Varonas

La edición a cargo de Sinéad Gleeson y Kim Gordon repasa una parte de las pioneras dentro de la industria musical

Cuando en 2017 publicamos cómo serían los festivales si actuaran únicamente los grupos femeninos programados, encontramos un panorama desolador. Apenas unos nombres sobrevivirían dentro de unos carteles que languidecían sin la presencia de mujeres en sus filas. ‘Música, maestra’ (Libros del Kultrum, 2022) ahonda aún más en la cuestión de género para reivindicar todas esas mujeres que han permanecido en la sombra.

Según sus promotores, se trata de un libro de ensayos sobre música y mujeres escrito por mujeres «concebido y armado para contrarrestar el hegemónico discurso masculino en la literatura musical». Así, ofrece un repaso por artistas como Lhasa de Sela, Wendy Carlos, Yoshimi, Laurie Anderson o Ella Fitzgerald, entre otras. Las voces que articulan los capítulos son asimismo escritoras, periodistas, críticas y artistas para dar su visión sobre un personaje concreto.

Kim Gordon (Sonic Youth) y la periodista musical Sinéad Gleeson fueron las encargadas de escoger a su vez a las siete autoras para este proyecto y además crearon un texto propio cada una bajo la premisa de libertad absoluta a la hora de elegir el tema.

Esto se traduce en un enfoque bien variopinto; así, el capítulo sobre Laurie Anderson escrito por Anne Enright cuenta con el prisma de una fan y con la banda sonora de ‘O Superman’ como «etéreo desafío al azote de la tecnología». Esta artista multidisciplinar estadounidense destacó sobre todo en la década de los 80 por sus performances y es reivindicada en las hojas de ‘Música, maestra’ con pinceladas de su biografía incluyendo su matrimonio con Lou Reed.

El siguiente capítulo ahonda en la fuerza de la música como resistencia en la asfixiante sociedad pakistaní durante la dictadura desde 1977 hasta 1988. Las canciones en el exilio se convierten entonces para Fátima Butto en su faro, como es el caso de la intérprete Iqbal Bano quien recitó un poema de Faiz sobre la caída de los tiranos.

El capítulo sobre Lucinda Williams a cargo de Jenn Pelly es un retrato de lo dificultoso de encajar en la escena musical imperante: «demasiado country para el canon roquero, y roquera en exceso para la ultraortodoxia del country». La artista malvivió de la música incluso tras haber conseguido su primer Grammy (y ya van tres) con ‘Passionate Kisses’ como mejor canción country en 1994.  El álbum ‘Car Wheels on a Gravel Road’ (1998), Grammy al mejor disco de folk contemporáneo, por fin le concedió el éxito comercial. Aunque Pelly se enfoca en otro trabajo, ‘Fruits of my Labor’, «un réquiem, una canción de carretera, una vía de escape, un poema». Tema al que la editora de Pitchfork acude con frecuencia con esa capacidad de algunos temas para entrelazarse con las propias vivencias y enhebrarse con los recuerdos.

Linda Sharrock es la protagonista de otro de los capítulos de ‘Música, maestra’ redactado por Juliana Huxtable y en él se dice: «El maltrato de la crítica a las mujeres sobre las que escribo, despreciando su uso gestual del ruido extremo, encaja cómodamente con las formulaciones de ruido en la crítica blanca y la erudición». ‘Black Woman’ junto a Sonny es un ejemplo de su fuerza vocal y su espíritu rupturista y libre.

Kim Gordon, editora de este libro y célebre cofundadora de la banda Sonic Youth, se encarga del capítulo sobre Yoshimi y su papel en la música sin entender de géneros desde las baquetas. Gordon y Yoshimi dialogan en las páginas del libro y descubren al lector a una artista de una autenticidad rabiosa.

El libro continúa navegando por otras artistas y si bien en algún capítulo el interés languidece o adopta un tono excesivamente técnico para el público popular, merece la pena por el descubrimiento de tantas artífices musicales que, en buena parte, han quedado prácticamente relegadas al olvido, desde la precursora de la música electrónica Wendy Carlos hasta las filas del sello Sub Pop con su directora ejecutiva Megan Jasper y el cuanto menos curioso diccionario de traducciones al grunge a mitad entre el esperpento y la creatividad más liberadora.

El mayor acierto de esta obra quizá no radique en la selección de artistas ni de voces para contar las historias o vivencias ligadas a cada una de ellas, sino más bien en fomentar una curiosidad necesaria hacia cada una de ellas. Podían ser estas como podían ser otras, pero es de justicia detenerse en cada capítulo a explorar de quién se tratan y reproducir su obra. Para apoyar su lectura, hemos creado una lista en Spotify con numerosos ejemplos de las artistas del libro así como otras nacionales e internacionales para recordar que las mujeres están en la música y por tanto deben formar parte de los cabezas de cartel de los festivales.

Rocío García

Rocío García

Redacción