The Deer (2023)

  • The Death of Robert
  • ⭐️ 8/10
  • Autoeditado

The Deer: un álbum para paladear

La noche es oscura en la ciudad y el club nocturno en el que entramos resulta ser un agujero en el tiempo, con un pasillo de decoración minimalista que atravesamos mientras unas susurrantes voces hablan de un mundo oscuro en el que reina la desesperanza; los sonidos que las envuelven evocan una distopía futurista.

Pero la puerta del final se abre a un interior de ambiente clandestino y noir, de gabardina, sombrero, trajes oscuros y vestidos largos; las mesas con lamparitas de luz tenue. El telón se abre y aparece en escena un trío barcelonés que toca y canta en el Lower East Side neoyorquino con la elegancia de los barrios del Upper East Side.

Suena ‘Cameron’, canción de whisky solo con hielo, y probablemente el mayor homenaje a Tom Waits por parte de una banda patria desde Marlango. La voz de Lara, por cierto, grave, potente y melódica, recuerda en el tono a la de la Leonor Watling. Arreglos de cuerda exquisitos entre los que se mimetiza un delicioso solo de guitarra al ritmo de una batería con cadencia casi de marcha militar.

The Death of Robert es un prometedor grupo de indie rock barcelonés formado en 2018 por Lara Giardina (piano y voz), Pablo Salvadores (guitarra y voz) y Robert Panadès (bajo), que debutaron en 2020 con ‘Casablanca’, su primer trabajo de larga duración, que ya mostraba las principales señales de identidad de la banda: intensidad emotiva, protagonismo de una voz sensual de gran alcance y un sonido limpio de producción muy cuidada.

Ahora presentan ‘The Deer’, un álbum que, a diferencia de su antecesor, sigue una dirección concreta y gana en coherencia. Se trata de una obra conceptual dividida en 2 capítulos de 4 canciones cada uno (excluidas las 2 intros) de aroma retro, que mueve entre la melancolía, la nostalgia y una pizca de rabia en momentos estratégicamente escogidos.

Tan solo ‘La mala hostia’, de título en idioma cervantino y letra escrita en el de Shakespeare, como el resto de los cortes, se sale del guion y deambula por rutas que emparentan con el rock enérgico de corte noventero; pero pronto aparecen de nuevo esos arreglos de cuerda que frenan suavemente el ritmo y devuelven la banda hacia el camino principal, que ya no abandonarán.

 

 

A lo largo de sus casi 35 minutos, nos podemos encontrar con ‘Hedera’, que podría cantar el mismísimo Alex Turner y no desentonaría en el último trabajo de los de Sheffield, y ‘Polar Express’ con su notable línea de bajo, remitente de la de Simon Gallup en ‘Fascination Street’ en varios tramos. Un disco para paladear y escuchar sentado, con atención, de cadencia tranquila, pero con fuerza.

El trabajo destaca por su sonido limpio y la riqueza de sus arreglos entreverados en sonidos más crudos. Una producción notable y sorprendente en un material autoeditado. Un disco que destila elegancia y clase a raudales. Una propuesta de calidad que se sale de lo habitual en estos parajes y por la que merece la pena hacer un alto en el camino

 

Yago Hernández

Yago Hernández

Redacción