El pasado sábado Ojete Calor trasladó su festival al Sant Jordi Club de Barcelona, dentro del Guitar Bcn.
Los reyes del subnopop conquistaron la ciudad condal marcándose un sold-out des de hace meses. Lejos de convencionalismos, complejos o rituales musicales, un concierto de Ojete Calor tiene como componentes indispensables la espontaneidad, las risas, los bailoteos y diversión asegurada, siempre adornado con boas, tutús, diademas con luces, purpurina, disfraces por doquier y bien de brilli-brilli.
Antes del inicio del concierto nos apareció en pantalla un repaso breve por la historia del subnopop a través de videos cutres de Youtube, perfecto para calentar el ambiente. No podía tener mejor apertura que los gallos de Enrique Iglesias berreando el all I need de su canción ‘Rhythm Divine’, pero el ‘Sueño su boca’ de Raúl, ‘Una estrella en mi jardín’ de Mari Trini y ‘Azul’ de Cristian fueron los temas más aclamados por el público.
Tras una cuenta atrás y su versión de ‘El Rey’ de Vicente Fernández Jr, empezaron las faltadas y frases muy ‘060’ como “Buenas noches, Tarragona” y “Barcelona es muy cosmopolita”, o comparaciones de la capital catalana con Madrid, así como cánticos e himnos de futbol, que generaron risas y dosis de ‘Extremismo mal’, ‘Gente que imita mal los acentos’ y ‘Que bien tan mal’.
No faltaron temazos como, ‘Viejoven’, ‘Cuidado con el Cyborg’ (corre Sarah Connor), ‘Opino de que’ o una canción improvisada que se marcaron a pelo con el público de coro que, incluyó un trozo del ‘Despechá’ de Rosalía.
Como ya es tradición, sacaron dos barcas hinchables para navegar por encima del público con la banda sonora de fondo ‘Quien maneja mi barca’ de Remedios Amaya. Según declararon, fue uno de los conciertos en los que «mejor los habían navegado», y añadieron «se nota que en Barcelona tenéis mar».
Otro de los momentos a destacar fue cuando desaparecieron para salir envueltos en plástico film y versionaron el one-hit-wonder ‘Laura no está’ de Nek, haciendo su personal homenaje a Laura Palmer de Twin Peaks.
Durante el evento estuvieron acompañados de grandes amigos, como Belly, la teclista de Dorian, que puso el rtimo a ‘Amiga en las Estrellas’, o Alba, una de las integrantes de Las Bistecs, divas del electro-disgusting, con la que cantaron ‘Señoras Bien’. Sin duda fue uno de los momentazos más top de la noche que dejó al público, y a los artistas, con ganas de más de ese crossover.
También anunciaron que querían cantar con Pablo Motos y Nuria Roca pero finalmente los suplentes fueron Berto Romero y Andreu Buenafuente, con los que cantaron ‘Mocatriz’.
Nos avisan que el concierto está a punto de acabar con un sutil ‘Vete a tu casa’, versión de ‘Freed from Desire’ de Gala, y tras las quejas nos dicen que con lo que hemos pagado, «Madonna sale, eructa y se va». No podemos adorarlos más.
A pesar de las amenazas, nos regalaron ‘Agapimú’ con Ana Belén y el calcetín en pantalla, que acabó con la ofrenda de un espontáneo del público que entregó al grupo una marioneta-calcetín como uno de los protagonistas del videoclip.
Aníbal, que iba vestido con un traje a modo de ardilla voladora, decidió lanzarse al público como si fuera una estrella del rock de los años 80, y fue paseado como si estuviera navegando en la barca de Remedios. Contra todo pronóstico sobrevivió. Tras el éxito, el público aclamó a Carlos para que hiciera lo mismo, pero se negó.
Hubo recopilatorio de las canciones más bajonas, según el algoritmo de la banda, que incluye temas como ‘La gallina Coco Uaua’ o ‘Amigo Félix’, de Enrique y Ana, ‘Cadillac solitario’ de Loquillo, ‘Buenas noches señora’ de Bertín Osborne, el mítico me muero por conocerte del ‘Sin miedo a nada’ de Álex Ubago, ‘No nos moverán (del barco de Chanquete)’ de Verano Azul o la más bajona de todas según el maléfico algoritmo, ‘Bomba’ de King Africa.
Carlos Ojete y Aníbal Calor, los alter ego de Areces y Gómez, trajeron un outfit maravilloso que se iba desvelando canción a canción. Los eventos de la banda son un karaoke multitudinario más que un concierto al uso, y sin duda no dejan a nadie ni aburrido ni indiferente.
Pocas personas consiguen que el público se pelee para poder ser diana de un tartazo en la cara o para conseguir una fotografía besada, lamida o pasada por el sobaco, y en eso los Ojete sacan matrícula.
Sacaron confeti, fuentes de fuego y chispas, convirtiendo el Sant Jordi Club en una fiesta descomunal que nada tenía que envidiar a una actuación de Beyoncé en la SuperBowl.
Sònia
Redacción