Viaje a Roma (2024)
- Galerna
- ⭐️ 6/10
- Subterfuge Records
El eterno viaje a Roma de Galerna
Dos jóvenes, impulsados por la fascinación que les inspira la Ciudad Eterna, deciden viajar en coche hasta la antigua capital del mundo y allí, uno de ellos, un arquetipo romántico e idealista en oposición a su hedonista compañero, vive una historia de amor intensa, finita y de regusto amargo. Un relato de madurez que describe el despertar de dos almas a las puertas de la vida adulta.
Las aventuras del dúo se relatan a lo largo de 12 capítulos que no forman parte de ninguna entrega literaria sino que conforman la narrativa del álbum debut de los vascos Galerna: Viaje a Roma.
El quinteto bilbaíno, formado alrededor del surf y de la música, se inspira en otras artes diversas (poemarios, novelas y películas) para contar una historia sobre la búsqueda de la propia identidad, la aspiración a la trascendencia y, en definitiva, el sentido de la vida. Roma, la ciudad de los ecos, las ilusiones y los anhelos, es, sin duda, el escenario ideal para esta narración.
Una propuesta ambiciosa que se traduce en una obra compleja, distinta, interesante y atrevida y a la que merece la pena acercarse pese a que los resultados no sean del todo convincentes.
El primer desafío al que uno se enfrenta sobre el teclado es definirla estilísticamente: la base es el indie-pop noventero nacional, siguiendo la estela de sus adorados McEnroe, aunque las raíces del folk rock americano (tanto en su vertiente más tradicional como en la onda indie más actual) son más que evidentes en muchas de las canciones: ‘Cap. 3: Monteriggioni’, ‘Cap. 4: Entrada en Roma’ y en los arpegios de ‘Cap. 5: Via Merulana’.
Todo el disco está envuelto en una atmósfera melancólica a la que contribuye de forma fundamental la personal voz de Mario García-Atucha, remedo de Anohni (AKA Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons), cuya sombra se percibe en aquellos pasajes en los que el piano asume el protagonismo sonoro. Saben crear un ambiente que exuda la nostalgia de lo vivido y de lo no vivido. Saben transmitir la angustia de las preguntas infinitas que no tienen respuesta.
Cada tema es exquisito; cada verso y cada ritmo denota trabajo compositivo e interpretativo y se adapta como guante de seda a su expresión lírica. El conjunto, sin embargo, queda algo deslucido
Este enfoque tan emocional conecta de forma muy directa con el oyente, pero también lastra un trabajo cuya duración se alarga demasiado, por encima de la hora. Si bien es un esfuerzo digno de elogio en estos tiempos de singles breves y plataformas que te ofrecen los mejores segundos de cada tonada, la abundancia de medios tiempos lo acerca peligrosamente a una monótona letanía.
Tan solo ‘Cap. 10: Huida a Lyon”, la más oscura y quizá la más dramática, varía la cadencia de forma significativa y acelera el ritmo en algunas de sus partes.
En cualquier caso, hay que poner en valor que publicar un álbum conceptual en estos tiempos implica una valentía extrema y un compromiso innegociable con tu arte; mayor aún al tratarse de tu carta de presentación en la escena musical.
Quizá 65 minutos y 12 canciones sean necesarias para contar la historia y quizá tanta intensidad produzca un cierto embotamiento, pero es justo reconocer que, individualmente, no se les puede poner ningún pero. Cada tema es exquisito; cada verso y cada ritmo denota trabajo compositivo e interpretativo y se adapta como guante de seda a su expresión lírica.
El conjunto, sin embargo, queda algo deslucido. Es una de esas novelas que está muy bien escrita, cuyas primeras páginas devoras con ansia y que, sin embargo, te acompaña en la mesilla de noche durante una buena temporada.
Yago Hernández
Redacción