Jack Daniels, Make it count Session
Imagen: Alavedra de Sandra Cora (@sandracoraa)
Una vez más, Live in Dallas trae a Madrid un show que nos regala vistazos de la escena de fuera de Madrid, todo de la mano de Jack Daniels y su Make it Count Session. Esta vez los invitados fueron Medalla y Alavedra transformados en el Ying y el Yang musical, el bien y el mal, el cielo y el infierno. No es palabrería; realmente era este el concepto del concepto.
Los Medalla, con ropas oscuras y su sonido metal, nos llevaban con ellos al infierno más oscuro, a un vacío que la escasa luz profundizaba. Sus letras podrían ser perfectamente la bso de un joven adulto que ha entrado completamente en sociedad y se cuestiona si acaso no hay más maneras de vivir. Curioso cómo desde ese “infierno” llamaban a la libertad; “ellos hacen el bien, haciendo el mal” diría después Bearoid (cantante de Alavedra).
En cuanto a su música, es pura energía; no es una euforia desordenada a través de percusión y cuerdas de bajo o guitarra. No. Realmente disfrutaban el concierto, se dejaban la piel en ello. Si te gusta el metal y sueles atender un poco a las letras puedes haber encontrado a tu nuevo grupo favorito; temas como ‘Velázquez’ o ‘Leviatán’ suponen un buen ejemplo de lo que hace el grupo.
Tras ellos llegaron los Alavedra. Con disfraces de ángeles, las voces más blancas que podían ofrecer y una canción de misa, ofrecieron el ying de la noche. “Nosotros haremos el mal haciendo el bien” espetó Bearoid.
Alavedra también puede ser la BSO de un joven adulto, sin embargo, su enfoque se centra en otros temas. La espontaneidad en el vivir, el mal vivir, lo abrumador que puede sentirse el gestionar la vida propia. Los “ángeles” nos cuentan lo que puede llegar a ser el infierno en la tierra. Así nos lo demostraron con temas como ‘Amor, salud, trabajo‘, ‘Sale mal‘ o ‘La jota del poliamor‘.
Su música es divertida; a coro y con voz en alto cantan con ritmo sus historias. Es energía transmitida de forma diferente, no transmite fuerza aunque sí euforia; si bien es cierto que tampoco faltaron pogos entre los más jóvenes y no tan jóvenes.
En cuanto a la sala, nada que reprochar. Una vez más en El Sol, un sonido claro, sin fallos; una iluminación con sentido, acompañaba la actuación y ningún momento estorbaba. ¿Puede ser esta la mejor sala mediana de Madrid?
Fue una noche divertidísima y, además, con una metáfora regalada para pensar un rato.
Aztor Ramírez
Redacción