Los texanos ofrecieron un concierto intenso, bello, sobrio y algo corto en una abarrotada sala La Riviera, de Madrid
Aunque en la música parece todo inventado y el debate sobre lo que es original o no puede resultar harto cansino, de vez en cuando, como buen arte que invita a la experimentación, de vez en cuando, alguien da con algo nuevo o, al menos, así se le reconoce.
A principios de los años 90, algunos músicos comenzaron a experimentar con las estructuras tradicionales del rock alargándolas, dándoles la vuelta, subiendo el volumen y el ruido, y añadiendo todo tipo de elementos sonoros. El resultado, más o menos eléctrico, más o menos electrónico, pero que entronca de forma inequívoca con el rock progresivo, recibió la etiqueta de post rock.
En este género se encuadra la propuesta de Explosions in the sky, grupo de Texas formado en 1999 que, desde entonces, ha publicado siete discos de estudio, además de varias bandas sonoras de películas y series. Cuentan con un importante y fiel número de seguidores, capaces de llenar La Riviera hasta la bandera en un otoñal lunes por la noche, en el que hacía más frío en algunas partes del recinto que en el exterior. Hace ya tiempo que alguien de la sala ha decidido contribuir al calentamiento global enfriando la sala con una molesta turbina de aire a prueba de rebequitas.
De forma discreta y sobre un sobrio escenario, el quinteto hizo acto de presencia con unos minutos de retraso sobre la hora prevista. Munaf Rayani, guitarrista, ofició brevemente de maestro de ceremonias atreviéndose a saludar, hablar en castellano y explicar lo especial que les resulta tocar en nuestro país, motivo por el que llevan dos décadas visitándonos para actuar.
No volvería a dirigirse a la audiencia hasta la despedida, tras 80 minutos en los que tocaron de forma continua, difuminando los espacios entre canciones, como lo hacen entre las diferentes partes que conforman sus temas, incluidos los 9 que constituyen el setlist de esta gira que muchos han confundido como una despedida, llevados a equívoco por el título de su trabajo más reciente (‘End’, 2023).
Sus canciones son como montañas rusas por las que subes de forma suave, de intensidad creciente hasta que todo se desboca: buscan los efectos a base de sumar duplas de cuerdas, con 2 bajos y 2 guitarras a la vez (‘Catastrophe & the Cure’ y ‘Greet Death’), con un trío de 6 cuerdas (‘The birth and the dead of the day’), sumando una percusión (‘The fight’) o simplemente un teclado (‘Loved ones’).
Esta música totalmente instrumental, emotiva y experimental, fuerza al oyente a abandonar toda resistencia y abrir el interior de su cuerpo para que las notas lo recorran. En directo, la fuerza con la que tocan hacen que puedas sentir el roce de las texturas que tejen. Las cabezas oscilantes de la audiencia, ojos semi cerrados y, milagro, respetuoso silencio, indican que el público conecta y se deja llevar por esos paisajes sonoros.
Al contrario que otras bandas como Sigur Rós o Mogwai, que añaden un diseño escénico muy trabajado y proyecciones visuales sugerentes y cuidadas, Explosions lo apuestan todo a la carta sonora, restando algo de brillo al espectáculo, a pesar de su fenomenal pegada que hace temer, como en los cómics de Astérix, que el cielo caiga sobre nuestras cabezas.
En todo caso, tras un corto pero intenso recital, perfecto para el momento de la semana en que nos encontrábamos, salieron con parsimonia del escenario y nosotros nos fuimos a casa, envueltos en una atmósfera mágica y con la sensación de haber asistido a un buen y bonito concierto.
Yago Hernández
Redacción