El Hombre Burbuja apareció en nuestras vidas para dinamitarlas con canciones que nos dolían pero relamíamos una y otra vez
Cuando le preguntaron a Julio de la Rosa, líder de El Hombre Burbuja, sobre el panorama indie nacional e internacional contestó: «¿Qué escena independiente? Flojo, todo muy flojo. Los grupos establecidos, basura basura. Y los que no… les falta actitud. ACTITUD, que no aptitud[…] Cada vez es más difícil encontrar una buena banda. Nosotros somos una».
Y lo son. Ese autoconcepto carente de inseguridades puede sonar arrogante pero no le falta razón. El Hombre Burbuja es un grupo que puede presumir de una fuerte personalidad, que hizo lo que le dio la gana creyendo ciegamente en su sonido y metiéndose en la escena underground de finales de los 90 teniendo hoy por hoy la etiqueta de grupo de culto.
Quizá tuvieron mala suerte, quizá fueron unos incomprendidos, sólo creo que la carrera de EHB no debió terminar en 2002. Sus canciones saben como el buen vino hoy, cuando las abres y degustas sientes las diferentes capas de las que están hechas, como en esa descomunal ‘Solo una parte’ que abre ‘La paz está en la Matemáticas’, el álbum dónde EHB se consagró.
Comenzaron siendo trío en 1996 cuando Julio, con unas cuantas canciones compuestas, propone a sus amigos Antonio G. y Kike Meynet grabarlas y es el que se encarga de enviar las maquetas. Después del primer disco, Meynet sale y se unen Mariano al bajo y Sergio M. C., a quien les une amistad también, a la guitarra convirtiéndose definitivamente en cuarteto.
Su primer largo, también llamado como ellos salió con retraso en 1999 (¡a punto estuvo de no publicarse!), le siguió ‘Nadando a crol’ en 2000 precedido ese mismo año por el EP ‘El Té de los Locos’ y ‘La paz está en las Matemáticas’ en 2002. En 2006 con el recopilatorio ‘Tú ves Ovnis 1996-2002’ cerraron su historia. Han contado siempre con el apoyo de Everlasting Records a la producción y fueron tres las veces que les pudimos ver resurgir como banda subidos a un escenario: 2006 en su Jerez de la Frontera natal, en 2008 por el día de la Música celebrado en la capital y en 2009 en un concierto del propio Julio, éste invitó a sus ex compis para que sonaran una vez más canciones como ‘Buzos (en la luna)’.
La calidad como letrista de Julio es innegable a lo largo de la historia de EHB, y posteriormente en solitario, creando ilusiones ópticas como ‘El té de los Locos’, ejemplo de su primer largo caracterizado por distorsiones de guitarra acompañadas por una batería que parecía gritar a pleno pulmón, o piezas autodestructivas donde dice vuelvo a ser tu hámster en su etapa final. De este LP destacan ‘Soma’, ‘Polen’ y la ya nombrada ‘El té de los Locos’.
En ‘Nadando a Crol’ siguieron ligeramente la estela del debut en tracks como ‘Crol’ o ‘Son tus Fobias’. No siendo su mejor disco, incorporaron nuevos géneros como la electrónica y el hip hop y hacia la mitad del álbum metieron una rareza muy placentera en forma de relato: ‘Kill the Mosquito’ (que Julio la ha incorporado en algunos de sus bolos en solitario). Había cabida para canciones más virales gracias a formar parte de bandas sonoras como ‘Por qué no?’ o anuncios de televisión ‘Mi Rulot and I’.
El legado es sin duda su último trabajo. ‘La Paz está en las Matemáticas’ sienta las bases de lo que sería el debut en solitario de de la Rosa ‘M.O.S.’. Catorce canciones que demuestran un salto de altura a nivel compositivo tanto letra como música, ‘Pingüinos y Koalas’ o ‘Mejor Fuera’ son lo mejor que podemos encontrar sin menospreciar a la formidable ‘Sólo una parte’ que abre el disco. Parecía que habían encontrado postura y se sentían cómodos después de la búsqueda y la experimentación con los sonidos.
El astronauta bajo el mar que tenía un traje especial para respirar debajo y sobre el mar, terminó queriendo que le enseñaran el mundo en mapas e ir de viaje y quiso ser dos, como si de un personaje de ficción se tratase y tuviese su propio arco de transformación.
Cuando nos hieren o sufrimos de desamor, un buen chute de El Hombre Burbuja puede salvarnos por paradójico que sea, ya que metemos más profundamente el cristal en la vena para rajarla, pero a veces hay que escuchar lo que no quieres y ya sabes.
Lorena M.
Redacción