muy especial y un concepto muy verdadero y real de gente que de verdad está ilusionada por lo que hace y que de verdad está luchando por lo que hace juntos y eso se transmite muy bien en el escenario.
Me ha impresionado mucho el bagaje musical que tienes. ¿Cuándo conectaste o hiciste el click en estos géneros (que aparecen en tu disco)?
Mi padre era coleccionista de bandas sonoras (cuando el CD se compraba), le gustaba mucho el rock sinfónico, Pink Floyd. The Alan Parsons Project...Me he criado siempre con esa música pero para mí siempre fue la música de mi padre. Estaba familiarizado con ese tipo de música pero hasta que no descubrí en un videojuego de skate, del último nivel, era un concierto de Kiss, entonces yo vi ese vídeo en el que tenías que conseguir las letras del logo de Kiss, que concentraba todo el espectáculo de Kiss en un minuto, y fue como si un rayo me cayera encima.
No te exagero, estaba sentado en el sofá, me acuerdo perfectamente, y llamé a mi madre y le dije: «mira lo que acabo de descubrir». Mi madre espantada, la pobre.
Desde ese momento no he pensado en otra cosa, no he querido hacer otra cosa, de pequeño me preguntaban que qué quería ser de mayor y yo ya decía: «yo soy músico». A lo mejor tenía diez años y estaba aprendiendo a tocar la guitarra pero fue algo de vocación pura.
De repente descubrí que había encontrado lo que quería hacer y a partir de ahí fui forjándome en proyectos pequeños en Málaga y tocando con gente, me empezaron a dar oportunidades grupos que a mí me gustaban mucho y eran mayores que yo pero confiaban en mí y me llevaban de gira y tal.
Desde muy chico ya estaba en una furgoneta reafirmando que ese flechazo que yo sentí por la música de guitarra era lo que quería hacer. Desde ese día no ha habido otras opciones en mi cabeza, estudié algunos años de comunicación audiovisual y me planteé tener un plan B pero al final no he sido capaz de alejarme de lo que he querido hacer.
El próximo 14 de abril Sarria estará en la Sala Sol de Madrid con su banda en directo.
Lorena M.
Redacción